EE. UU: Se reúne en Pittsburgh la Convención del Partido de los Trabajadores

No hace muchos años, la idea de un partido de trabaja­dores era poco más que un slo­gan. En 1996, un puñado de sindicatos junto con 1.350 de­legados se jugaron y fundaron el Labor Party. Hoy, cinco grandes sindicatos nacionales, varios organismos sindicales regionales, numerosos sindi­catos locales y miles de miem­bros individuales pertenecen al Labor Party. Esta joven or­ganización política dará su se­gundo paso en su Primera Convención ordinaria, que se realizará entre el 13 y el 15 de noviembre en Pittsburgh.


Nadie podría decir que el Labor Party es un verdadero partido político, mucho menos que es un contendiente en la política norteamericana. Pero Tony Mazzocchi, el principal promotor de este partido, dijo que “establecimos una enti­dad que va hacia delante y una cierta institucionalización con los sindicatos afiliados”.


Establecido


Chris Townsed, director político del United Electrical Workers (UE) expresó un pen­samiento similar: “Nuestro éxito es que el período de instalarnos ha terminado. El apoyo de los sindicatos era crítico”.


Cada sindicato afiliado paga 10.000 dólares al año. En los últimos meses, tanto la SEIU (sindicato de los emplea­dos estatales) como la UE con­tribuyeron con montos equiva­lentes a la cotización de afilia­ción aunque han declinado convertirse en promotores for­males. El SEIU incluso envió convocatorias de la Conven­ción del Labor Party a todos sus sindicatos locales.


Sean Sweeney, de la regio­nal de la ciudad de Nueva York, menciona a un sindicato local que contribuyó con 20.000 dólares a los esfuerzos de organización en esa ciudad.


Townsed hace notar que los primeros intentos de un parti­do de trabajadores en 1920 y 1940 pusieron sus esperanzas en las elecciones nacionales, sólo para desaparecer des­pués. El Labor Party de los años ‘90, en su primera con­vención, específicamente re­chazó presentar candidatos. En la convención de noviem­bre, sin embargo, la Comisión Electoral del partido propon­drá un abordaje del tema elec­ciones. Es probable que sea uno de los debates más dispu­tados, como en 1996.


Ed Bruno, organizador del partido en Nueva Inglaterra, puntualiza que esta vez la principal discusión no será tanto si presentar candidatos, sino acerca de “cuán estric­tos serán los requerimien­tos organizacionales en la participación electoral”.


La propuesta incluye:


  • Los candidatos deberán ren­dir cuentas ante el Labor Party antes y después de las eleccio­nes. Los candidatos elegidos que no defiendan el programa del Labor Party no serán res­paldados para la reelección.
  • El Labor Party no respaldará candidatos de otros partidos, ni los candidatos del Labor Party se presentarán simultá­neamente en las listas de otro partido. En otras palabras, el Labor Party rechaza la táctica de ‘fusión’ utilizada por el Partido Nuevo, por la cual sus candidatos también se presen­tan en las listas demócratas.
  • Las campañas locales del La­bor Party deben tener la apro­bación de su Consejo Nacional.
  • Las campañas deberán ser “creíbles” en vez de pura­mente educativas: un Labor Party reconocido debería exis­tir a nivel local. Los sindicatos que lo respalden deberían representar una porción signifi­cativa de los afiliados sindica­les en el área, “suficiente para asegurar que el candi­dato del Labor Party sea visto como el candidato de los sindicatos”. La campaña debería tener respaldo de las organizaciones comunitarias y dinero. El distrito debe incluir un ‘ número significativo de miembros del Labor Party. Las estructuras locales del partido deben notificar a las nacionales, al menos con un año de anticipación,. cuando proyecten una campaña.


Sin embargo, la propuesta incluye muchas palabras abiertas a interpretación — “significativo”, “suficien­te”— y les da a los dirigentes nacionales cierta flexibilidad. Una campaña local propuesta puede no reunir todos los re­quisitos, pero aun así contar con el visto bueno.


Muchos activistas locales creen que los requerimientos impiden cualquier campaña en el corto plazo. El hecho tris­te es que probablemente no existe una sola ciudad en el país en la cual el movimiento sindical sea suficientemente fuerte y esté dispuesto a mon­tar una campaña creíble del Labor Party. Los redactores de la propuesta han dicho que quieren impedir campañas que tengan pocas posibilida­des de hacer una fuerte demos­tración.


