Detengamos la carrera de los capitalistas hacia la guerra con el frente de clase internacionalista de las masas explotadas y oprimidas de todo el mundo

Llamamiento a la Conferencia Internacionalista contra la guerra imperialista: Del 13 al 15 de junio en Nápoles (Italia)

Movilización propalestina en el País Vasco

Ochenta años después de la Segunda Guerra Mundial, la clase obrera mundial y los proletarios en general se enfrentan, como nunca antes, a una perspectiva colectiva sombría: una nueva guerra mundial, que se manifiesta en la intervención directa de las potencias capitalistas en conflictos interrelacionados, mientras cada una de ellas aumenta su militarización, no sólo a través de los presupuestos militares, sino también a través de una creciente represión interna, buscando preparar las condiciones para enviar a los trabajadores a morir por los intereses de "sus" estados capitalistas. Hace más de 30 años, los ideólogos burgueses proclamaron la victoria final del capitalismo con la plena incorporación de los países del llamado socialismo real al mercado capitalista mundial. Sin embargo, esta incorporación no ha supuesto el "fin de la historia", sino que ha incrementado la competencia capitalista y ha conducido a una crisis no resuelta desde 2008 que coexiste y alimenta el declive de Estados Unidos, cuyo Estado, ejército y moneda han estado durante décadas en el centro mismo del actual sistema de dominación imperialista mundial como potencia hegemónica.

Es la creciente crisis capitalista, resultado de las insuperables contradicciones del sistema, la que está socavando el dominio de los capitalistas sobre la acumulación de capital y la reproducción social, y empujándolos a recurrir cada vez más al uso del apoyo estatal mediante aranceles, sanciones, embargos, la instrumentación ofensiva de las finanzas, el dinero y las divisas. Los grandes monopolios transnacionales de los viejos países dominantes de Occidente se enfrentan a los nuevos competidores monopolistas que surgen en los países capitalistas "emergentes", con China en primer lugar, pero al mismo tiempo se enfrentan entre sí, como hemos visto con el Brexit y la tendencia a la ruptura de la OTAN entre EEUU y la UE, y las tensiones entre EEUU y Canadá. En esta lucha económica, que adopta nuevas formas, están destruyendo las instituciones políticas, comerciales y financieras que les permitieron gobernar el mundo desde la posguerra. Y día tras día, año tras año, esta competencia exacerbada se traslada también al plano militar: una carrera generalizada de rearme para prepararse a la próxima guerra mundial, mientras alimentan la guerra en Ucrania, el genocidio en Gaza, las guerras en Sudán y en el Congo, por mencionar sólo las más sangrientas.

El objetivo común de estas guerras industriales, comerciales, financieras y militares es acaparar una mayor parte de la riqueza generada mediante la explotación de los trabajadores, los campesinos pobres y la naturaleza en todo el mundo. Las potencias enfrentadas se reúnen en torno a las dos mayores potencias capitalistas: Estados Unidos y China, que están en el centro de la lucha, mientras se intensifican las tensiones entre Estados Unidos y Europa, e incluso Japón. Los alineamientos de las potencias están cambiando, como puede verse en la decisión de engrosar los presupuestos militares de los países europeos o en la discusión de un acuerdo comercial entre China, Japón y Corea del Sur.

Los EEUU de Trump, para recuperar su decadente supremacía, están forzando al resto del mundo, incluidos aliados, a someterse a sus intereses con una política gansteril de saqueo de minerales, petróleo, riquezas de otros pueblos. No renuncian a su estrategia de avanzar contra China y Rusia, aunque la lista de sus derrotas militares es larga, empezando por Vietnam hace cincuenta años, hasta llegar a Ucrania hoy. Y hay una relación directa entre las proclamas bélicas y de expansión territorial de Trump y su intento fascista de militarizar la sociedad: la histeria contra los inmigrantes y la comunidad LGBT+ es parte de la regimentación social para la guerra que expresa cabalmente la extrema derecha que el bloque de poder de Trump promueve internacionalmente.

