Dos semanas de huelga general en Bolivia

Las masas indigenistas rompen con Evo Morales -de nuevo la hora de la alianza obrero-campesina

Luego de diez días de huelga general y movilizaciones multitudinarias en todo el país, la Central Obrera Boliviana (COB) obligó al gobierno a sentarse a discutir con los delegados obreros, mientras cientos de maestros rurales marchaban en las calles adyacentes a la vicepresidencia y los trabajadores de la salud rodeando el lugar.

El reclamo del aumento salarial, que la dirigencia de la COB ha oficializado en un 15%, sigue siendo el eje central del conflicto. En una maniobra que complicó las negociaciones, el gobierno dejó el tema salarial para ser discutido como último entre ocho puntos.

El ejecutivo de los maestros rurales del norte de Potosí, Enrique Colorado, señaló que “que al poner al último, puede ser una traición de la COB”. “Tiene que consultar al magisterio rural y nacional, si firma (antes) será otro vil traidor (en alusión al secretario general de la COB, el masista Montes)”. A su turno, el secretario general de la Federación Nacional de Trabajadores de Seguridad Social de Bolivia, Juan José Guzmán, dijo que los dirigentes tienen la instrucción de consultar antes de firmar, “por lo menos en el caso nuestro”.

Bloqueos y marchas

El último jueves, el gobierno declaró ilegal la huelga general indefinida, lo que generó una radicalización de las protestas callejeras.

El viernes, la movilización alcanzó el punto más alto. Los bloqueos urbanos se extendieron a las rutas, el transporte en Santa Cruz, La Paz, Cochabamba, Oruro quedó paralizado.

n La Paz se registraron durante la jornada una decena de heridos en enfrentamiento entre policías y los sindicatos obreros durante uno de los cortes de ruta. “Dispararon a quemarropa sus gases lacrimógenos”, reportó Eliseo Mamani, dirigente de la Federación de Trabajadores de Educación del departamento de La Paz, que señaló que “hay unos 12.000 maestros rurales en los puntos de bloqueo de la carretera La Paz-Oruro”.

Los afiliados a la Central Obrera Departamental (COD) de Chuquisaca cumplieron esa jornada bloqueando los principales accesos carreteros a la ciudad y lograron aislar a la capital del resto de los departamentos del país. El secretario de Relaciones de la COD, Orlando Hurtado, aseguró que en ella participaron, por turnos, unas 2.500 personas en cada punto de bloqueo. No hubo ingreso ni salida en la carretera a Potosí -lo que significa que tampoco se pudo viajar a Oruro ni a La Paz-, en la carretera a Cochabamba y a Santa Cruz ni en la carretera a Tarabuco.

Las manifestaciones afectaron la visita de Evo Morales en Tarija, en el marco de un acto patrio departamental. Morales se vio obligado a retirarse de los festejos, en medio de una represión que dejó una decena de heridos. “No lo queremos aquí, que vaya a La Paz a dialogar con la COB y solucionar la demanda de los trabajadores”, señaló el secretario de conflictos del Magisterio Rural de Tarija, Daniel Flores.

Alrededor del 95 por ciento de las unidades educativas del departamento de Cochabamba permanecen cerradas y con aulas vacías debido al acatamiento casi total a la huelga general convocada por la Central Obrera Boliviana (COB) a escala nacional.

El secretario ejecutivo de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), Guido Mitma, señaló: “Nosotros no vamos a retornar sin conseguir los objetivos de la lucha unitaria. (Nuestro éxito) va a depender mucho de la unidad y fortaleza de las movilizaciones”.

A la movilización de la Central Obrera Boliviana (COB), se sumaron los jubilados (exigen un incremento en sus pensiones que compense el alza del costo de la vida después de que el gobierno anunciara que el aumento a los jubilados será solamente del 1,5 por ciento) y los trabajadores de la Administración Autónoma de Servicios Auxiliares a la Navegación Aérea (AASANA), que obligaron a las autoridades aeronáuticas a militarizar ese centro de operaciones aéreas para que no se suspendan las salidas ni llegadas de aviones.

Divisiones

García Linera y el MAS denunciaron a las movilizaciones obreras de “minoritarias”, “golpistas”, y las vincularon a una interna obrera de cara a las próximas elecciones de la COB. Asimismo, han movilizado a las organizaciones sociales afines al MAS, aglutinadas en la Coordinadora Nacional para el Cambio (Conalcam), que se declararon en emergencia y anunciaron una marcha para hacer frente a las movilizaciones de la Central Obrera Boliviana (COB).

El Consejo Nacional de Ayllus y Marcas del Qullasuyu (Conamaq), por el contrario, rechazó las amenazas de la Conalcam. El máximo representante del Conamaq, el Jilli Apumallku Sergio Hinojosa, expresó su protesta contra algunos dirigentes campesinos “serviles al gobierno”, que a nombre de esa organización sindical rechazaron las movilizaciones de los sectores afiliados a COB y sus demandas. Los 16 suyus afiliados al Consejo Nacional del Conamaq, exigen al Gobierno atender las demandas de los sectores laborales. En el mismo sentido, el comandante general del Consejo Originario de Ponchos Rojos, Ruperto Quispe, advirtió que el gobierno se “equivocó” al dictar el gasolinazo de diciembre pasado.

La Conalcam, formada por organizaciones campesinas, indígenas, gremiales, vecinales y de otros sectores que apoyan al MAS, emergió como una fuerza social cuando la oposición de la derecha se atrincheró en la “media luna” (Santa Cruz, Pando, Tarija). El MAS explotó esa movilización contra la intentona golpista de la burguesía autonomista, para negociar con la derecha los límites de la asamblea constituyente. Es difícil que Linera y el MAS puedan lograr lo mismo de las organizaciones cooptadas por el gobierno, contra la lucha obrera.

Se desarrolla una nueva etapa

Durante una década donde la masa campesina y la indígena ocupó el centro del escenario político, desde las luchas por la tierra, el agua y los derechos culturales para los pueblos originarios, llegando a la lucha por el gas y la asamblea constituyente, y transfirió la realización de sus objetivos al gobierno del MAS. La gran novedad es que esta masa ha entrado en choque con su burocracia política y con la pequeña burguesía que tomó las riendas del estado. Esta ruptura ha abierto una nueva oportunidad a la COB y a las federaciones mineras, que en el pasado fueron incapaces de liderar el movimiento indígena -sea por abstencionismo o por seguidismo y por cooptación, por fin, al gobierno. Sigue ausente en Bolivia una aproximación revolucionaria del proletariado al campesinado y al indigenismo urbano, lo que está ocurriendo es que estos han ido al frente de un choque contra Evo Morales y el proimperialista García Linera, en especial a partir del gasolinazo.