Estados Unidos

El alarmante crecimiento del trabajo de menores en Estados Unidos

Las denuncias contra McDonald's son la punta del iceberg.

Publicidad de McDonald's para la contratación de menores

A comienzos de mayo, el Departamento del Trabajo de Estados Unidos reportó que 300 menores de 18 años trabajaban en infracción de las normas vigentes en distintas franquicias de la compañía McDonald’s en los Estados de Indiana, Ohio, Maryland y Kentucky.

Estos menores trabajaban más horas de lo permitido por la ley federal y, en muchos casos, en tareas prohibidas para la edad. El caso más extremo es el de dos niños de 10 años que manejaban una peligrosa freidora en una de las sucursales. Algunos de los menores trabajaban hasta las 2am.

McDonald’s es tan solo un caso de avanzada de un funesto desarrollo del trabajo infantil, que involucra especialmente a migrantes. Las patronales usan este recurso para rebajar costos y para contrarrestar la escasez del mercado laboral, como fruto de lo que se ha dado en llamar la “gran renuncia”, esto es, la reticencia de muchos trabajadores norteamericanos, tras el pico de la pandemia, a reinsertarse en empleos muy mal pagos y precarizados.

Antes del caso de McDonald’s, se conoció el de 100 menores que desempeñaban tareas riesgosas como personal de limpieza en plantas procesadoras de carne. La firma, Packers Sanitation Services Incorporated, brinda servicios a frigoríficos y es propiedad del banco de inversión Blackstone. Personal de una escuela en Grandisland, Nebraska, detectó que una de sus alumnas, de 14 años, tenía quemaduras de ácido en manos y rodillas provocadas por labores en el turno nocturno de un matadero.

La legislación federal norteamericana permite el trabajo desde los 14 años, fuera del horario escolar y durante pocas horas. Pero la voracidad del capital está borrando incluso estos límites, ya de por sí laxos.

Así, el Estado de Iowa eliminó este mes numerosas restricciones que permitirán extender la jornada laboral de los menores, ampliar los empleos permitidos (autorizando la construcción, demolición y techado, entre otros) y el trabajo hasta altas horas de la madrugada. En Arkansas se modificó la legislación laboral para facilitar la contratación de menores, y en otros varios Estados se han presentado proyectos que van en el mismo sentido. El trabajo infantil, además, está bastante extendido en la agricultura, donde se desempeñan 500 mil menores que tienen entre 12 y 17 años (World Socialist Web Site, 24/4).

La gobernadora de Iowa, Kim Reynolds, argumenta que se desarrollará una “ética del trabajo fuerte”. Pero la medida sólo engrosará los bolsillos de los grandes grupos empresarios, a costa de la integridad personal y del derecho a la infancia y a la educación de cientos de miles de menores. Es un retroceso brutal en las condiciones de vida que sólo tiene parangón con los propios albores del capitalismo, cuando el trabajo infantil estaba generalizado en numerosas industrias. Al igual que avanza sobre las jubilaciones, el trabajo registrado, la jornada de ocho horas y los convenios laborales, el capital se ceba con los hijos de la clase obrera en un afán canino de ganancias, para usar una vieja metáfora de Marx.

La lucha de la clase trabajadora es lo único que puede poner fin a la degradación en todos los órdenes de la vida a la que nos conduce este régimen social.