Del “partido de tendencias” al partido estatal único

Respuesta al MST

Los partidarios venezolanos del MST argentino han resuelto disolverse en el PSUV (Partido Socialista Unificado de Venezuela). El PSUV está armado desde el aparato del Estado y tiene una dirección también claramente definida (la burocracia del Estado y, por encima de ella, el propio Chávez). Su objetivo es reducir a la nada la autonomía de la clase obrera. Por eso apunta a controlar a la central sindical, la UNT, con una burocracia adicta desde el Ministerio de Trabajo.


El ingreso de los partidarios venezolanos del MST al partido de Chávez dividió al PRS (Partido Revolución y Socialismo), en el que militaba este grupo. Una parte de su dirección (encabezada por Orlando Chirino) rechazó disolverse en el PSUV.


En esta disputa, el Partido Obrero “defiende la decisión del PRS de construir un partido revolucionario socialista” (Prensa Obrera, 17/5).


De “modelo” a “imaginario”


El MST nos responde argumentando que defendemos “un partido imaginario” (Alternativa Socialista, 23/5): “En Venezuela hubo una idea, un grupo y embrión hacia un partido que no pasó de eso. Hoy la mitad o más de sus dirigentes se han sumado al PSUV, otros lo están pensando y otro sector menor evalúa ir hacia algo nuevo sabiendo que el PRS no pudo ser. El PO defiende desde Buenos Aires un partido imaginario” (ídem).


Esta caracterización no carece de elementos ciertos. Lo mismo opinan otros militantes del movimiento obrero venezolano, que han venido criticando al PRS por carecer de una política independiente frente al chavismo.


Pero el MST no tiene ningún derecho a descalificar al PRS. Durante muchísimo tiempo lo presentó como el “modelo” que debía imitar la izquierda argentina. Lo hizo en el Seminario de la Izquierda del año pasado. Ahora sabemos que nos estaban vendiendo un ‘verso’, o que si fue ‘una idea’, ese “partido de tendencias” resultó ser un fracaso. En realidad se trataba de una operación política preparatoria de la disolución en el PSUV, porque el PRS caracterizaba que el chavismo estaba protagonizando una “revolución permanente”.


Ahora, el MST no critica las limitaciones del PRS sino sus aspectos progresivos. Lo defenestra en nombre de un partido burgués, regimentado.


Nacionalismo y socialismo


El MST dice que el apoyo del PO al PRS es “insólito” porque “nunca lo defendieron”. Lo que defendemos en el PRS no es su planteo chavista sino un principio político estratégico: la necesidad de que la vanguardia obrera se plante ante el nacionalismo burgués construyendo un partido obrero revolucionario.


Hace sesenta años, Palabra Obrera (la organización morenista de la cual proviene el MST) se disolvió en el peronismo (donde actuaba, según el periódico que publicaban, “bajo la disciplina del general Perón y del Comando Superior Justicialista”). Hoy, el MST se disuelve en el PSUV para actuar ‘a las órdenes del comandante Chávez’. La “nueva izquierda” de nuevo no tiene nada. Los viejos problemas reaparecen.


Los propios nacionalistas aceptan el ingreso al PSUV de individuos de ideas “socialistas” y “clasistas”, pero rechazan la existencia de una tendencia de ese carácter dentro de su partido. Este solo hecho muestra que el objetivo del PSUV es liquidar la independencia política de la clase obrera venezolana. La existencia de un partido revolucionario significa un programa, una prensa y una organización (aún cuando una parte de sus militantes actúen dentro del partido nacionalista).


Chávez conducción


El MST habla del “ingreso en el PSUV” para ocultar que se ha disuelto en el nacionalismo, adoptó su programa nacionalista y se subordina a su dirección.


Dice el MST: “El movimiento económico del país debe pasar a manos del Estado y al control popular”. Este planteo no es equivalente a la expropiación del capital sino a lo contrario: al rescate del capital con dinero del Estado. Se trata de una reivindicación pura y simple de la compra por parte del Estado venezolano de la telefónica CANTV y Electricidad de Caracas, e incluso de su asociación con los grandes pulpos petroleros internacionales.


Todo esto sin mencionar que el paso del “movimiento económico del país” a manos del Estado implica un fenomenal fortalecimiento de la burocracia estatal.


Dice el MST: “Chávez no cuenta hoy con organizaciones de masas que solidifiquen al proceso en lucha contra sectores de la burguesía imperialista y contra el propio imperialismo (…) Chávez lanza el nuevo partido socialista reconociendo (…) todo el descontento con la corrupción y la burocracia (…) no hay ninguna posibilidad de solidificar su proyecto político en un conglomerado de partidos sumidos en el desprestigio y la lucha de intereses (…) Chávez, consciente de esta realidad, repite a diario que el partido será de las bases…” (ídem).


El MST quiere hacer creer que Chávez lanza el PSUV para luchar contra “los burócratas y los corruptos”. Es decir, que el MST se ubica en el PSUV dentro del campo encabezado por Chávez, no entra para superar al nacionalismo burgués sino para reforzar las ilusiones políticas en Chávez.


El MST repite la desgraciada “teoría del cerco” que puso en circulación la izquierda peronista en la década del ’70. Chávez estaría “cercado” por los burócratas y corruptos; el PSUV sería un intento de “romper el cerco”… y no, como surge de toda la evidencia de la lucha de clases, una vía para regimentar a la clase obrera y a la izquierda venezolanas.


¿Y la UNT?


Al revés de lo que afirma el MST, Chávez defiende a los “burócratas y corruptos”. Por eso amenaza a la independencia de la UNT, la central sindical. Reclama que se liquide la autonomía sindical, lo que significa que los sindicatos deben subordinarse de manera directa al Estado. Para ello hace falta una burocracia que, por su propia naturaleza, es corrupta.


Chávez ha venido desarrollando un ataque sistemático contra la UNT y, en particular, contra sus sectores clasistas. Designó al frente del Ministerio de Trabajo a un burócrata que, desde su designación, atacó a la UNT e incluso ha llegado a plantear la formación de una “nueva central”, que incorporaría a sectores enteros de la burocracia sindical antichavista pero excluiría a los sectores clasistas. Este ataque práctico a la autonomía sindical y al clasismo en los sindicatos llevó a una parte de la dirección del PRS a rechazar su ingreso al PSUV. Se trata de una cuestión cardinal.