El diálogo Felipe Solá-Mike Pompeo

La buena sintonía entre la Casa Rosada y la Casa Blanca

Un hecho que pasó relativamente desapercibido es la reciente videoconferencia mantenida por el canciller argentino Felipe Solá con su par norteamericano Mike Pompeo. Ambos funcionarios destacaron la buena “sintonía” entre ambos gobiernos, lo cual llama más la atención porque se da en momentos en que estamos frente a la rebelión popular que estremece a Estados Unidos y el mundo con motivo del asesinato de George Floyd. Recordemos que el gobierno argentino mantuvo un silencio sepulcral sobre el punto. No hubo un pronunciamiento y menos una condena del crimen. Obviamente, tampoco formó parte de la agenda en la “cordial” conversación entre los representantes de ambos países. 


El encuentro fue dado a conocer por el funcionario del gobierno de Donald Trump, quien calificó las relaciones con la Argentina como de “socios fuertes en el esfuerzo por expandir la prosperidad y la seguridad en nuestro hemisferio”. También se destacó desde el Departamento de Estado que en la charla de ambos cancilleres se habló del “desarrollo económico regional, incluidas las negociaciones de deuda en curso de Argentina”. Fuentes del gobierno argentino señalaron que se trató de una reunión por videoconferencia “muy positiva”, que pretende delinear una agenda común con vistas a los tiempos post pandemia.


La “buena onda” se explica porque el gobierno argentino está a punto de cerrar un arreglo con los bonistas, cediendo a las pretensiones de los fondos de inversión. Mientras se viene batiendo el parche sobre una política soberana y autónoma en el manejo de los asuntos del país, lo cierto es que el gobierno argentino se recostó en los buenos oficios del FMI, en el gobierno norteamericano y de las principales potencias europeas, mientras se fue desarrollando la renegociación de la deuda. Con semejantes aliados -que son ni más ni menos que los representantes del capital internacional- no se puede esperar otra cosa que el actual desenlace perjudicial para los intereses nacionales. 


A la par del rescate de la deuda, Argentina ya viene rindiendo tributo a las exigencias y dictados norteamericanos. Alberto Fernández viene de revisar su negativa a los tratados de libre comercio con Surcorea y Canadá, respondiendo a las presiones de los presidentes vecinos, aunque esto implica prácticamente la defunción el Mercosur. Detrás de esto viene también el tratado con Estados Unidos, que formó parte de las conversaciones de ambos cancilleres. Recordemos que Alberto Fernández ya había dado otras señales, permitiendo el ingreso de tropas extranjeras, dando visto bueno a los ejercicios conjuntos con la flota yanqui. Y la aceptación del golpe boliviano, dando reconocimiento al personal diplomático en la Argentina nombrado por Jeanine Añez. La Argentina, rompiendo la promesa de la campaña de Fernández, no se retiró del grupo Lima. La buena letra de la Casa Rosada no sirvió, sin embargo, para lograr el levantamiento de los aranceles impuestos al biodiésel argentino ni para influir en la decisión judicial respecto del litigio que tiene YPF por la nacionalización de la empresa, que va a ser finalmente ventilado en el ámbito de los tribunales norteamericanos. 


La agenda de la teleconferencia incluyó también la cuestión de Venezuela. El comunicado de Washington señala que se pasó revista a “los esfuerzos regionales para restaurar la democracia en Venezuela”. Respecto de este punto, Solá le dijo a Pompeo que la “Argentina está a favor de una solución pacífica, política y negociada por los propios venezolanos, que garantice el funcionamiento de sus instituciones y asegure su convivencia en paz, sin presiones ni condicionamientos externos”. Aunque Argentina formalmente mantiene su postura de “no injerencia” en los asuntos internos del país caribeño, Felipe Solá , con el guiño de Fernández, ya había interpuesto sus buenos oficios para armar una transición ordenada que culmine con el relevo de Maduro -o sea, un variante golpista, más elegante. Importa señalar que, en estos meses, la Cancillería se ha mandado guardar frente a desplazamiento de la flota norteamericana a las costas venezolanas. No hubo ningún reclamo y, por supuesto, tampoco formó parte de las conversaciones de días atrás. 


La política exterior, como se suele señalar, es una prolongación de la política interna. Y en este caso está hecha a medida del rescate de los bonistas. El siguiente paso es el plan económico que deberá negociarse con el Fondo y que reclaman los acreedores para asegurarse el pago de la deuda. Aunque se dice entrelíneas, el tema estuvo presente en la teleconferencia. El diálogo Solá-Pompeo prepara el terreno para el desembarco del FMI en Argentina.