Ecuador: la crisis política y el ballotage

La barbarie de la masacre penitenciaria.

El Consejo Nacional Electoral (CNE) proclamó el fin de semana pasado los resultados de la primera vuelta de los comicios ecuatorianos, realizada el 7 de febrero, ratificando como ganador a Andrés Arauz, el candidato del correísmo (con un poco más del 31% de los votos), y colocando en segundo término a Guillermo Lasso, candidato de la derecha (con el 19,7% de los votos). De este modo, dejó fuera del ballotage a Yaku Pérez, que había competido por Pachakutik, brazo político de la Conaie y otros movimientos indígenas, quien quedó apenas tres décimas por debajo del segundo (19,4% de los votos), según el CNE.

Los primeros registros electorales habían colocado en segundo lugar al candidato de Pachakutik, pero esa situación se invirtió después, en favor de Lasso, lo que despertó sospechas de fraude. Pérez reclamó un recuento de la mitad de los votos en quince provincias y del 100% en Guayas, al que el candidato de la derecha accedió inicialmente. Sin embargo, se desdijo a las pocas horas. El Consejo Nacional Electoral, por su parte, se dividió respecto al pedido de Pérez, y el planteo del recuento no prosperó.

En estas condiciones, Pachakutik emprendió una movilización desde el sur del país, que este martes 23 arribó a Quito. Pachakutik demanda al Consejo Nacional Electoral que se revisen 20.000 actas que presentarían “inconsistencias”, y que le permitirían recuperar al menos 60.000 votos a Pérez, suficientes para pasar al ballotage (El Universo, 25/2). El viernes, día en que vence el plazo para que el organismo se expida, habrá una nueva movilización al CNE. Si éste no hace lugar a la objeción de la coalición indigenista, Pérez podría aún apelar al Tribunal Contencioso Electoral. En el comunicado del 23 de febrero difundido por Pachakutik, se incluye una cita de Carlos Sucuzhañay, de la Confederación de Pueblos de la Nacionalidad Kichwa del Ecuador (Ecuarunari), parte de la Conaie, quien no descarta “medidas más altas como un levantamiento general” si “se consolida el fraude”. Pero en declaraciones más viejas, Pérez había dicho exactamente lo contrario: “no quiero que por causa del CNE tengamos un levantamiento” (La Nación, 11/2).

En paralelo al pedido al CNE, Pérez recurrió a la justicia, en reclamo de una auditoría en seis provincias. A partir de ello, la Contraloría General del Estado reclamó al Consejo Nacional Electoral una pericia informática y la Fiscalía General del Estado quiso registrar la base de datos. En medio de la proclamación de los resultados oficiales, se produjo una tensa situación, cuando la presidenta del CNE denunció que le habían retirado la custodia policial y circuló el rumor de que la Fiscalía quería llevarse las computadoras. El correísmo alertó entonces sobre un intento de fraude y golpe de Estado por parte del gobierno de Lenín Moreno, responsable de los organismos antes señalados. Además, añadió otra denuncia: que el gobierno colombiano, en manos de la derecha, había echado al ruedo una falsa denuncia de financiamiento por parte de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) a la candidatura de Arauz, con el propósito de brindar argumentos para sacarlo de la contienda.

Entre Quito y Washington

Este escenario de denuncias cruzadas recalienta el ballotage. En caso de que no prosperen los planteos de revisión de Pachakutik, la posición respecto a la segunda vuelta se definiría en un congreso nacional. En el ballotage de 2017, que enfrentó al entonces candidato del correísmo, Lenín Moreno, con Lasso, Yaku Pérez había llamado a votar por este último argumentando que es preferible un banquero a una dictadura. Pero ahora, a raíz de las irregularidades en los conteos, Pérez denunció un pacto de Arauz y Lasso para sacarlo del medio, lo que plantea la posibilidad de que Pachakutik no se pronuncie finalmente por ninguno de los dos candidatos. En tanto, Izquierda Democrática, que fue cuarta fuerza con el 16% de los votos, y que está capitaneada por un empresario agroexportador, ya anunció que no llama a votar ni por uno ni por otro. En estas condiciones, pese a la ventaja con la que parte el candidato del correísmo, el resultado del segundo turno no está definido.

De todos modos, según Página 12 (18/2), se habrían abierto “canales informales” entre el correísmo y la administración Biden, que daría por hecho que Arauz se impondrá en la segunda vuelta. El candidato de la Unión por la Esperanza viajó a Estados Unidos, donde se reunió con funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI). Plantea una renegociación del acuerdo suscripto por Lenín Moreno, que tiene como contrapartida una brutal agenda de ajuste, y no descarta recurrir a organismos financieros alternativos. “No somos dependientes de recibir el aval de un solo organismo”, apuntó (El Universo, 24/2). Pero se esmera en hacer buena letra. Acaba de decir que “vamos a fortalecer la dolarización con el apoyo de los Estados Unidos y de los organismos internacionales”. Ya había dicho previamente que “nuestra relación con Estados Unidos va a ser excelente, especialmente ahora, con la administración del presidente (Joe) Biden” (Infobae, 8/2). Con estas definiciones, le disputa a Lasso el favor de los capitalistas y del imperialismo.

 


Barbarie

En medio de las tensiones por el ballotage, se produjeron el martes motines en las cárceles de Guayaquil, Cuenca y Lacatunga -que están superpobladas con hacinamientos que superan en un 70% su capacidad- que dejaron 78 presos muertos. Los medios hablan de una confrontación de bandas por el control de los pabellones. La posesión por parte de reclusos de motosierras y armas de fuego revelaría el involucramiento del servicio penitenciario. Pese a que esta masacre estaba largamente anunciada por masacres previas, el gobierno no hizo nada por impedirlo. Peor aún, reforzó la militarización de los penales. La masacre ha puesto de relieve también las “condiciones infrahumanas (de la) sobrepoblación penitenciaria” (El Telégrafo, 25/2). Es una muestra más de la barbarie social en Ecuador, que en los comienzos de la pandemia vio a los cadáveres amontonándose en las calles de Guayaquil debido al raquitismo de su sistema sanitario.

Para las masas, las políticas de ajuste configuran una situación insoportable.