Diario de un carrerista

Erundina acaba de confesar a un diario paulista que ella abandonó su “pasado sectario” y que ahora ha comprendido que “la realidad” sólo puede ser cambiada “desde adentro”. Al igual que todos los oportunistas y carreristas antes que ella, Erundina se acuerda de hacer estas “confesiones” cuando tiene el “queso” al alcance de la mano y ha quemado todas sus naves. Pero cuando tuvo que luchar para conseguir la candidatura por el PT a la Intendencia de San Pablo, en 1988, Erundina posaba de vice-líder del ala izquierda del partido.


La “confesión” es importante por varios motivos. En primer lugar porque constituye un testimonio tardío de que, como representante del PT, se desempeñó al frente del municipio de la ciudad de San Pablo formando parte, “desde adentro”, del régimen de Collor, al cual creía poder cambiar (la prensa informa que los contactos con Itamar que terminaron llevándola al gabinete comenzaron cuando el vicepresidente de Collor actuaba como “contacto” entre el gobierno nacional y la intendencia paulista). A partir de esta “confesión”, está claro que la transición del gobierno de Collor al gobierno de Itamar Franco le ha resultado a ella y a la dirección del PT, menos dolorida (y hasta más “collorida”) de lo que se podría imaginar. La revelación es también importante porque entraña una caracterización del gobierno de Itamar Franco, que para Erundina y para la dirección del PT no sería proimperialista como el de Collor, o que sería, por lo menos, incorruptible —aunque un reciente “crédito” a la “emprenteira” (contratista) Andrada Gutiérrez, para realizar una gigantesca obra pública en Irán, demuestra que los que “cotizaron” para Collor ya están poniendo en el cofre de los funcionarios de Itamar.