Internacionales
24/1/1998|572
Cuba bien vale una misa
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El Papa aterrizara en La Habana, en reciprocidad a la visita que Fidel Castro realizara al Vaticano en noviembre de 1996.
La preparación del viaje papal del próximo 21 de enero es, según la prensa, objeto de “asperas” negociaciones” (Le Monde, 16/12) entre el Vaticano y el Estado cubano. Los dos principales motivos de disputa tienen que ver, por un lado con la negativa cubana a televisar en directo, para toda la isla, los eventos en que participe el Papa y por el otro, con los medios de transporte que se pondrán a disposición de quienes deseen ir a las concentraciones que se preparan. N otras palabras lo que está en disputa es el nivel de la agitación política que el Estado cubano le tolerara al ´Santo Padre´.
La “aspereza” de estas negociaciones delata la plena conciencia que tiene la dirección cubana acerca del carácter contrarrevolucionario de su invitación. En este sentido, el ´record´ del polaco es intachable.
Concesiones
Todo esto da una justa relevancia a las concesiones que ha arrancado el Vaticano.
La Iglesia ha sido autorizada a celebrar misas públicas; se ha permitido su acceso a la TV oficial y se ha publicado en la tapa del Granma, el diario del PC cubano, un mensaje del Papa. Es decir, se le ha permitido a la Iglesia realizar una agitación política legal. La importancia de estas concesiones se mide por el hecho de que la Iglesia es la única institución (además, claro, del Estado) que goza de este derecho en Cuba Se ha autorizado, además del ingreso de más de medio centenar de curas extranjeras, la formación de una “Unión de Prensa Católica”, que reagrupa a las publicaciones católicas de la isla. También se ha autorizado que Caritas reparta una parte de la ‘ayuda humanitaria9 que recibe Cuba, lo que acentúa las oportunidades clericales de agitación política. Filialmente, y como una “medida excepcional”, se ha declarado, feriado el día de Navidad y se ha autorizado la exposición pública de los símbolos navideños (árboles, pesebres, etc.). Menos del 15% de la población, sin embargo, reconoce pertenecer a alguna iglesia. Apenas 250,000 cubanos – sobre una población de doce millones- participan semanalmente en oficios de las distintas religiones {Clarín, 28/ 7). Según la prensa, la ‘Celebración de la Navidad la pasado completamente desapercibida para la población y ha quedado limitada, apenas, a «ii evento ‘turístico’.
La mayoría de la población cubana practica los ritos de la ‘santería’, un culto de origen afrocubano, históricamente ligado a los sectores más explotados de la población cubana (los negros) a diferencia del catolicismo, que fue la religión de las clases dominantes.
Crisis política
Para la mayoría de los comentaristas, la visita papal servirá para consagrar un intercambio político: un “mayor espacio” para la Iglesia cubana a cambio de la “ruptura del aislamiento político” del régimen castrista.
La Iglesia ya ha planteado ‘todo su programa’: acceso irrestricto a los grandes medios de comunicación y autorización al establecimiento de escuelas religiosas. Aunque el cardenal primado de Cuba, Jaime Ortega, concede que no espera una satisfacción “inmediata” de estos reclamos, afirma que la visita del Papa debe ser un “punto de partida” en esta dirección (Le Monde, 24/12).
¿En qué cuadro político está dispuesto el castrismo a otorgar ese “mayor espacio” a la Iglesia?
En 1992, fueron eliminadas de la Constitución cubana todas las referencias al ateísmo; poco después se admitió que los creyentes pudieran afiliarse al PC. Las alusiones oficiales al “nacionalismo cubano” y al católico; José Martí, han reemplazado en la propaganda oficial a las referidas al socialismo. Pero a esta política de abrirle un canal de participación dentro del Partido Comunista, en el cuadro político del partido único, la Iglesia le ha opuesto una política de ´transición institucional´ (The Guardian, 4/1). Según un especialista, “uno de los objetivos primarios de la visita de Juan Pablo 11 a Cuba es favorecer una apertura política (…) ampliar un espacio para permitir que una fuerza política, como la democracia cristiana, pueda funcionar libremente y competir por el poder” (O Estado de Sao Paulo, 11/11). No casualmente, uno de los principales integrantes de la comitiva papal será “el panameño Ricardo Arias Calderón, presidente de la Democracia Cristiana Internacional, (cuya presencia) despertó gran expectativa en los círculos políticos que trascienden a la Iglesia católica cubana (…) El trabajo de Arias, según especialistas de la DCI, será aprovechar la nueva fuerza que la Iglesia ganará en Cuba para ayudar a crear un ambiente en el cual un grupo político próximo a la Iglesia pueda desempeñar un papel importante …” (ídem).
Esta crisis acerca de las formas políticas de la ‘transición’, es decir, las formas políticas del proceso social de la restauración capitalista, es el núcleo de las tensiones entre el Vaticano y el castrismo.
