Después de la masacre

desde París


El miércoles 7 de enero se produjo una masacre en uno de los barrios populares de París, lo cual involucró la muerte de doce personas, la redacción y el personal del semanario satírico Charlie Hebdo y dos policías asignados a su protección. Se lanzó de inmediato una vasta persecución que culminó en la muerte de los presuntos culpables. Francia está hoy militarizada.


 


Estas horas van a marcar, sin duda, un giro en la situación política francesa. La secuencia tuvo un punto culminante el domingo 11, con una gran marcha de unión nacional en París, encabezada por el presidente francés François Hollande junto a los principales dirigentes del imperialismo europeo -Merkel, Rajoy, Junker, Renzi, Cameron- y también Netanhayu, el jefe del Estado sionista. Las centrales sindicales y los partidos políticos de izquierda adhirieron a esta marcha, con excepciones que se cuentan con los dedos de una mano.


 


 


Una masacre contra la clase obrera y las libertades democráticas


 


La masacre de Charlie Hebdo y el atentado antisemita tienen que ser condenados sin apelación. La libertad de expresión y la vida de los trabajadores y de la población tienen que ser defendidos sin condiciones. Se trata de métodos y políticas fascistas.


 


La reacción popular fue inmediata y continuó manifestándose bajo la consigna “Nous sommes tous Charlie” (“Todos somos Charlie”). Comprendió sobre todo a la población citadina, los trabajadores de prensa, los estudiantes, los maestros, los empleados. La emoción de la población es profunda y es un elemento político de importancia.


 


En cambio, el homenaje oficial de un minuto de silencio el viernes al mediodía fue seguido de una manera diferente, por ejemplo, en los colegios secundarios. Fue respetado en París y recibido con indiferencia, e incluso con gestos negativos, por los alumnos de los establecimientos populares de los suburbios, con población musulmana y de inmigrantes. Los jóvenes decían: “no hubo un minuto de silencio por los palestinos”.


 


Hay una confusión que debe ser evitada a toda costa. El imperialismo francés juega un rol reaccionario y de opresión de los pueblos, y utiliza los pretextos habituales de la defensa de la democracia y de la lucha contra el terrorismo. La discriminación contra la población musulmana se ha convertido en una política de la burguesía y del Estado. La juventud de los barrios más populares sufre particularmente esta opresión. Las organizaciones fundamentalistas reclutan en estos sectores.


 


Pero ninguna de estas consideraciones debe llevar a ser menos contundentes en la condena a la masacre. Lo que resulta válido es trasmitir esta condena también a los barrios y a la juventud de inmigrantes, lo que requiere una lucha consecuente contra la discriminación y ninguna connivencia con las instituciones del Estado y de la ‘izquierda’ gubernamental. En cambio, las organizaciones tradicionales del movimiento obrero se caracterizan por guardar silencio o ser cómplices de estas discriminaciones, además de marchar en frente único con los mentores de las masacres imperialistas y coloniales. 


 


 


Ninguna unidad nacional ni solidaridad con el gobierno


 


La manifestación del domingo 11 comenzó con un llamado del PS al frente republicano, continuó con la intervención del primer ministro como organizador y terminó con un cortejo encabezado por la Santa Alianza de los gobiernos europeos. El repudio legítimo de la población a una masacre fascista fue utilizado para legitimar una política reaccionaria. Sólo falta que el gobierno anuncie nuevas medidas represivas en nombre de la “lucha contra el terrorismo”. No podía esperarse otra cosa del Partido Socialista. Pero la conducta del Frente de Izquierda (PC y Parti de Gauche, de Jean Luc Mélenchon) ha sido lamentable. Fueron iniciadores del llamado y ahora justifican la manifestación como una “réplica republicana contra el oscurantismo y los integrismos religiosos”. Ensemble (constituido por una escisión de derecha del Nuevo Partido Anicapitalista -NPA) llamó a la manifestación, pero retiró su firma de la convocatoria. Estos son los juegos de la “izquierda de la izquierda” en Francia. Las centrales sindicales (con excepción de Force Ouvrière) convocaron también a la manifestación. Diversas secciones sindicales se han opuesto a este llamado, pero se trata de una actitud muy minoritaria.


 


Los únicos llamados a no participar en la marcha fueron de Alternativa Libertaria, el Nuevo Partido Anticapitalista y el Partido Comunista de los Obreros de Francia (maoísta). Lutte Ouvriére se opone también a la “unión nacional”, pero sin ningún llamado a una campaña.