China, gracias a su creciente supremacía manufacturera y a su superávit financiero, enarbola la bandera del libre comercio y atrae a otras clases capitalistas hacia acuerdos comerciales en el marco de la Iniciativa de Desarrollo Global de Pekín (puertos gigantes, megaproyectos de transporte/energía, etc.) que dejan a los trabajadores locales masivamente explotados. Los imperialistas europeos pretenden defender el saqueo y la militarización de Europa del Este, África subsahariana y otras regiones del mundo, mientras se presentan como defensores de la democracia, el multilateralismo y los derechos humanos frente a la arrogancia de Trump.

El apoyo de la OTAN al genocidio israelí en Gaza, junto con las anexiones territoriales en Cisjordania, Siria y Líbano para formar un "Gran Israel", forman parte de la misma confrontación internacional y funcionan como un arma dirigida contra China. Rechazamos los bombardeos y amenazas hacia Yemen e Irán que EEUU e Israel están intensificando. Al mismo tiempo debemos subrayar que la expulsión del sionismo no vendrá de los regímenes reaccionarios de la región, que han colaborado con él de diferentes maneras desde su creación, sino de la lucha socialista unida de las masas explotadas y oprimidas del Levante. Saludamos la rebelión obrera y popular contra estos regímenes, como hemos visto en el Líbano y en la República Islámica de Irán, que ha exterminado y dispersado a toda una generación de valientes militantes revolucionarios y oprime sin piedad a la clase obrera, a las masas pobres y a las mujeres desfavorecidas de ese país, mientras finge hipócritamente apoyar la causa palestina.

Todas las potencias capitalistas grandes y regionales están construyendo sus ejércitos, aumentando sus presupuestos militares a costa de recortes salvajes de las prestaciones sociales, desde el plan de 800.000 millones de euros de la UE hasta el presupuesto militar de 1 billón de dólares de Estados Unidos, pasando por el crecimiento constante del 7,2% anual de China, mientras que Japón está revisando su Constitución de desarme y recuperando el tiempo perdido como potencia derrotada en la Segunda Guerra Mundial.

Esta tendencia cada vez más acentuada y acelerada a la guerra es la única "solución" que la clase capitalista puede dar a la crisis histórica de su sistema social - una crisis del proceso de acumulación y del orden político internacional que por primera vez en la historia se entrelaza con una catástrofe climática en ciernes y una crisis sin precedentes de la reproducción social y de la propia sociabilidad, con una impresionante y corrosiva extensión del individualismo y de la violencia en las relaciones interpersonales.

Estos enfrentamientos entre grandes potencias capitalistas también se están volviendo cada vez más violentos en América Latina, principalmente como resultado de la presión de Estados Unidos para contener los intereses económicos y la influencia política de China en el continente, mientras los trabajadores y las masas se ven sometidos a medidas de austeridad y penurias bajo gobiernos de derecha como el de Milei en Argentina. Para los trabajadores y campesinos latinoamericanos, la alternativa no pasa por alinearse con los BRICS. Incluso países que han vivido grandes revoluciones, levantamientos y luchas antiimperialistas (Cuba, Nicaragua, Venezuela) están experimentando retrocesos reaccionarios, al unirse a un campo que está en contra de Occidente, pero que sigue claramente las reglas de la economía de mercado con la explotación de la clase obrera dentro de ellas. La batalla común para expulsar a los viejos y nuevos poderes capitalistas plantea la lucha por la Unidad Socialista de América Latina. En el momento actual es necesario y urgente enfrentar la expulsión de Trump de los inmigrantes latinoamericanos en alianza con los trabajadores en lucha dentro de EEUU.   

El capitalismo sólo puede ofrecer este sombrío panorama. Millones de trabajadores y de seres humanos en general están sufriendo las consecuencias de esta competencia feroz en términos de aumento de la explotación y recortes de bienestar, y están siendo asesinados, heridos y desplazados por las guerras. A pesar del enorme odio y resistencia generados por los gobiernos del hambre y las guerras, hasta la fecha, la respuesta de la clase obrera y las masas oprimidas no ha sido suficiente para detener esta carrera hacia el abismo, lo cual también es responsabilidad de la bancarrota política de la llamada "izquierda", ahora completamente cooptada por el establishment capitalista.

