El cierre de Ford en Brasil

Gran desafío para los trabajadores de Latinoamérica.

La Ford ha anunciado el cierre de sus tres plantas de fabricación y su retiro del Brasil. Esto significa la cesantía directa de 5000 trabajadores e indirecta de, por lo menos, unos 10 mil más. Gran parte de las autopartistas eran en realidad empresas tercerizadas que incluso están integradas en los convenios colectivos de trabajo.

La crisis capitalista ha golpeado de lleno en esta rama industrial de fabricación de automotores en Brasil, Argentina y a nivel mundial. Según la Asociación Nacional de Fabricantes Automotores del Brasil, la Ford vendió en 2020 un 39,2% menos respecto a 2019. Sin embargo, el balance del tercer trimestre que presentó a sus accionistas daba un margen sustancioso de ganancias.

¿Cuál es la verdad?

Algunos economistas afirman que esta retracción se debe a la pandemia. Pero la Ford ya había cerrado su principal planta en San Bernardo (San Pablo) en el 2019 dejando en la calle 2000 trabajadores metalmecánicos. Y esto fue antes de la pandemia.

El fascistoide presidente Bolsonaro tiró una bomba: la Ford se retira del Brasil porque su gobierno no está dispuesto a otorgar más subsidios que pedía la empresa. La Ford recibió más de 4 mil millones de dólares en subsidios y exenciones impositivas.

No es solo la Ford, sino el conjunto de la industria automotriz y las patronales de otras ramas de la producción (agroexportadoradas, del petróleo, etc.) las que se llenan los bolsillos con subsidios. La ida de la Ford es parte de una reestructuración mundial bajo la presión de la crisis capitalista, la superproducción mundial de automotores y su consecuencia directa: la recesión. Solo en Europa se espera este año el despido de 100 mil trabajadores (Renault, etc.).

En Argentina también se ha reducido la producción automotriz del 2020 respecto al año anterior en un 18,3%.

Lo de la Ford no es un rayo en cielo sereno en la industria automotriz brasilera. Hace menos de un mes cerró la Mercedes Benz. Y están anunciados 1500 “retiros voluntarios” en la Volkswagen.

Los capitalistas tratan de disminuir sus pérdidas y/o mantener sus capitales descargando la crisis sobre los trabajadores. Como dijo el gerente general de la Ford Brasil, el cierre de las fábricas es “para crear un negocio saludable y estable”.

Se trata de una fabulosa destrucción de fuerzas productivas que tienden a eliminar competidores y concentrar el mercado.

Los subsidios no solucionan la sobreproducción capitalista

El gerente de la Ford brasilera alegó que se retiraban por la falta de estabilidad económica y política. Por eso salió Bolsonaro a decir que se iban porque pedían más subsidios y su gobierno no está dispuesto a otorgarlos. Los subsidios por los Estados bajo la forma de exenciones impositivas, no pago de las cargas sociales, etc. son una fuente de superganancias para las patronales y de quebrantos y déficits fiscales. Pero estamos frente a una crisis mundial de sobreproducción que exige, en términos capitalistas, la eliminación de parte importante del capital instalado. La planta de la Ford que se instaló en Bahía, en el norte de Brasil, recibió toda clase de prebendas: terrenos donados por el Estado (que seguramente ahora, al irse, enajenará), etc. Esto ha sido acompañado también por las burocracias sindicales y su política de “colaboración” con las patronales que han introducido todo tipo de reformas laborales superexplotadoras de los obreros con tal –dicen- de conservar los puestos de trabajo. Pero esto se ha demostrado como una falacia. Las patronales extraen una mayor plusvalía (explotación) del obrero pero no garantizan los puestos de trabajo. Al contrario, el incremento de la explotación de la mano de obra, acelera el despido de trabajadores que serán cubiertos por los superexplotados.

La “denuncia” del presidente Bolsonaro frente a la Ford pone al rojo vivo la necesidad de un control obrero, de la apertura de los libros de las empresas, para conocer la realidad económica de los monopolios.

