El ataque sionista e imperialista a Irán debe ser derrotado

Busca rediseñar el mapa de Medio Oriente en favor de la colonización imperialista

Trump y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu

La ola de ataques aéreos que emprendió Israel contra Irán el viernes 13 desató una escalada que podría culminar en una guerra regional de características catastróficas. Los primeros bombardeos sionistas abatieron a algunos de los principales oficiales del Ejército iraní y de la Guardia Revolucionaria, provocaron daños en refinerías y en la instalación nuclear de Natanz. En total, son más de 200 los muertos, de los cuales un 90% son civiles, según las autoridades persas. El presidente norteamericano, Donald Trump, reclamó una evacuación masiva de Teherán, donde viven casi diez millones de personas, y exigió una rendición incondicional del gobierno iraní, amenazando, en caso contrario, con un ataque brutal.

La respuesta iraní, con drones y misiles, por su parte, perforó parcialmente el sistema Cúpula de Hierro de Israel y causó 24 muertos y decenas de heridos. Con todo, el impacto mayor para Tel Aviv pasa por el cierre de los aeropuertos, la virtual paralización de la actividad económica y el desplazamiento periódico de la población local a los refugios antiaéreos.

Escalada sionista

El sionismo es responsable de esta escalada, que ocurre en paralelo a una intensificación de los ataques en la Franja de Gaza –que sigue sitiada- y Cisjordania. En el enclave costero, hubo 144 muertos en las últimas 24 horas, y una nueva masacre, el lunes 16, contra una multitud que se acercaba a un centro de distribución a buscar ayuda humanitaria, mientras que, en el otro territorio mencionado, el ejército israelí lanzó una serie de redadas y expulsó a decenas de familias palestinas de sus hogares en unas pocas horas. En Siria y Líbano, que, igual que Yemen, fueron objeto de recurrentes bombardeos en los últimos meses, las tropas israelíes continúan apostadas.

El ataque contra Irán, que Trump calificó como “excelente”, se inscribe, por tanto, dentro de una ofensiva colonialista y belicista más amplia del sionismo en la región, y no es, como se lo presenta muchas veces, un mero acto de retaliación contra el plan nuclear persa. Lo que se busca es avanzar en el rediseño del mapa del Medio Oriente en favor del expansionismo sionista y la recolonización imperialista.

Adicionalmente, la operación es un recurso político del primer ministro, Benjamin Netanyahu, para sostenerse en el poder. En vísperas de la agresión a Irán, crecían los cuestionamientos internos a la estrategia del premier en Gaza, y los partidos ultra-ortodoxos amenazaban con voltear el gobierno si no se vota una ley que los exima del servicio militar. Simultáneamente, a nivel global, el repudio popular y la movilización contra las atrocidades cometidas en Gaza dieron un salto en las últimas semanas, lo que el gobierno israelí buscará dejar en el olvido ahora apelando a la amenaza iraní.

El rol del imperialismo

Se ha dicho también que Israel buscó, con el ataque, dinamitar las conversaciones entre Estados Unidos e Irán sobre el programa nuclear, que se iniciaron hace un par de meses con la mediación de Omán, pero esto es solo parcialmente cierto. Esas negociaciones ya venían deterioradas como fruto del ultimátum de Trump, que exigía a Teherán un desmantelamiento completo del programa -que según las autoridades iraníes tiene propósitos pacíficos-, y la renuncia a cualquier tipo de injerencia regional -en favor de Israel y Arabia Saudita- como condiciones para discutir un levantamiento de las sanciones reimpuestas durante el primer mandato del magnate, y que asfixian la economía persa. A su vez, casi no caben dudas de que Israel contó con auxilio de la inteligencia norteamericana para su agresión del viernes 13. En definitiva, las provocaciones contra Irán no escapan al afiebrado “MAGA” trumpista.

Algunos gobiernos árabes, como el de Jordania, cooperan con el sionismo derribando los proyectiles iraníes, y otros establecen multimillonarios acuerdos comerciales con Estados Unidos, como Arabia Saudita, en medio del genocidio en Gaza. Los pueblos árabes deben levantarse contra esta traición de sus gobiernos que se transforman en peones de la estrategia imperialista que avanza decididamente hacia un cuadro de guerra mundial.

Y, sobre todo, el ataque israelí sirve como un ariete dentro de la estrategia de presión de la Casa Blanca para tratar de forzar una capitulación iraní, o, en palabras del magnate, conseguir una “rendición incondicional”. “Sabemos exactamente dónde se esconde el llamado ‘líder supremo’ [el ayatollah Ali Khamenei]. Es un blanco fácil, pero está a salvo allí. No vamos a eliminarlo, al menos no por ahora”, amenazó Trump.

En el caso de las potencias europeas, por más que propongan una desescalada, también cerraron filas, en última instancia, con Israel, en nombre de su “derecho a defenderse”, según señalaron en la reunión del G7 en Canadá. El canciller alemán, Friedrich Merz, reconoció “el trabajo sucio que Israel está haciendo por todos nosotros”. El sionismo no opera al margen del imperialismo, ni en Gaza ni en Irán, y esto tiene que ser desenmascarado.

Variantes

Netanyahu, que promueve abiertamente el derrocamiento del régimen iraní, estaría reclamando ahora a Estados Unidos que le proporcione las bombas GBU-57 y los aviones transportadores B2 necesarios para alcanzar los depósitos subterráneos de las instalaciones nucleares de Isfahan y Fordo, que, según el OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica), fueron atacadas, pero no dañadas.

Trump intenta forzar una capitulación del régimen -o imponerle un pacto muy desfavorable-, bajo la amenaza de una guerra, y no descarta emprender la agresión si no logra ese objetivo. Pero una guerra abriría un escenario incierto, incluyendo un vacío de poder en caso de que el régimen iraní colapsara. No hay que olvidar que Washington derrocó a Saddam Hussein en 2003 (también con el pretexto de presuntas armas destrucción masiva), pero el problema empezó después, cuando tuvo que afianzar su presencia, en medio de una guerra civil.

Dentro de Estados Unidos, hay un debate en las filas del oficialismo. El exasesor Steve Bannon y un par de legisladores republicanos advirtieron sobre la inconveniencia de meterse en un conflicto en gran escala, y, según una encuesta de Economist/YouGov, solo el 19% de los votantes de Trump apoyan una guerra contra Irán, mientras que un 52% está en contra.

En cualquier caso, todas las alternativas están abiertas, como lo demuestra el despliegue de aviones militares y un nuevo portaaviones yanqui a Medio Oriente. Una guerra sería, para Trump, un formidable pretexto para tratar de avanzar hacia un régimen de excepción dentro de los Estados Unidos, tentativa que ya tiene una expresión visible en el despliegue de la Guardia Nacional y los marines en Los Angeles.

El carácter oscurantista, represor y antiobrero del régimen iraní no es un argumento válido para hacer causa común con el sionismo y el imperialismo, o para asumir una posición neutral. Es necesario plantear el total rechazo a la agresión contra Irán, al genocidio en Gaza, y reclamar el retiro de las tropas sionistas, como parte de la lucha por una Palestina única, laica y socialista, y por una federación socialista de pueblos de Medio Oriente.

Cese de la agresión sionista e imperialista contra Irán, Palestina, Siria, Líbano y Yemen.

“Esta conferencia internacional es una necesidad y al mismo tiempo un desafío”
Intervención de Pablo Heller en Nápoles -
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