Internacionales
16/3/2017|1450
De Stalin a Putin, “La Internacional” proscripta
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La conmemoración de la Revolución Rusa dispuesta por Putin no debe suscitar la menor duda en cuanto a su naturaleza. Es la continuidad del intento del régimen por enterrar todo vestigio revolucionario en la conciencia de las masas, una tarea en la que continúa al (y se vale del) propio Stalin. En el año 2000, a instancias de Putin, la Duma sancionó la restauración del antiguo himno soviético (con nuevo texto), la bandera roja para las Fuerzas Armadas, la bandera tricolor zarista (blanca, azul y roja) como emblema de la nación y el escudo con el águila bicéfala -también propio de los zares.
El nuevo texto del himno hizo desaparecer toda referencia al comunismo y a Lenin, concentrándose en la reivindicación chauvinista de Rusia y la protección de Dios, que “vela por la Madre Rusia”.
Pero aún el himno soviético original fue un producto de la política contrarrevolucionaria llevada adelante por la burocracia de la URSS. En 1943, Stalin planteó la disolución urgente de la Internacional Comunista y el reemplazo de “La Internacional “como himno de la URSS -una decisión que había sido tomada en 1922 por el gobierno bolchevique dirigido por Lenin. La burocracia del Kremlin adoptó estas medidas como parte de un viraje de conjunto hacia un acuerdo con la burguesía mundial: “Para vencer, el ejército soviético tenía que avanzar y derrotar al gobierno hitleriano.
Pero el temor a las consecuencias revolucionarias de la derrota alemana podía quebrantar la coalición antihitleriana”. La burocracia se allanó a una paz que fijara “de manera aceptable para todos los interesados, los objetivos de la victoria… la perspectiva de la revolución en Europa no era aceptable para los aliados capitalistas de la URSS”(1).
De Stalin a Putin, “La Internacional”, el himno internacionalista de los trabajadores, así como el resto de los símbolos de la Revolución Rusa, están proscriptos en el primer estado obrero victorioso de la historia.
La lucha de los socialistas revolucionarios habrá de reponer la famosa canción (“Arriba, los pobres del mundo…”) como punto de encuentro de los socialistas revolucionarios en cualquier latitud del planeta tierra e himno proletario internacional.
1. Fernando Claudín: La crisis del Movimiento Comunista, Ruedo Ibérico, Madrid, 1970.