En los países imperialistas, así como en el "Sur global", los principales partidos burgueses, así como la mayor parte de la llamada "izquierda", apoyan los preparativos para la guerra y las medidas contra la clase obrera. Se han puesto del lado del "campo" al que pertenecen sus países, con una minoría que hace guiños al campo capitalista opuesto. Y todos ellos maniobran para arrastrar tras de sí a los trabajadores mediante la amenaza y el engaño.      

Esta integración de la dirección política y sindical de la clase obrera en el Estado capitalista contrasta fuertemente con las grandes explosiones sociales, huelgas y manifestaciones masivas contra las políticas represivas y de austeridad en varias regiones del mundo, así como con el surgimiento global del enorme movimiento contra el genocidio sionista, en apoyo a la Resistencia Palestina y al derecho de los palestinos a regresar a sus hogares y tierras, en el que la juventud y los estudiantes desempeñan un papel central.

Nuestras organizaciones se encuentran entre las pocas que se han atrevido a ir contra corriente y oponerse firmemente a ambos campos imperialistas en la guerra de Ucrania, así como en todos los demás conflictos, dando pasos para construir el campo proletario internacionalista, un campo que incluya potencialmente a la inmensa mayoría de la humanidad.

La Conferencia que convocamos en Nápoles los días 14 y 15 de junio es un paso adelante en este trabajo de construcción, que algunos iniciamos en reuniones anteriores como la importante Conferencia de Buenos Aires en 2024. Llamamos a unirnos a todos aquellos que confían y ponen sus esperanzas en la clase obrera y sus luchas, no en el poder de ningún Estado existente, siendo todos ellos Estados capitalistas. Oponemos el nacionalismo que ata a los trabajadores a sus explotadores con el internacionalismo, que une a los trabajadores con sus compañeros de otros países.

La liberación de los oprimidos sólo puede lograrse mediante una lucha dirigida por la clase obrera, nunca por los capitalistas. Si nos unimos internacionalmente, nos convertimos en una potencia, una potencia muy grande, y atraemos el apoyo de las masas explotadas de todos los países. La enorme fuerza potencial de nuestro frente de lucha se vio precisamente en el movimiento de solidaridad internacional que suscitó la resistencia palestina.

Nuestra lucha más urgente es contra el rearme, la militarización de la sociedad, la economía de guerra y los recortes sociales, y contra las políticas gubernamentales de preparación para la guerra, así como contra la "guerra interna" para la supresión de las luchas sociales, los ataques a los inmigrantes, culpándoles de todas las dificultades para dividir a la clase obrera. El militarismo va de la mano de la represión estatal, mientras que todo el marco legislativo/judicial toma una dirección reaccionaria contra los derechos laborales, sociales y democráticos. La peligrosa tendencia al ascenso de la extrema derecha en varios países se convierte en el ariete del sistema burgués de poder para subordinar la clase a la nación. Este ascenso es una expresión de la agresión del capital contra el trabajo y las tendencias a cuestionar la política y la dominación capitalistas. Contra el programa de la extrema derecha, la lucha por la igualdad real de mujeres y hombres, la lucha contra el patriarcalismo individual y colectivo, la lucha contra todas las formas de racismo y discriminación de las minorías nacionales y étnicas y de las personas LGBT+, la lucha contra la destrucción del medio ambiente, son parte integrante de nuestra lucha. La extrema derecha ha surgido gracias a los desastres sociales producidos por las políticas neoliberales y la renuncia a la lucha de clases por parte de las organizaciones del viejo movimiento obrero. La colaboración de clases no es la respuesta, sólo el frente único de la clase obrera, en las calles, las huelgas y los piquetes, puede responder a cada golpe y derrotar sus ofensivas.

En los países imperialistas "el principal enemigo está en casa", ¡y en ninguna parte el "enemigo de nuestro enemigo" capitalista es nuestro amigo!

La Administración Trump está barajando de nuevo las cartas, asestando golpes a los socios norteamericanos y a los aliados europeos, tratando de atraer a Rusia hacia un acuerdo de partición de Ucrania dejando a los codiciosos belicistas europeos fuera de juego. Zelensky no encarna una lucha por la defensa nacional, sino que es una marioneta de la OTAN, que pone el destino de Ucrania en manos de sus amos. Tanto si Putin llega a un acuerdo de "paz" como si no, el resultado será el robo, el único resultado posible -excepto la revolución- de una guerra de robo. Si efectivamente se acuerda un tratado de saqueo colonial, esto no impedirá la marcha hacia la guerra entre las grandes potencias capitalistas. Defendemos la fraternización de los soldados y obreros rusos y ucranianos contra la guerra imperialista, y abogamos por el derrocamiento de los regímenes de Zelensky y Putin, que son antiproletarios y anticomunistas, contrarios a la Revolución de 1917 y a la política de Lenin sobre la cuestión nacional.

