Egipto: “El espíritu de la revolución se propaga a las empresas”

El título del artículo de Le Monde (9/4) refleja el ascenso del movimiento obrero egipcio, que mató en la raíz el intento por liquidar el derecho de huelga por parte de la Junta Militar. Durante los últimos dos meses, han entrado en conflicto una cantidad innumerable de gremios y empresas. Los trabajadores aeroportuarios, del transporte, prensa y acero, entre otros, protagonizaron importantes paros y movilizaciones. Las principales fábricas y centros neurálgicos del país también fueron paralizados. Los obreros del Canal de Suez fueron de los primeros -incluso antes de la caída de Mubarak. Los obreros de la principal fábrica del país, la Misr Spinning and Waving Company, que cuenta con decenas de miles de empleados, también protagonizaron una extensa huelga por sus reivindicaciones. Hubo movilizaciones enormes a la Plaza Tahir para exigir la anulación del decreto anti-huelga y la libertad de organización sindical.

Un caso particular lo presenta Chebin Al-Kom, una empresa fundada bajo el gobierno de Nasser, privatizada a una trasnacional con base en Singapur, Indorama, en el año 2007. Los nuevos dueños establecieron un aumento de la jornada laboral, flexibilizaron la planta con un aumento del personal contratado y redujeron los salarios. El 5 de marzo (luego de la caída de Mubarak), la patronal despidió a 85 trabajadores sin indemnización -el nuevo convenio impuesto por la trasnacional establecía que los obreros renunciaban a la misma. La respuesta fue una huelga que se prolongó durante un mes hasta conquistar todas sus reivindicaciones: la reincorporación de los despedidos, aumentos de la duración de los contratos a cinco años, un aumento salarial anual y vacaciones pagas. Los obreros ahora también reclaman la renacionalización de la fábrica. El caso de la Chebin Al-Kom es emblemático, porque los militares se quedaron con el 30% de las privatizaciones.

La recuperación de las organizaciones sindicales (los docentes convocaron a una asamblea para expulsar a la burocracia colaboracionista del sindicato), la fundación de una nueva Federación sindical independiente del Estado, así como la formación de nuevos grupos de activistas son la manifestación más contundente de que el espíritu revolucionario sigue en pie.