Descubrimiento en Brasil: Lula propone “chavizar” el petróleo

Brasil ha anunciado el descubrimiento de una gigantesca cuenca de petróleo liviano frente a Santos (San Pablo) a 7.000 metros de profundidad desde la superficie del Atlántico. El yacimiento, llamado Tupí, podría producir entre 5 y 8 mil millones de barriles. Sería sólo uno de los varios campos de petróleo que se extenderían a todo lo largo del litoral brasileño. Según cálculos provisorios, las reservas reconocidas, luego del descubrimiento, podrían producir hasta 23.000 millones de barriles; Nigeria (segundo en la escala mundial) tiene reservas de 36.000 millones y Venezuela (primero) de 80.000.


El descubrimiento ha confirmado a Petrobras como una de las empresas líderes en la exploración en aguas profundas. Para llegar hasta el yacimiento hubo que perforar la capa de sal, en algunos tramos de kilómetro y medio de grosor, y de roca dura.


El descubrimiento del nuevo yacimiento fue hecho por un consorcio integrado por Petrobras (65%) British Gas (25%) y Galp Energía de Portugal (10%). Petrobras tiene un 70% de accionistas privados, entre titulares de acciones de la Bolsa de San Pablo y de fondos internacionales de inversión.


Giro


Horas después del anuncio, el gobierno decidió retirar de la subasta pública unas 41 áreas adyacentes al yacimiento descubierto, destinadas a la exploración, invocando “razones de interés público estratégico”. Pero al mismo tiempo, reveló la intención de modificar la ley de petróleo para habilitar contratos de producción compartida, lo cual le permitiría apropiarse de más del 50 por ciento de las rentas en esas áreas.


Actualmente, las empresas operan en Brasil bajo el régimen de concesión: la empresa gana el derecho de explorar las reservas del país y, en caso de descubrir un yacimiento, paga royalties sobre la producción. En el sistema de producción compartida, el país es dueño del petróleo y la concesionaria se hace cargo del riesgo y del costo de la exploración, recibiendo una participación en la renta. Un giro de esta naturaleza expresa una tendencia mundial en el negocio capitalista del petróleo.


La decisión de retirar de la licitación pública los campos petroleros con reservas comprobadas y cambiar los términos de apropiación de la renta de los hidrocarburos ha desencadenado una ofensiva política contra los planes del gobierno. El sistema de producción compartida “es un modelo del período jurásico”, dijo uno de los agentes de los pulpos internacionales, y “no tiene sentido variar un modelo que funciona” (Estado de Sao Paulo, 14/11). “No creo que sea intención del gobierno chavizar el sector”, planteó John Forman, quien fuera hasta enero de 2006 director de la agencia estatal responsable del control del negocio petrolero, aunque “la sociedad deberá decir si quiere volver a un monopolio de Petrobras, beneficiando al 70 por ciento de accionistas privados en detrimento de los accionistas de otras empresas” (ídem).


Según The Economist, aunque la decisión del gobierno de Brasil “podría señalar un creciente petronacionalismo (…) pareció prudente, puesto que esos bloques pueden valer mucho más a medida que se sepa más del nuevo hallazgo” (19/11). O sea, suspender la licitación, puede ser; cambiar la ley, no.


Las reservas y el capital financiero


Con el descubrimiento del nuevo yacimiento, crece no sólo la valorización de Petrobras. “En caso de confirmarse el potencial máximo de 8 mil millones de barriles de petróleo en el campo de Tupí, el caudal de reservas en manos de las multinacionales crecerá hasta los 3,5 mil millones de barriles, el equivalente del 15 por ciento de nuevo potencial de reservas brasileñas” (contra el 5 por ciento hasta ahora), en beneficio en particular de British Gas y Petrogal, las asociadas con la empresa brasileña. Esto supone una “nueva correlación” con los pulpos internacionales (O Estado de Sao Paulo, 11/11), que pueden inscribir las reservas en sus libros y obtener capital en el mercado internacional prendando las reservas estimadas.


Para la empresa y el Estado brasileño la explotación de Tupí plantea una perspectiva de fuerte dependencia del capital financiero. Sólo hasta mediados de 2008, con la perspectiva de producir a pleno en 2011, se requiere una inversión de 1,9 mil millones de dólares (O Estado, 14/11) en un terreno que “está en la frontera de las habilidades tecnológicas de la industria globalizada” (Internacional Herald Tribune, 20/11). A la vez, un reciente estudio muestra que “por sí sola, la fuerte expansión del petróleo en el Brasil no fue capaz de arrastrar a los proveedores de bienes y servicios, como se desprende del bajo contenido nacional que caracteriza al sector” (Valor, 14 y 15/11). Esto revela una dependencia decisiva de Petrobras de los proveedores internacionales de servicios tecnológicos.


Por otra parte, siendo que “Petrobras no tiene condiciones financieras para hacerse cargo en soledad de la inversión”, sus propios técnicos reconocen que la explotación “sólo es viable y tendrá retorno con el precio del petróleo encima de los 60 dólares el barril”, lo que plantea una fuerte apuesta al sostenimiento de los precios de los precios actuales del petróleo, un punto que podría comenzar a ponerse en duda a partir de las perspectivas de recesión a nivel mundial.


El hallazgo de petróleo en el litoral brasileño vuelve a plantear todos los problemas que han quedado expuestos en las sucesivas crisis políticas y rebeliones en torno de la nacionalización de los hidrocarburos en América Latina. Lo que vuelve a dar actualidad a la necesidad de una campaña por la nacionalización sin pago del petróleo y el gas bajo gestión obrera, lo que incluye a las empresas estatales de gestión capitalista que son en realidad un mecanismo de exacción económica por parte de los fondos internacionales.