Internacionales
20/8/1998|597
El imperialismo le hizo la cama al pueblo de Kosovo
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La ofensiva serbia en Kosovo está alcanzando las dimensiones de una masacre. Kosovo es una provincia serbia de mayoría albanesa, que reclama su independencia. La carnicería es un resultado directo de la política de las cancillerías imperialistas.
Ocurre que la Otan y los Estados Unidos se habían presentado como ‘protectores’ de los kosovares, amenazando a Milosevic con la intervención militar. Con este ‘guiño’ imperialista (el embajador yanqui se entrevistó públicamente con el Ejército de Liberación de Kosovo) y el ELK abandonó su táctica de guerra de guerrillas y de ataques aislados a cuarteles policiales para pasar a una ofensiva militar en gran escala y a la conquista de aldeas y ciudades. Cuando el ELK había conquistado una parte sustancial del territorio, la Otan dio marcha atrás con su amenaza de intervenir militarmente en Kosovo. Pero entonces, el ELK ya no tenía escapatoria.
Washington azuzó a los kosovares a pasar a la ofensiva sabiendo que serían masacrados o, más precisamente, para que fueran masacrados. Una periodista norteamericana muestra la punta del ovillo cuando escribe que las ‘idas y vueltas’ de la Nato "incentivaron a los rebeldes a escalar las hostilidades" (International Herald Tribune, 17/7) y que "existe una acuerdo general acerca de que Richard Hoolbroke (enviado norteamericano a los Balcanes)minó las posibilidades de una solución en Kosovo" (ídem). La masacre fue la vía que concibió el imperialismo para sacar a las negociaciones de autonomía limitada para Kosovo de la impasse.
Ahora que se está imponiendo la ‘paz de los cementerios’, es posible que se ensaye alguna forma de‘normalización’, es decir una reedición del engendro de Bosnia. Pero en Bosnia, dice un diplomático norteamericano,"no hemos construido una paz que podamos decir que sobreviva a nuestra partida" (ídem). Mientras tanto, los antiguos aliados Serbia y Montenegro han llegado al borde de la ruptura y en la propia Serbia se asiste a un derrumbe económico y social sin precedentes. La ‘política balcánica’ del imperialismo está en ruinas.