El 5, todos a la Embajada yanqui

Junio de 2004

•    Terminar con la ocupación de Irak y Palestina.

•    Fuera todas las tropas imperialistas de Irak, Medio Oriente, Afganistán y los Balcanes.

•    Por la victoria de la Intifada de los pueblos de Irak y Palestina.

•    Tirar abajo a los gobiernos imperialistas de criminales de guerra.

•    Ningún soldado latinoamericano a Haití.

 

El caos reina en Irak y en Medio Oriente un año después de que el presidente Bush declarara “misión cumplida”. La heroica resistencia popular iraquí, la incesante actividad guerrillera contra la ocupación y sus colaboradores, el levantamiento armado unido de sunnitas y shiítas de la primavera (boreal) del 2004, que culminó en la victoriosa batalla de Fallujah y ahora de Najaf, con el retiro forzado de las tropas de élite norteamericanas, han hundido al imperialismo norteamericano y a su “coalición de voluntarios” criminales en un pantano sangriento.

 

La derrota político-militar en Fallujah se combinó con una devastadora derrota política-moral: la revelación de las indecibles atrocidades cometidas por los torturadores de Rumsfeld en la prisión de Abu Ghraid. Abu Ghraid se ha convertido ahora en un sinónimo de lo que fueron My Lay y Auschwitz para las generaciones anteriores.

 

El ex consejero de Seguridad Nacional de Jimmy Carter y durante mucho tiempo un “halcón”, Zbigniew Brzezinski, ha descrito recientemente de manera adecuada la política norteamericana en Irak como “justificada por falsedades, ejercida con arrogancia unilateral, cegada por el autoengaño y manchada por excesos sádicos” (The New Republic, 28/5).

 

Para Brzezinski, toda la estrategia seguida por el gobierno de Bush ha fracasado y debería ser cambiada con urgencia, involucrando la participación de la ONU y un “arreglo del conflicto palestino-israelí”. Enfatiza: “Lo más inmediatamente peligroso, es que la guerra ha focalizado el odio árabe en los Estados Unidos. La ocupación norteamericana de Irak es vista ahora por la mayoría de los árabes como una imagen de espejo de la represión israelí contra los palestinos. El incondicional apoyo del gobierno de Bush al brutal tratamiento del primer ministro Ariel Sharon a los palestinos, ha creado un lazo político entre la guerra en Irak y el conflicto palestino-israelí que es evidente para casi todos en el mundo, con la excepción de los actuales habitantes de la Casa Blanca”.

 

El imperialismo norteamericano, en realidad, ha sido “exitoso” en ligar política y militarmente ambas ocupaciones, en Irak y Palestina, y los crímenes de las fuerzas de ocupación encabezadas por Estados Unidos con las operaciones de limpieza étnica de la población palestina en Rafah, en Gaza, por los carniceros del ejército sionista de Sharon. Al mismo tiempo, provocaron una Intifada del Mediterráneo al Golfo.

 

La imperialista “guerra contra el terrorismo” encabezada por los Estados Unidos y la invasión de Irak han tenido como resultado la intensificación de la crisis del capitalismo mundial, la escalada del antagonismo imperialista entre Europa y Estados Unidos, y la fractura dentro de las propias clases dominantes de Gran Bretaña y Estados Unidos.

 

Incluso la prensa y los medios controlados por la burguesía imperialista, como el New York Times (que públicamente ha debido pedir perdón por el encubrimiento del fraude de las “armas de destrucción masiva”), tienen que admitir que está planteado el espectro “no sólo de un nuevo Vietnam sino de un resultado mucho peor”.

 

El discurso del nuevo Calígula en la Casa Blanca por la “transferencia de la soberanía al pueblo iraquí” el 30 de junio, se revela a sí mismo como un fraude ridículo y como una farsa trágica. Después del 30 de junio, la ocupación no sólo continuará sino que también crecerá la resistencia.

 

Fallujah se transforma en una nueva Stalingrado, es decir no solamente en un alto punto de la resistencia contra los invasores, sino en un punto de inversión de toda la guerra.