El PT y la burocracia de la CUT actúan como entregadores colaboracionistas

El Partido de los Trabajadores (PT) de Lula plantea, por el contrario, una política de más subsidios para las patronales. El gobernador de Bahía, Rui Costa (del PT), acusó a los gobiernos de Michel Temer y Bolsonaro de haber abandonado las políticas de incentivo a la industria. Justifica el retiro de la Ford y critica a Bolsonaro por no tener una política “industrialista” que otorgue más beneficios a los monopolios, para que mantengan sus plantas y atraer nuevas inversiones. Plantea volver al sistema que imperó bajo las presidencias de Lula, Dilma y la primera etapa del golpista Temer: el Inovar Auto. Este “plan” era una lluvia de subsidios de todo tipo a las patronales, lo que llevó a que la Organización Mundial de Comercio (OMC) impugnara su continuidad y amenazara con sanciones comerciales. El gobierno Temer cambió ese plan por otro similar, con algunas modificaciones cosméticas para burlar la resolución de la OMC: el plan Rota.

Las burocracias sindicales de la Central Única de Trabajadores (CUT) y Força Sindical, se han pronunciado abiertamente por esta pseudo “solución”. El presidente de la CUT y los dirigentes metalmecánicos de Bahía plantean volver al plan Inovar Auto de la época lulista: incrementar los subsidios a las patronales.

La presencia del presidente de la CUT en la asamblea de los obreros de la Ford marcó una “estrategia” de entrega y colaboracionismo. Propuso un “plan de lucha” que consiste en reuniones con los gobernadores y diputados y en la preparación de una Audiencia Pública en San Pablo: “vamos a insistir en hablar con los gobiernos porque entendemos que ellos son responsables del empleo, de una política industrial que preserva el empleo y mejora la economía”, dijo.

Pero no planteó ninguna medida de lucha. Los obreros permanecerán en las puertas de la fábrica, pero no se alentó su ocupación. La patronal de Ford “anunció que trabajará en colaboración con los sindicatos” en el proceso de indemnización y desvinculación de los trabajadores.

No hay un plan de lucha real contra los despidos que no se dan solo en la Ford y la industria automotriz. El Banco do Brasil ha anunciado un plan de 5000 retiros “voluntarios”, etc.

Tampoco hay un programa obrero. Las burocracias sindicales no salen de una defensa y seguidismo a las patronales no solo nacionales sino también imperialistas reclamando más y más fondos fiscales para ellas.

Pero tratar de volver para atrás, a la situación de los 2000, es una ilusión (encima propatronal). Hoy, la crisis económica capitalista se ha agudizado y es implacable. Exige medidas drásticas en defensa de los trabajadores. Ocupar las empresas que cierren o despidan y ponerlas en funcionamiento bajo control y gestión obrera. Expropiar sin pago toda empresa que aplique estas modalidades antiobreras. Si no se puede producir más coches se necesita de un plan central para reconvertir las industrias y producir en beneficio de las necesidades nacionales y populares (material ferroviario, viviendas, etc.). Ningún despido: reducción de las horas de trabajo para dar cabida a todos los trabajadores.

Esto plantea la necesidad de denunciar la política de las burocracias sindicales enfeudadas con el PT y otras fuerzas políticas burguesas, reclamar que los sindicatos rompan con esa política de colaboración de clases y pasen a un plan de lucha nacional con paros y movilizaciones hacia la huelga general. La burocracia de la CUT ya ha aislado y llevado a la derrota la gran huelga general de los trabajadores del Correo, de los trabajadores de Petrobras, etc. Es necesario convocar a asambleas obreras en cada empresa y a un congreso de delegados de la CUT elegidos en esas asambleas para votar un plan de lucha y el rechazo a los despidos masivos y el “ajuste” contra los trabajadores.

A Bolsonaro 5000 despedidos de la Ford le “resbalan”. Ha señalado que Brasil se está reactivando y que en los últimos meses se habrían creado 400 mil nuevos puestos de trabajo. Pero –incluso de ser cierto- la desocupación superó los… ¡11 millones! Y las patronales, como la Ford, están arreciando con nuevos cierres y despidos masivos.

La izquierda que se reclama revolucionaria tiene un desafío y una oportunidad histórica de intervenir organizando esa resistencia, yendo a los conflictos, etc. Y no dejarse entrampar por una pretendida lucha electoral antifascista armando listas de frentes amplios contra Bolsonaro para las elecciones del 2022 con la centroizquierda y la “derecha democrática”.