Del marxismo al keynesianismo

El PSTU (Brasil) frente a la crisis capitalista

Como informamos en números anteriores (PO Nº 1.260 y 1.262), en marzo pasado se realizó en París el Encuentro del Sindicalismo Alternativo, patrocinado por Conlutas de Brasil -dirigido por el PSTU- Solidaires de Francia (autonomistas) y la CGT Española (un ala del anarquismo). Al evento concurrió una delegación de la Coordinadora Sindical Clasista, de Argentina.


La línea estratégica del Encuentro consistió en oponer a la política de austeridad que desarrolla la Unión Europea, una política de expansión del gasto público. Los documentos presentados por los convocantes caracterizan a la crisis mundial como una crisis de "distribución", es decir como una crisis de proporcionalidad entre las ramas que producen para la producción y aquellas que lo hacen para el consumo personal. Un desequilibrio de este tipo podría ser corregido por una expansión de la demanda por parte de los trabajadores. El texto sometido a la discusión del encuentro señalaba es que "esta crisis global del capitalismo muestra el impasse de un desarrollo basado en la distribución cada vez más desigual de la riqueza producida, la desregulación financiera, el libre comercio generalizado…" y llama a poner fin "al modelo de desarrollo económico… basado en la hegemonía de las finanzas". Estos conceptos no cuestionan al capitalismo sino a algunos de sus modalidades e incluso mezcla a éstas con decisiones de política económica. Propugna una autarquía de las economías nacionales sin atreverse a plantear la disolución de la Unión Europea y ataca a las ‘finanzas’ en lo que equivale a una defensa del capital industrial, que a todos los fines prácticos opera como un capital financiero, que en todo caso choca con competidores en el campo del mismo capital financiero.


Lo que sorprende es que esta caracterización la plantea una corriente, como el PSTU, que se ubica en el campo anti-capitalista y afirma defender un programa inspirado en el punto de vista del marxismo. Sorprende aún más que no haya suscitado ninguna discusión en su seno ni una explicación de sus dirigentes. El planteo en cuestión significa el abandono completo de la perspectiva de la revolución social. El keynesianismo reemplaza al marxismo y la reforma del capitalismo a la revolución. Más significativo, si cabe, es que un revisionismo de esta magnitud ocurra cuando el desarrollo capitalista ingresa a un período de convulsiones y catástrofes. Como ocurre con todos los ‘descubrimientos’ tardíos, también en este caso se deforma aquello que se reivindica. El keynesianismo no propone redistribuir los ingresos ni atenuar la tasa de explotación de la fuerza de trabajo. Esto equivaldría a minar las fuerzas motrices del capital. El keynesianismo plantea que el Estado se haga cargo, mediante el gasto público, del bache de inversión que provoca el estancamiento capitalista. No se trata de una estatización de la inversión sino de movilizar, con recursos públicos, la inversión privada que se encuentra paralizada. Es un planteo de elevación de la tasa de beneficio del capital -no de disminución. La Unión Europea rechaza la aplicación de esta política debido a sus contradicciones internas: el capital alemán no quiere el rescate de las economías de la zona, sino absorber los capitales rivales o sacarlos del mercado. Cuando pueda completar este proceso, ella misma se convertirá al keynesianismo. El nuevo punto de vista ‘teórico’ de los compañeros trotskistas brasileños representa el de un sector del capital en la crisis, no el de la clase obrera.


Impotencia La reciente etapa de la crisis capitalista mundial ha puesto al desnudo las limitaciones insalvables de la intervención del Estado para rescatar a la economía mundial de la bancarrota. El poder público ha procedido a un gigantesco endeudamiento para financiar el rescate del capital en quiebra. En lugar de limpiar de sus balances de "activos tóxicos", los bancos incorporaron nuevos activos basura. La deuda pública explotó en los países europeos y en los Estados Unidos.


La intervención estatal es reivindicada como una negación del mercado. Como esto es cierto en forma parcial, lo contrario también es verdadero, porque el Estado interviene para socorrer; no como un poder exterior al capital sino como un engranaje de la acumulación capitalista. Para contrarrestar la reducción de los activos capitalistas valorizados en forma ficticia, refuerza la tasa de explotación de la clase obrera, mediante la reducción de salarios y la liquidación de la protección laboral. En lugar de liquidar el capital excedente y reordenar las proporciones entre el capital acumulado, de un lado, y la capacidad adquisitiva, del otro, ha incrementado la desproporción entre uno y otro, mediante el estímulo a nuevas inversiones.


La "liberalización" y la "regulación" de la economía son tendencias antagónicas que se reconcilian como recursos alternativos y complementarios. Del mismo modo, el antagonismo entre "economía de producción" y "financiera" se complementa en la lucha por el reparto de la ganancia global. La hipertrofia del sistema financiero describe el parasitismo creciente del capital y su ocaso como organización social histórica, y describe también una transición social, porque la expropiación del capital se reduce a la confiscación de un puñado de capitales financieros que integran a la mayor parte del capital.


El PSTU se declara enemigo de la colaboración de clases y denuncia a los gobiernos centroizquierdistas y nacionalistas, ¡que desarrollan, precisamente, políticas "keynesianas"! El planteo estratégico que llevó al Encuentro advierte la inconsistencia de sus posiciones.


Como el PSTU no es uno más de la constelación de pequeñas sectas que pueblan la izquierda mundial, su pasaje grosero al reformismo (ni siquiera obrero sino capitalista) es un hecho destacado, porque expresa una rendición teórica ante el capitalismo.


En oposición al callejón sin salida del "keynesianismo", oponemos el programa de transición de la IV Internacional. Ocupación, nacionalización sin indemnización y puesta en marcha bajo gestión obrera de toda fábrica que cierre o despida, anulación de la deuda pública con el capital financiero, abajo la Unión Europea imperialista, por los Estados Unidos Socialistas de Europa.


Precisamente, las definiciones que defendió la Coordinadora Sindical Clasista en su Contribución al Encuentro y en sus intervenciones en la tribuna.