Duhalde y Ruckauf, con los masacradores

El gobierno argentino votó en contra de una propuesta presentada en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas tendiente a incluir en los debates de la Comisión las masacres que está sufriendo el pueblo iraquí y la catástrofe humanitaria desatada por la guerra imperialista.


El proyecto de resolución, impulsado por Brasil, Sudáfrica, Paquistán y Arabia Saudita, entre otros 18 países, buscaba, según sus impulsores, “garantizar la protección de los civiles durante las guerras u ocupaciones”.


El gobierno de Duhalde y Ruckauf se opuso tajantemente y “reprobó la mera posibilidad de que fuera considerado como un tema de violación de los derechos humanos” (La Nación, 29/3). Con su voto, Duhalde-Ruckauf brindaron un importante servicio diplomático a los agresores del pueblo iraquí, al impedir que “se abriera un nuevo frente de batalla para los Estados Unidos” (ídem).


El voto del gobierno argentino refuta todos los versos acerca de su preocupación “humanitaria”. Con el verso “humanitario”, el gobierno se apresta a enviar un contingente militar “no combatiente” a Irak (exactamente la misma “colaboración” que presta el guerrerista Aznar) y hace lobby para que las empresas argentinas puedan “morder” en el negociado de la reconstrucción de Irak (La Nación, 28/3).


Como era de esperar, el rechazo del gobierno argentino a considerar la masacre del pueblo de Irak como una cuestión humanitaria recibió “el beneplácito de Estados Unidos” (La Nación, 29/3). Una palmada en la espalda, nada más, porque el negocio de la reconstrucción de Irak está reservado a las empresas norteamericanas.


El voto confirma que el gobierno argentino forma parte integral del dispositivo de guerra norteamericano. El mejor servicio que el pueblo argentino puede hacer a la causa de la lucha contra la guerra es terminar con este gobierno de criminales “humanitarios”. Guerra al gobierno de la guerra.