EE. UU. y Alemania extienden la guerra en los Balcanes

El ataque del ejército regular de Croacia contra las posiciones de las milicias serbio-bosnias en el oeste de Bosnia amenaza con desatar una guerra general en la ex Yugoslavia.


El avance croata cortó las comunicaciones entre Bihac (un enclave bosnio-musulmán sometido a un fuerte ataque de las milicias de los serbios de Croacia y de Bosnia) y la vecina Krajina, la región de Croacia dominada por los serbio-croatas.


La guerra se ha extendido de tal manera, que “todas las guerras balcánicas se convierten en una sola” (Financial Times, 24/7).


El Financial Times (31/7) informa sobre la posibilidad de un “acuerdo de última hora” que evite el asalto croata sobre Krajina: las milicias serbio-croatas deberían retirarse de Bihac y, además, reconocer la soberanía de Croacia sobre Krajina, la que sólo gozaría de un status “autónomo” dentro de esa república. Es decir, el regreso a los términos del acuerdo Vance-Owen de 1991, que tiene a Milosevic, el presidente de Serbia, como uno de sus firmantes. La “influencia” de Milosevic es decisiva: el jefe de las milicias serbio-croatas, Mile Mrksic, fue designado personalmente por Milosevic en mayo y es un general del ejército serbio.


La ofensiva croata siguió en apenas cinco días a la firma de un acuerdo de colaboración militar entre el gobierno de Croacia y el de Bosnia (musulmana). “Observadores estadounidenses y alemanes —informa La Nación (29/7)— asistieron a las conversaciones entre los bosnios y croatas”. Los alemanes han sido los principales proveedores de armas de Croacia desde su independencia; los norteamericanos han venido armando clandestinamente a los bosnio-musulmanes y les han provisto instructores para entrenar a sus tropas (Río Negro, 29/7); “el ataque –concluye un largo informe de la Associated Press reproducido por La Nación (29/7)– cuenta con la tácita aprobación de Occidente” …


Mientras promueve el ataque croata, el imperialismo norteamericano continúa buscando a todo vapor un acuerdo político con Milosevic, el presidente de Serbia. Según la prensa europea, los ataques sobre las “áreas seguras” de la Nato de Zepa y Srebrenica “parecen haber sido planificados más en Belgrado (capital de Serbia) que en Pale (capital serbio-bosnia)” (Financial Times, 31/7). La conducta del propio Milosevic frente al ingreso de Croacia en combate confirma la continuidad de las negociaciones: cuando los serbios de Bosnia y Croacia le exigían una participación activa en su defensa, Milosevic se limitó a responder con “una tibia protesta ante la ONU” (Clarín, 30/7), cumpliendo precisamente una de las principales exigencias imperialistas, el cese de toda ayuda militar a las milicias serbias de Bosnia y Krajina.


La diplomacia yanqui pretende dictar su salida a todas las partes en disputa, incluidos los franco-británicos, cuyos “esfuerzos de paz” están siendo abiertamente boicoteados por los norteamericanos. Por eso,  han comenzado a aparecer en todos lados llamados a que “Bosnia reconozca la realidad y acepte la derrota” (Roland Steel, de la Universidad del Sur de California, en Clarín, 31/7).  Esto es lo que explica que el canciller francés declare que “Bosnia está en el filo de la navaja entre la guerra y la paz … todo es posible, tanto una explosión generalizada como, bruscamente, el comienzo de un proceso de paz” (Clarín, 28/7).