Donald Trump vs. Hillary Clinton: claves para entender las elecciones norteamericanas

Seguí minuto a minuto los resultados



 


Fuente: Associated Press


Con un final abierto, Estados Unidos vuelve a elegir presidente.


El carácter ajetreado de la campaña, con fuertísimas acusaciones cruzadas entre los dos principales candidatos, ha sido el reflejo de la profunda crisis norteamericana.


Pese a la activa intervención estatal, a la crisis de 2008 le siguió la recuperación más débil desde la década del ’30. Las empresas concentran sus fondos en el mercado financiero y se está creando una nueva burbuja.


 


En los últimos quince años, se perdieron cinco millones de puestos de trabajo en la industria. La corresponsal del diario Clarín, Paula Lugones, ha descripto un escenario desolador en el “Rust Belt”, el cinturón industrial del norte del país, con pueblos fantasmas y altos niveles de pobreza y desempleo.


 


En uno de esos artículos, afirma que “la crisis, pero también la automatización, el cierre o deslocalización de empresas, hizo que muchos trabajadores quedaran sin empleo y que no pudieran reinsertarse en otro de la misma calidad o paga. Muchos terminan en call centers y con dos empleos a la vez para ganar lo mismo o menos que antes. Otros ya ni buscan. Ellos sienten que no tienen voz, que nadie los escucha, que han sido olvidados” (31/10).


 


 


Impacto político


 


Este escenario económico y social, así como la enorme frustración popular que produjo la presidencia de Obama, redundó en el ascenso de Bernie Sanders y de Donald Trump.


 


El malestar con el régimen político se ha expresado también en una buena performance en las encuestas de los “terceros candidatos”, la ‘verde’ Jill Stein y el ‘libertario’ Gary Johnson, que de todos modos podrían verse afectados en el momento de la votación por la polarización entre los dos principales candidatos.


 


En el caso de Utah, sintomáticamente, un ex agente de la CIA que se presenta como candidato independiente podría ganar la gobernación.


 


La crisis podría llevar a una reconfiguración del mapa político norteamericano, caracterizado históricamente por el bipartidismo.


 


Sanders, que no logró derrotar a Hillary Clinton en la interna demócrata pero obtuvo más de 10 millones de votos y la venció en numerosos estados, se hizo fuerte con su planteo de un aumento del salario mínimo y cese de los aranceles universitarios, entre otros puntos. Desestimó una candidatura independiente y se transformó en un soporte de la desprestigiada candidatura de Hillary, llamando a votar por ésta como un “mal menor” frente a Trump.


 


Sin embargo, muchos de sus votantes en las primarias podrían emigrar al magnate republicano.


 


Trump, emergente derechista y fascistizante de la crisis, explotó en su favor el malestar por la situación económica, ratificó en los debates sus planteos de barreras a las importaciones y de oposición a los tratados de libre comercio, intentando presentarse como un defensor de los trabajadores ante la merma en el empleo.


 


Pero también Clinton ha debido recoger planteos proteccionistas, reflejando no solo un accionar demagógico sino también la presencia de un debate de fondo en el imperialismo ante el impasse de la economía.


 


El proteccionismo, sin embargo, presenta sus propios límites y despierta el resquemor de los sectores de la burguesía que tienen deslocalizada parte de su producción en el extranjero y explotan la mano de obra barata de otros países (como la industria automotriz con México). Esto explica, en buena medida, la oposición mayoritaria del establishment, incluyendo sectores del Partido Republicano, a la candidatura de Trump, quien expresa más consecuentemente estos planteos proteccionistas.


 


El lema de campaña de Trump, “Hagamos grande a Estados Unidos otra vez”, es un reconocimiento del declive norteamericano. En el plano exterior, el imperialismo yanqui ha sufrido en los últimos años un empantanamiento en muchas de las guerras que emprendió. En Medio Oriente, los yanquis dependen de todo tipo de pactos políticos -muchos de ellos contradictorios- en la región para sostener su dominación. 


 


Tanto Hillary como Trump promueven una acentuación del militarismo. 


 


 


Debates


 


Así las cosas, los debates presidenciales y la recta final de la campaña fueron escenarios de fuertes choques entre los candidatos.


 


A modo de contragolpe por las denuncias en su contra por abuso sexual y misoginia, Trump organizó antes de uno de los debates una conferencia de prensa con cuatro mujeres que han denunciado a los Clinton por abusos.


 


Hillary debió enfrentar también las acusaciones del FBI por el uso negligente de su correspondencia digital como funcionaria.


 


Las filtraciones cruzadas expresan seguramente un agrietamiento del aparato estatal y muestran indudablemente la putrefacción de un régimen social personificada en sus candidatos y sus “atributos”: abuso sexual, encubrimiento de abusos, discriminación racial y duplicidad, entre otros.