Después del 15 de febrero: ¡Podemos ganar la guerra contra la guerra imperialista!

El 15 de febrero se ha transformado en un hito de la lucha de clases mundial: por primera vez en la historia, millones de personas manifestaron al mismo tiempo en todo el planeta para impedir la guerra contra Irak, contra el barbarismo y sus instigadores, el imperialismo y sus gobiernos. Desde Nueva York y Londres a Sydney y Tokio, desde Madrid y Roma a Buenos Aires y Bagdad, desde Berlín y Moscú a Tel Aviv, Atenas y hasta la Antártida, un resurgimiento sin precedentes de la humanidad oprimida ha sacudido al mundo y sus dirigentes.


El impulso a la guerra imperialista dirigida por EE.UU. trajo a las masas a la escena de la lucha política, a una escala nunca vista antes, incluso antes de que la guerra explote. Bush, Blair, Aznar, Berlusconi, etc.; con todos sus generales y políticos títeres, que están preparando el Armageddon, carecen del apoyo público y de legitimidad para sus acciones criminales. Incluso la pesadilla de los generales americanos en las etapas avanzadas de la guerra de Vietnam de llevar a cabo la guerra sin el apoyo público, ha sido superada por el actual movimiento de masas en contra de la guerra en todo el mundo, y particularmente en los países que apoyan la agresión imperialista: EE.UU., Gran Bretaña, Italia, España y Australia.


La brecha entre gobernantes y gobernados está llevando a una crisis profunda del sistema íntegro de representación política. La actitud de las masas antibélica y de oposición al imperialismo está combinada con una furia social por el dramático deterioro de las condiciones de vida y el desempleo producidos por la crisis capitalista y las medidas antipopulares tomadas por los gobiernos burgueses y las instituciones financieras internacionales. El propio curso bélico está educando a millones de que la crisis social económica del mundo es tan profunda que no puede ser resuelta solamente por medios económicos.


Esta crisis mundial está manifestándose en una recesión mundial, la pinchadura de la burbuja financiera, el quebranto de las colosales corporaciones estadounidenses, el estancamiento en Europa y Japón, el colapso de países enteros como Argentina, así como también el levantamiento de las masas que agudiza todas las rivalidades interimperialistas. Por primera vez luego del colapso de la URSS y del bloque soviético, una ruptura se ha desarrollado en la Otan y ha surgido un agudo conflicto entre los EE.UU. y el núcleo duro franco-germano de la UE. Este conflicto marca claramente que la guerra contra Irak no tiene nada que ver con la naturaleza del régimen de Bagdad o con la existencia de “armas de destrucción masiva”, sino que tiene como motivo no sólo los más ricos pozos petrolíferos de la región sino también la hegemonía mundial en este caótico mundo post guerra fría. La ONU y su Consejo de Seguridad son solamente un espacio de regateo entre imperialismos rivales que usan a los Estados más pequeños como apoderados y como arma para legitimar la agresión contra un país oprimido.


El movimiento antibélico tiene que ser totalmente independiente y políticamente opositor a los gobiernos imperialistas europeos y a la ONU, la herramienta del imperialismo. La línea propuesta por las organizaciones pacifistas y sectores de la izquierda, incluyendo al grupo dirigente en el Foro Social europeo y también el llamado “Secretariado Unificado de la IV Internacional”, de pedir a los gobiernos europeos y al Consejo de Seguridad que actúen en favor de una “solución pacífica” mediante “más inspecciones”, etc., es totalmente engañosa y proimperialista. Esta posición produce enormes ilusiones y adaptación a los imperialismos europeos, particularmente Francia y Alemania, y a la “cueva de ladrones”, la ONU, culpable ya de una serie de desastres, desde Corea, Chipre y Congo hasta la guerra de los Balcanes en los ’90, y el mismo Irak.


La única fuerza que realmente puede parar la guerra es la clase obrera mundial y las masas populares, cuya fuerza ha quedado demostrada en la movilización internacional del 15 de febrero.


