Derrota del Frente Amplio-Encuentro Progresista

El Frente Amplio-Encuentro Progresista sufrió una severa derrota política en las elecciones municipales que acaban de celebrarse en Uruguay, al no lograr alzarse con la Intendencia de Canelones.


Tabaré Vázquez, el ex candidato presidencial del FA-EP, había señalado que “si la izquierda gana en Canelones, eso haría irreversible su victoria en las elecciones presidenciales del 2004” (Ambito Financiero, 16/5). El departamento, vecino a Montevideo, se ha ido convirtiendo en un gran “dormitorio obrero” al que han ido a parar muchos trabajadores expulsados de la capital (gobernada por el FA-EP) por los altos alquileres. Y el FA-EP fue derrotado en esos grandes asentamientos obreros, como por ejemplo Las Piedras.


Los resultados revelan un verdadero desbarajuste político para el FA-EP, porque significa el fracaso de la política que se dio con la reforma constitucional de 1997. El FA-EP aceptó entonces el sistema de ballotaje para las elecciones presidenciales, facilitando con ello la posibilidad de que blancos o colorados pudieran retener el Ejecutivo en el segundo turno, a cambio de separar las elecciones municipales de las nacionales. El FA-EP renunciaba a la posibilidad de ganar el gobierno nacional a cambio de obtener mayor número de departamentos y probar así su compromiso con la gobernabilidad. Es decir que la “izquierda” uruguaya aceptó el mecanismo antidemocrático de la “doble vuelta” (aún a sabiendas de que sería usado contra ella) en base a un cálculo político: con la separación de las elecciones esperaba ganar algunas intendencias del interior, que servirían como base para una “transición indolora” a un eventual gobierno nacional del FA-EP. Este cálculo estratégico fue aplastado en las elecciones y con él la política de alianzas con dirigentes “progresistas” blancos y colorados del interior.