Nos oponemos firmemente a las políticas de intimidación MAGA de Estados Unidos, así como a las ambiciones imperiales que la UE y los gobiernos europeos intentan resucitar, tanto si consiguen construir los reaccionarios Estados Unidos de Europa, como si lo más probable es que se rearmen por separado hasta los dientes para promover sus intereses separados -y contrapuestos-. Nos oponemos firmemente al rearme de Japón para enfrentarse a China en alianza con Estados Unidos. Denunciamos a la actual China capitalista, que no es hija de la Revolución China, sino de la contrarrevolución capitalista, opresora de la mayor clase obrera del mundo con su estado policial de la IA, y paraíso de los multimillonarios a la par de los EE.UU. Tampoco podemos apoyar de ninguna forma a la Rusia militar-estatal que utiliza a sus jóvenes más pobres como carne de cañón para tratar de restaurar el imperio de los zares junto con su papel reaccionario. El proyecto BRICS no es una alternativa "multilateral" al imperialismo occidental, sino un bloque contradictorio de estados reaccionarios y explotadores.

Frente a las guerras de nuestros gobiernos, retomamos las mejores tradiciones socialistas del derrotismo revolucionario, defendemos la confraternización entre soldados de frentes opuestos, la transformación de la guerra imperialista en revolución que derrocando el dominio del capital e instaurando el poder obrero ponga fin a la explotación y a las guerras, dedicando las fuerzas productivas a la satisfacción de las necesidades sociales, y no de la codicia y los beneficios de unos pocos.

Las organizaciones firmantes han unido sus fuerzas para construir el campo revolucionario proletario. Nos proponemos trabajar con todas nuestras fuerzas por el renacimiento de una nueva Internacional proletaria que atesore todas las grandes batallas del pasado, tanto las ganadas como las perdidas. La lucha por una Internacional revolucionaria está indisolublemente ligada a la construcción, en cada uno de nuestros países, de partidos revolucionarios de la clase obrera. Y sólo podremos avanzar en este camino prohibiendo toda forma de chovinismo y oportunismo. Se unirán más organizaciones, a medida que las vanguardias obreras decidan levantarse no sólo por un salario justo, sino para poner fin a la esclavitud asalariada, y rechazar ser carne de cañón de sus explotadores.

¡No al rearme y a la guerra! ¡Alto al genocidio en Gaza y a la guerra en Ucrania, Sudán, Congo!

Defender el poder adquisitivo de los salarios y reducir la jornada laboral: ¡trabajar menos para trabajar todos!

¡Libertad para todos los presos y perseguidos políticos!

¡Frente unido de trabajadores y pueblos oprimidos contra el imperialismo, el racismo y el fascismo!

¡Por el poder de los trabajadores y las masas explotadas! ¡Luchemos por una sociedad sin clases, sin explotación ni opresión! ¡Luchemos por el socialismo internacional!

Trabajadores del mundo, ¡unámosnos!

Liberación Comunista - Grecia

PO (Partido Obrero) - Argentina

SEP (Partido Socialista de Trabajadores) - Turquía

SWP (Partido Socialista de Trabajadores) - Gran Bretaña

TIR (Tendencia Internacionalista Revolucionaria) - Italia

MLPD (Partido Marxista-Leninista de Alemania) - Alemania- suscripta por Monika Gärtner-Engel, responsable de internacionalismo

UFCLP (Comité de Frente Único por un Partido Laborista)- Estados Unidos

Tribuna Classista- Brasil

Fuerza 18 de Octubre- Chile

Agrupación Vilcapaza- Perú

Comunistas - Cuba

Un extraordinario foro antirrepresivo internacional
Sesionó online con la participación de organizaciones y referentes de 24 países -
www.prensaobrera.com