Internacionales
24/5/2025
El avance de la derecha en Portugal

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Luis Montenegro, primer ministro portugués
Las elecciones portuguesas del domingo 18 marcaron un claro desplazamiento hacia la derecha. La Alianza Democrática (AD) del primer ministro Luis Montenegro, quien venía gobernando en minoría, consiguió el primer lugar con casi el 33% de los votos y 89 legisladores, sumando 9 con respecto a la última elección. A su vez, la ultraderecha (Chega) estuvo a punto de quitarle el segundo lugar al Partido Socialista (PS) y consolidó un avance sostenido desde su creación, en 2019, obteniendo esta vez el 22,6% de los votos y 58 diputados, 8 más que la vez pasada, lo que supone, para muchos analistas, un quiebre del bipartidismo que marcó la política portuguesa de las últimas décadas.
En contraste con los registros de AD y Chega, el PS experimentó un derrumbe electoral (perdió 20 bancas, y sacó 23,4%) y apenas pudo conservar el segundo puesto. El Partido Comunista (PCP), que se presentó en coalición con el Partido Ecologista Los Verdes, perdió una de las cuatro bancas en juego, mientras que el Bloco de Esquerda solo renovó la de su coordinadora Mariana Mortagua, perdiendo las otras cuatro, lo que marca un nuevo retroceso de estas fuerzas. La ultraderecha ganó en zonas del sur del país que eran de dominio tradicional del PS.
Los comicios se precipitaron tras la derrota de Montenegro en una moción de confianza parlamentaria en marzo (votaron en contra todos los partidos, excepto el oficialismo e Iniciativa Liberal), en medio de fuertes cuestionamientos al primer ministro, debido a que mantuvo activa una empresa familiar al llegar al cargo. Ya en noviembre de 2023, el entonces primer ministro socialista Antonio Costa, muy desgastado, había dimitido, lo que condujo a las elecciones de 2024, que ganó la derecha, y en enero de 2022 también hubo elecciones adelantadas. Es decir, el domingo 18 se produjo la tercera elección en apenas tres años, un indicio de la crisis institucional que atraviesa Portugal. La hipótesis más probable ahora es que se repita un gobierno en minoría de la AD.
Desde su propia denominación (“Chega” significa “Basta” en portugués), el partido que encabeza André Ventura aspira a canalizar desde la extrema derecha el malestar del pueblo portugués con el régimen político y la situación social y económica. Nació en 2019 y escaló posiciones rápidamente con un discurso reaccionario que combina diatribas contra la izquierda y la población migrante, transformada en chivo expiatorio de la crisis. Su ascenso ha sido facilitado por las gestiones ajustadores y fondomonetaristas de los partidos tradicionales (PSD y PS), que implicaron fuertes penurias y frustraciones para la población, y por la propia derechización de las fuerzas patronales, que asumieron también el discurso antimigratorio.
La izquierda
Si se toman en perspectiva, los resultados del Partido Comunista y el Bloco marcan un dramático retroceso. El Bloco llegó a tener 19 diputados y a ser la tercera fuerza política en los comicios de 2015 y 2019. El PCP consagró 17 legisladores en 2015, y 12 en 2019.
A pesar de que estas fuerzas canalizaron en su momento por izquierda el malestar ante las políticas de la Troika, terminaron adaptadas a la centroizquierda. Jacobin Magazine, publicación que es afín a estos sectores políticos, describe de este modo el derrotero en un artículo de balance: “El Partido Comunista Portugués y el Bloque de Izquierda fueron actores centrales entre 2015 y 2023, proporcionando apoyo parlamentario a los gobiernos socialistas de Costa. Hoy en día son casi irrelevantes en el Parlamento, con cuatro y un escaño, respectivamente” (20/5).
Paradójicamente, el capítulo más importante de este retroceso se produjo en las elecciones de 2022, después de que tanto el Bloco como el PCP votaran en contra del presupuesto de ajuste de Costa, también rechazado por la derecha, lo que redundó en la convocatoria a nuevas elecciones que ganó el socialismo. Pero el Bloco y el PCP ya no tenían margen para seguir apoyando al gobierno. Un analista político luso, Bernardo Ferrao, señalaba entonces: “[el PCP] no iba a aceptar [el nuevo presupuesto] porque durante seis años soportó al Gobierno de António Costa, ayudó a que hubiera estabilidad, incluso permitió un superávit presupuestario, y el Gobierno no le dio nada al PCP” (Sic Noticias, 27/10/21). La votación en contra, en definitiva, no contrarrestaba un largo periodo de adaptación.
El Bloco ha convocado plenarios para discutir “aciertos y errores” de la campaña. La Comisión Política de esta organización emitió un texto hacia esos plenarios, que se encuentra reseñado en su portal Esquerda.net. Tras señalar que “esta fue la campaña más difícil de nuestras vidas”, promueve “nuevas convergencias en el campo democrático” para enfrentar a la derecha, sin hacer ninguna referencia crítica al PS. Su coordinadora, Mariana Mortagua, llamó a un frente de “todas las fuerzas de la democracia” para impedir una revisión constitucional regresiva que promueve un ala de la derecha (Iniciativa Liberal) y, en el caso de Lisboa, a un acuerdo electoral en los próximos comicios municipales que incluya al PS. Además, atento a la crisis institucional que vive Portugal, señaló que “el último período de estabilidad que este país conoció fue el período que el Bloco de Esquerda determinó la solución gubernamental y la mayoría parlamentaria”, un ángulo erróneo, que le regala la etiqueta de anti-sistema a la extrema derecha.
La lucha contra la derecha y los fascistas requiere el frente único de lucha en las calles y en los lugares de trabajo y de estudio, pero no puede confundirse con una alianza política con las fuerzas del gran capital o un apoyo a sus gobiernos. Necesitamos construir una izquierda revolucionaria, independiente de todos los partidos de la burguesía, para ofrecer una salida de los trabajadores a los gobiernos capitalistas y de la guerra.
