El “corralito” italiano

El “default” argentino ha metido en el “corralito” a una cantidad de ahorristas europeos y japoneses a quienes los bancos empapelaron con “bonos” que en la actualidad valen menos del 30 % de su valor original y se encuentran en cesación de pagos. Como consecuencia de ello, asociaciones de bonistas han comenzado acciones no sólo contra el gobierno argentino sino contra los propios bancos. En la picota están ahora las entidades financieras italianas acusadas simplemente de estafadoras: luego de cobrar altísimos intereses por esos mismos bonos y sabiendo que se venía el “default”, “le pasaron esos mismos títulos a los ahorristas, que unos meses después quedaron enterrados” (Clarín, 18/10).


Lo novedoso es que el problema de los bonos defaulteados se está convirtiendo en Italia “en un problema político de magnitud”. El Ministro de Finanzas, Giulio Tremonti, acaba de acusar al gobernador de la banca de Italia, el Banco Central, de haber controlado poco o nada las aventuras de los bancos” (ìdem). Y no son sólo los bonos argentinos. Cirio, el mayor grupo productor de alimentos en conserva de Italia, protagonizó un año atrás una quiebra fraudulenta y “defaulteó” a 30 mil ahorristas que habían comprado bonos del grupo por un total de entre 1.500 y 2.000 millones de dólares.


La deuda argentina se revela así como parte de una bancarrota más general. Los “bonos” hiperdevalauados, nacionales o italianos en este caso, son expresión de un endeudamiento general del capital financiero que se descarga sobre los pequeños y medianos ahorristas (“distribución del riesgo”, en la jerga de los banqueros). Como consecuencia de todo esto, el gobierno de Berlusconi estaría pensando en emitir títulos oficiales – como los Boden argentinos. Igual que aquí: con la excusa de compensar a los ahorristas (reemplazando su deuda con Argentina por otra con el estado italiano a cambio de los bonos originales) se sancionaría una quita y se cubriría a los bancos estafadores.


Como la punta de un iceberg, el default argentino empieza a mostrarse como un aspecto de una crisis de conjunto que traduce la quiebra más general del capitalismo mundial: el derrumbe de grandes corporaciones, el enorme agujero de los “déficits” de los presupuestos públicos, el hundimiento de los regímenes previsionales, el crecimiento explosivo del endeudamiento. La historia recién comienza