El Papa y el bloqueo
El castrismo pretende obtener del Vaticano una condena al aislamiento diplomático que sufre Cuba y, en particular, a la ley norteamericana Helms-Burton, que sanciona a las empresas de terceros países que comercien con Cuba.
En realidad, el bloqueo diplomático y económico a la isla va mucho más allá del imperialismo norteamericano. En 1996, la Unión Europea redujo en un 60% su ‘ayuda humanitaria’ a Cuba. Según la castrista europea Janette Habel, “la Unión Europea se ha adherido (a las posiciones de) Washington” (Le Monde Diplomatique, febrero de 1997): “los Estados Unidos, dice, han aceptado mostrarse más flexibles (frente a los ‘negocios’ de Europa con Libia e Irán) a cambio de que la UE imponga ‘condiciones draconianas a toda ayuda económica a Cuba’…” (ídem).
Pero el castrismo presenta al Vaticano como una fuerza virtualmente anticapitalista: “El Papa, en numerosas intervenciones, ha tomado el mismo punto de vista de Cuba respecto del capitalismo y de los paquetes neoliberales” (Juventud Rebelde, reproducido por The Economist, 6/12). Por cierto, el Papa no es un elemento anticapitalista, y la oposición al bloqueo y al aislamiento diplomático de Cuba gana cada vez más adeptos en los círculos del capital financiero, incluso norteamericano.
En un editorial inusualmente duro, Edward Schumacher, nada menos que el director de The Wall Street Journal, se opone frontalmente á la política de Clinton respecto de Cuba y, en particular, a la ley Helms-Burton, a la que acusa de obstaculizar los intereses comerciales de los Estados Unidos, e incluso ataca el virtual poder de veto que han adquirido los cubanos de Miami respecto de la política exterior norteamericana. Textualmente, señala que “Clinton le otorga a la comunidad cubano-americana, que cada vez tiene más poder político, supremacía sobre los principios del libre comercio, las leyes internacionales y los objetivos de la diplomacia norteamericana” (La Nación, 24/5).
Los cubanos de Miami representan la propiedad capitalista confiscada por la revolución; The Wall Street Journal representa la oportunidad de privatizaciones que ofrece la restauración del capitalismo. Por lo tanto, los reclamos de los ‘gusanos’ de recuperar sus bienes deben estar subordinados a los intereses más generales de la restauración del capitalismo. En este cuadro, la muerte del ‘gusano’ Jorge Mas Canosa -el hombre que impuso la ley Helms-Burton- bien puede calificarse como el fin de una época. La esperada intervención del Papa en contra del ‘aislamiento diplomático y económico’ de Cuba es la expresión de toda una tendencia del propio capital financiero.
El opio de los pueblos
El régimen cubano ha dado un giro de 180° en lo que respecta a la Iglesia católica. De condenarla como una “institución de los ricos” y expulsar a los curas involucrados en actividades contrarrevolucionarias, ha pasado a recibir al Papa e incorporar a los creyentes al PCC. Es indisimulable que este ‘giro’ ha acompañado, como la sombra al cuerpo, el conjunto de la política restauracionista de la dirección cubana, la ‘apertura’ al capital externo, la libre circulación del dólar y la creación de zonas francas al estilo de las ‘zonas económicas especiales’ chinas.
La ya citada Janette Habel explica por qué la política restauracionista va de la mano de la promoción oficial de la religión: “en el espíritu de los dirigentes (del Estado cubano) el desarrollo de la religión puede permitir canalizar las tensiones sociales” (Le Monde Diplomatique, febrero de 1977). La autora de esta afirmación es una declarada simpatizante castrista.
Efectivamente, las tensiones sociales son cada vez más manifiestas. La diferenciación social ha crecido notablemente como consecuencia de la legalización del curso del dólar, al que sólo una parte de la población tiene acceso, y de los ‘mercados campesinos’, que permiten a determinadas capas “la acumulación de un capital de libre disposición” (Problèmes de Amerique Latine, abril-junio de 1995).
Paralelamente, crece el desempleo. Según distintas estimaciones, la desocupación alcanza ya el 8% y es unánime el pronóstico de que se va a agravar notablemente como consecuencia de la política de cierre de empresas públicas e ingenios azucareros no rentables aprobada en el último Congreso del PC. Carlos Solchaga, ex ministro español y consultor del gobierno cubano, estima que “la fuerza de trabajó excedentaria, en las condiciones normales de competitividad, oscila entre un millón y un millón y medio de trabajadores” (ídem). En este cuadro, un artículo en la revista oficial del PC admite que “‘la religión puede ser una solución de recambio admisible’ frente a las frustraciones y al sentimiento de inseguridad provocado por la crisis” (citado por Janette Habel).