Otros están preocupados de que la propuesta permita a la dirección nacional tener la palabra final acerca de si pue­de haber una campaña local. Por otro lado, este requeri­miento es visto por otros como Una salvaguarda contra la po­sibilidad de que ciertas regio­nales presenten candidatos antes de que puedan hacerlo efectivamente.


Varios candidatos proba­blemente presentarán en­miendas para hacer más facti­ble presentar candidatos en lo inmediato, por ejemplo, redu­ciendo el número de miembros requeridos para reconocer a una regional (actualmente mil).


Crecimiento reciente


Muchos activistas del Labor Party han expresado la frustra­ción con el crecimiento relati­vamente lento de la organiza­ción. Sin embargo, el partido ha experimentado un crecimiento de distintas maneras.


Como puntualiza Sweeney, de la regional neoyorkina, hay 43 regionales, algunas de las cuales han crecido significati­vamente. La regional de Nueva York tiene 630 miembros aun­que, como en la mayoría, el nú­mero de activistas es pequeño.


Diez locales de la United Mine Workers (sindicato mi­nero) se han afiliado. Tres de los grandes sindicatos nacio­nales afiliados —UE, OCAW (sindicato de la industria pe­trolera, atómica y química) y la Hermandad de los Empleados de Mantenimiento de Vías (BMWE, ferroviarios)— han llevado adelante campañas in­ternas de organización. Empe­zaron yendo local por local para poner en pie comités o, en el caso de la UE, ‘círculos de empresa’ y reclutando miem­bros individuales. La UE se precia de tener 45 locales que se han afiliado al Labor Party, y 500 miembros individuales.


El Labor Party enfrenta el dilema de que todavía no es suficientemente fuerte para hacer lo que los partidos políti­cos normalmente hacen —y lo que define a un partido ante la opinión pública—, esto es, pre­sentar candidatos. Necesita hacerse mucho más grande y presente en los sindicatos — pero, sin campañas electorales, no ha encontrado una vía para crecer cualitativamente. El mayor problema que enfrenta el Labor Party no es interno sino un mundo exterior inhós­pito en el cual la mayoría de los dirigentes sindicales son hosti­les al proyecto.


“Tenemos que reclutar cara a cara”, dice Ed Bruno. Pero también señala que el partido necesita “dos o tres buenas campañas” sobre cuestiones específicas. Mu­chos miembros han sido escépticos acerca de la única campa­ña oficial que el partido ha he­cho hasta ahora —una en­mienda constitucional que ga­rantice trabajos con un salario vital para todos. Muchas re­gionales llevaron petitorios puerta a puerta, pero encon­traron que este llamado más bien abstracto no ayudaba al reclutamiento.


La convención discutirá propuestas para otras posibles campañas. La salud pública estatal es la más prominente; otras propuestas son defender la seguridad social, agitar con­tra los acuerdos ‘comercia­les’ como el AMI y promover la reforma de la ley sindical.


Townsed, de la UE, coinci­de con el enfoque de menor a mayor. “¿Cómo construye usted un partido de traba­jadores en un movimiento sindical donde la mayoría de los sindicatos están dominados por el sindicalis­mo empresarial?”, pregun­ta. “Estamos comenzando con los activistas accesi­bles a nivel de empresa y de sindicatos locales: los dele­gados de empresa, los dele­gados sindicales y los diri­gentes locales”.


La Convención fundacional de 1996 fue un acontecimiento vivaz y polémico. Pocos espe­ran que la primera Conven­ción ordinaria vaya a ser insul­sa. Sweeney señala que “la at­mósfera interna del parti­do ha mejorado mucho en los últimos dos años”.


Con al menos tres sindica­tos (UE, OCAW y BMWE) apo­yando la propuesta de la Comi­sión Electoral, la división en­tre regionales y sindicatos tan evidente en 1996 será menos pronunciada esta vez. En la convención de 1996, los dele­gados de los sindicatos se sen­taron en el frente del salón y los delegados de las regionales al fondo. Esta vez, los asientos de los delegados estarán mezclados en todo el salón.


Más allá de lo que ocurre entre las distintas fracciones y el debate vivo en las sesiones plenarias, lo que puede ser mucho más importante es la visión de los trabajadores proyectando su propio camino político.


(Extraído de Labor Nortes, septiembre)