 

La analogía histórica, por supuesto, como todas las analogías, tiene sus propios límites. Los heroicos luchadores antiimperialistas y patriotas de Fallujah, que ganaron el respeto y la admiración de todos los luchadores en el mundo, no son el Ejército Rojo que defiende la Revolución Socialista de Octubre; y los ejércitos imperialistas no dejaron en sus patrias un movimiento obrero aplastado por el fascismo, como fue el caso de la Alemania nazi. Por el contrario, en los propios países imperialistas, la clase obrera que no ha sido históricamente derrotada, la joven generación de luchadores y de estratos populares empobrecidos, ya han desencadenado un movimiento contra la guerra sin precedentes, que comenzó con la histórica movilización mundial del 15 de febrero del 2003, antes de que comenzara la guerra de Irak. Es la oposición popular a la guerra la que ha llevado al derrocamiento del gobierno de Aznar en España y ha profundizado la crisis de los gobiernos de Blair y Berlusconi en Gran Bretaña e Italia.

 

El propio movimiento contra la guerra está en una encrucijada. Para aprovechar la oportunidad de la inversión del curso de la guerra, después de las recientes derrotas y reveses del imperialismo norteamericano en Irak, para derrotar completamente al imperialismo y su política belicista, el movimiento contra la guerra debe superar sus propias limitaciones políticas pacifistas.

 

La cuestión de la posición a ser tomada ante los gobiernos imperialistas, la cuestión del poder en sí, no puede ser eludida. La guerra imperialista debe ser transformada en una guerra de liberación de los pueblos oprimidos, en una guerra de clases de los trabajadores contra los magnates del capital en Estados Unidos y Europa, en una guerra civil internacional.

 

La IV Internacional en su documento fundacional (el Programa de Transición de 1938), así como en las resoluciones del reciente Congreso Mundial por la Refundación de la IV Internacional realizado en Buenos Aires entre el 20 y 22 de abril, ha hecho una clara distinción entre el pacifismo de las masas que odian la guerra y se oponen a sus devastaciones y el pacifismo “profesional” burgués y pequeño burgués que intenta por todos los medios proteger a los gobiernos responsables de la guerra imperialista de la justa cólera de las masas.

 

Ahora más que nunca, los trabajadores y el movimiento popular contra la guerra tienen que luchar sin limitaciones para tirar abajo a los gobiernos imperialistas y capitalistas que participan directa o indirectamente en la guerra de Irak o que intentan sacar ventaja para sus propios intereses depredadores, como los gobiernos imperialistas de Francia y Alemania.

 

¡Abajo los gobiernos imperialistas de criminales de guerra de Bush, Blair y Berlusconi! ¡Abajo el imperialismo norteamericano! ¡Abajo la Unión Europea imperialista, por los Estados Unidos Socialistas de Europa!

 

La defensa del pueblo iraquí está indisolublemente ligada con la defensa del pueblo palestino contra la nueva Nakba (diáspora palestina), la nueva limpieza étnica que Sharon y el ejército sionista están llevando a cabo en Gaza.

 

¡Abajo el Estado sionista-terrorista! ¡Por la victoria de la Intifada de los pueblos palestino e iraquí! ¡Por una República de Palestina socialista, laica y democrática en la totalidad de su territorio histórico, piedra angular de una Federación Socialista de los Pueblos de Medio Oriente!

 

El cínico rol del régimen de Putin en Rusia debe ser denunciado y combatido. Los restauracionistas rusos llevan adelante una guerra genocida contra el pueblo de Chechenia abriendo el camino al imperialismo para su penetración en el Cáucaso y en la antigua Asia Central soviética.

 

¡Fuera el imperialismo y los restauracionistas rusos de Chechenia y el Cáucaso!

 

El centroizquierda internacionalmente, y particularmente en Latinoamérica los regímenes de Lula y Kirchner, ahora combinan su colaboración con el imperialismo mediante la firma de pactos antipopulares de hambre con el FMI, con la ayuda al esfuerzo bélico de los imperialistas norteamericanos mediante su decisión de enviar tropas argentinas y brasileñas a la Haití ocupada.

 

¡Fuera las tropas de Lula y Kirchner de Haití!

 

Llamamos a todas las fuerzas antiimperialistas y anticapitalistas del mundo a formar un frente único del movimiento obrero y la izquierda contra el imperialismo mundial y su política belicista.

 

Sobre todo, llamamos a las fuerzas de vanguardia del proletariado, de la juventud, de todos los oprimidos, a unirse a nuestra lucha por la Refundación de la IV Internacional como una Internacional de combate de organizaciones de combate en cada continente y en cada país.

 

Contra la catástrofe que nos amenaza de una guerra imperialista permanente, nuestra respuesta es: por la revolución permanente, por la Internacional.