Desalojo y represión a las mujeres que luchan contra la violencia en México

La Comisión Nacional de Derechos Humanos había sido tomada, ante el crecimiento de la violencia hacia las mujeres.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) de Ecatepec, en México, fue brutalmente desalojada luego de ser tomada, en simultáneo con otras sedes, por mujeres activistas que luchan contra la violencia y los femicidios en este país. La toma había comenzado cuando la madre de una niña violada se encadenó al edificio el 2 de septiembre y si bien las familias de mujeres asesinadas o desaparecidas llegaron a un acuerdo con las autoridades a lo largo de la semana, el colectivo feminista Ni Una Más mantuvo la toma con exigencias que apuntan a la cuestión de fondo respecto al carácter estructural de la violencia que sufren las mujeres mexicanas.

“Si no llego, responsabilizo a la Fiscalía del Estado de México, venimos siete mujeres y dos niños en vehículo no oficial”. Fue el mensaje publicado en redes sociales por parte de una de las mujeres detenidas en el violento desalojo, mientras era trasladada en una camioneta de las fuerzas de seguridad sin identificación y sin información sobre su destino. Ecatepec es uno de los lugares con la tasa de feminicidios más alta en México.
La advertencia tiene sentido en la recurrencia de las represiones, secuestros y detenciones cada vez que las mujeres toman las calles. La semana pasada, una marcha contra la violencia policial en Ciudad Juárez, Chihuahua, terminó con 28 mujeres detenidas, algunas de ellas menores de edad. La policía reprimió la movilización violentamente. En agosto, una manifestación contra el acoso sexual en León, Guanajuato, también terminó con una veintena de mujeres detenidas y con acusaciones de acoso sexual contra los policías represores.

La responsabilidad del estado y el gobierno de AMLO

A lo largo de la semana, mientras la toma de la CNDH transcurría, lejos de intentar abrir un dialogo y atender los reclamos el presidente Andres Manuel López Obrador consideró que la toma fue magnificada por los medios de comunicación para perjudicar a su gestión, en nuevo episodio de su ninguneo a la lucha del movimiento de mujeres en este país. Al mismo tiempo, la poco sorora Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación, había solicitado que desalojen la sede porque
ya se está atendiendo su reclamo”. Cada día once mujeres son asesinadas por el hecho de serlo. México es un país sumido en la violencia y el primer año de gestión de AMLO fue el más sangriento de la historia reciente del país con casi 35mil homicidios dolosos y más de mil feminicidios, como se conoce a los asesinatos por razón de género.
Si bien evita la confrontación directa con el movimiento de mujeres, ante el crecimiento de las movilizaciones y las tomas de edificios que intentan visibilizar el crecimiento de la violencia, AMLO suele referirse a estos actos al pasar, y cuando no le queda otra que lamentar las agresiones sistemáticas contra mujeres cuando se movilizan, critica también las pintadas en las fachadas durante las marchas o se preocupa por una obra de arte vandalizada en la sede de la CNDH. También se esfuerza por negar o relativizar el flagelo social de la violencia hacia las mujeres englobandolo dentro de la violencia en general o disimulandolo como situaciones aisladas y esporádicas, algo que desmienten todas las estadísticas oficiales.

Un buen ejemplo de su negacionismo consistió en sus declaraciones al respecto de que la violencia hacia las mujeres no aumentó durante la cuarentena generada por el Covid, cuando las llamadas al 911 crecieron un 50% en los meses de marzo y abril. También crecieron un 50% las solicitudes para ingreso a refugios, pero aún así AMLO no se privó de declarar que el 90% de las llamadas a los números de emergencia son falsas.
También es bueno recordar su insistencia en que la familia mexicana es excepcional en cuanto a su fraternidad: “algo único en el mundo” dice AMLO. Su conocido vínculo con las iglesias evangélicas como el esfuerzo por conseguir la aprobación del papa Francisco se traducen en una defensa acérrima de la institución familiar como un pilar de la sociedad mexicana, aun a costa de que la violencia se reproduzca en su seno. En caso de resultar esta violencia insoportable, para el gobierno de AMLO basta con recomendar a los violentos “contar hasta diez”, “respirar profundo” y “sacar la bandera blanca de la paz”, como reza la campaña publicitaria del gobierno que por supuesto, ha generado el rechazo y la indignación entre las mujeres.

No sorprende de un presidente que prioriza la sumisión al imperialismo y los planes ajustadores antes que mejorar la situación de los y las trabajadoras y que muestra un ensañamiento particular contra las mujeres.
El Estado Mexicano se absuelve de responsabilidades a través de campañas que pretenden una concientización con slogans de otro siglo, mientras reprime a distintas expresiones organizadas que intentar frenar la escalada violenta. Es necesario redoblar la organización y la movilización de las mujeres para desenmascarar al Estado mexicano como el primer violento y desnudar el carácter patriarcal y capitalista de AMLO.

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