La determinación de parar la guerra imperialista tiene que inspirar una escalada de continuas movilizaciones en todo el mundo con manifestaciones populares, bloqueo de las bases EE.UU./Otan, impedimento a la transferencia de material y personal militar en los puertos, aeropuertos y ferrocarriles; acciones huelguísticas, etc. El llamado de confederaciones, federaciones y sindicatos individuales en Italia, Grecia y otros países para una huelga general contra la guerra tiene que ser fuertemente apoyado y tienen que tomarse medidas adecuadas para su preparación.


La lucha contra el imperialismo y su guerra significa que no existe una hipócrita “igual distancia” entre los carniceros y sus víctimas: la defensa de Irak y su pueblo oprimido, por la derrota de la agresión imperialista, es nuestra obligación internacionalista.


Las maquinaciones de la Cia para usar fuerzas kurdas en el sur de Kurdistán para una invasión a Irak por el norte, tienen que ser derrotadas. La autodeterminación nacional kurda no puede ser lograda mediante una alianza c on Bush, Rumsfeld y sus agentes locales, sino con la unidad de lucha con el pueblo árabe iraquí y todos los pueblos oprimidos de la región para derrotar al imperialismo y a todos sus títeres y construir una federación Socialista de Medio Oriente, la cual proveerá garantías para el derecho a la autodeterminación nacional de los kurdos y de las otras naciones oprimidas de la región.


La lucha contra la guerra imperialista está directamente conectada con la pelea para derrotar los planes genocidas del gobierno sionista de Sharon de usar una agresión a Irak para su “solución final”, el traslado de palestinos; para la lucha para la defensa del pueblo palestino, el apoyo para su heroica Intifada hasta la victoria, la derrota del sionismo y el establecimiento de una República Socialista Palestina, democrática y laica en todo el territorio de Palestina donde árabes y judíos puedan vivir juntos y libres.


El 15 de febrero ha demostrado que podemos ganar. El grandioso movimiento antiguerra d esarrollado en los países imperialistas un movimiento en el cual la movilización contra la globalización capitalista se ha fusionado desde Seattle a Génova y Florencia debe unirse con todos los otros movimientos revolucionarios y luchas en todo el mundo. Primero que todos, el patio trasero del imperialismo, Latinoamérica, se transforma en un volcán con la revolución argentina, la revuelta en Bolivia, la crisis revolucionaria en Venezuela, la continua lucha armada en Colombia, la creciente crisis en Brasil. La solidaridad en la acción con la revolución latinoamericana es nuestra más poderosa arma contra el terrorismo de Estado.


La agresión contra Irak es un paso inicial, no el paso final en la campaña de guerra indefinida por parte del imperialismo de los EE.UU. y sus aliados contra los pueblos oprimidos para imponer su dominación mundial. Ya la campaña de guerra produce enormes crisis políticas y convulsiones que deben ser transformadas en batallas de una guerra de los oprimidos contra los belicistas y criminales de guerra del imperialismo norteamericano y mundial.


La guerra de liberación contra el barbarismo de la guerra imperialista debe ser desarrollada hasta la total erradicación de las raíces de la guerra: el derrocamiento del imperialismo, de toda la maquinaria estatal represiva de los gobiernos capitalistas y burgueses y su reemplazo por órganos de poder obrero para derrocar al imperialismo y construir un mundo de paz y justicia social, el mundo socialista.


Para la victoria necesitamos la unidad de acción y por sobre todo una estrategia revolucionaria, tácticas y organización, o sea una Internacional revolucionaria. La tarea que tiene frente a sí la vanguardia revolucionaria en todo el mundo, que se planteó también en todas las ocasiones previas en que la humanidad hizo frente al barbarismo de la guerra imperialista, ahora es más urgente que antes: debemos construir la Internacional, debemos movernos audazmente, sin vacilaciones, hacia la Refundación de la Cuarta Internacional.


 


25 de febrero de 2003