El inevitable fracaso de los “partidos amplios” para constituirse en partidos revolucionarios

Después de 20 años: la UIT-CI rompe con el PSOL

PSOL de Brasil

El 5 de junio, la Corriente Socialista de los Trabajadores (CST) – sección brasilera de la Unidad Internacional de los Trabajadores– Cuarta Internacional (UIT-CI) anunció que luego de casi dos décadas había decidido romper con el PSOL (Partido Socialismo y Libertad).

El PSOL surgió en el 2004 como una ruptura con el gobierno de Lula del PT. Cuatro diputados –entre los que se hallaba “Baba” del CST- que habían sido elegidos en las listas de Lula, rompen criticando su política antipopular y constituyen el PSOL.

De entrada no se definió por la necesidad de luchar por un gobierno obrero y campesino, sino por una “nueva” concepción de socialismo: “La defensa del socialismo con libertad y democracia”. Una estrategia de construcción socialista a través de avances electorales bajo la democracia. Para eso se construirá como un “partido amplio”, un “partido de tendencias”, que actuara “por consenso”. Es decir por acuerdos burocráticos de cúpulas, sin debate ni delimitación. Sin decisiones democráticas en lo que respecta al voto de la militancia. Esta fórmula organizativa era lógica para un partido que no se constituía para crear las condiciones y dirigir un proceso revolucionario hacia la toma del poder por la clase obrera sino para intervenir restringidamente en procesos electorales y parlamentarios. Nunca fue un partido que interviniera unitariamente y de conjunto en los procesos de la lucha de clases. Cada “tendencia” sacaba sus periódicos y declaraciones. Cobraba “vida” en los eventos electorales y lo hacía detrás de dirigencias ajenas a los trabajadores. Llegó a apoyar candidaturas como las de Erundina, ex alcaldesa de San Pablo, recordada por reprimir violentamente una huelga de los choferes de buses.

La “lógica” democratizante del PSOL ha progresado: hoy tiene 13 diputados federales y un par de decenas de diputados estaduales, elegidos bajo el paraguas del apoyo e integración al frente centroderechista de Lula-Alckmin que ganó la elección del 2022. También tiene ministros y funcionarios en el gobierno Lula. Y ha declarado que constituye parte de la base parlamentaria del gobierno frentepopulista (para mejor poder enfrentar a la derecha bolsonarista, afirman). En las últimas semanas el gobierno Lula ha avanzado en aplicar importantes medidas antiobreras y antipopulares.

La CST considera entonces que “el PSOL rechazó definitivamente la independencia política de la clase obrera”(subrayado mío). Y anuncia su ruptura.

La fundación del PSOL en el 2004 fue saludada por la izquierda oportunista a nivel mundial como un “modelo” a seguir. Por la misma fecha se constituyó el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) en Francia, sobre la base de la disolución de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) del llamado Secretariado Unificado (SU) de la IV Internacional. Previamente a su disolución la LCR había votado en su Congreso una profunda reforma programática abandonando la lucha estratégica por la dictadura del proletariado (gobierno de los trabajadores). El NPA también se formó como un “partido amplio”, un partido de tendencias, que iba a funcionar NO sobre la base del centralismo democrático, necesario para intervenir disciplinada y enérgicamente en la lucha de clases; sino sobre los principios del consenso. En realidad estos partidos –el PSOL y el NPA- prácticamente no militaban en la lucha de clases y con planes para enraizarse en las masas trabajadoras. El “consenso”, manipulado por las camarillas dirigentes alcanzaba apenas para elegir los candidatos con los que intervenir “unitariamente” en las correspondientes elecciones.

Los “partidos amplios” no son revolucionarios. No se preparan para la lucha de clases, sino para instancias electorales y el franeleo parlamentario y, por supuesto, no levantan un programa socialista revolucionario.

La ruptura ahora de la CST con el PSOL ante la “derechización” de la dirección y su plena participación en el gobierno Lula por un lado, y por otro el estallido del NPA francés, que se divide yéndose (e integrándose) la mayoría -ligada directamente al SU- al frentepopulismo del Nupes de Jean-Luc Mélenchon, son indicativos emblemáticos del fracaso de los “partidos amplios”.

La izquierda trotskista que viene del morenismo y/o del SU justificó su impulso e integración a estos agrupamientos amplios como una “táctica entrista”, para desarrollar “atajos” que le permitieran superar la “marginalidad de los revolucionarios”. Pongamos como cierto este propósito (plagado, inevitablemente, de políticas capituladoras), la crisis actual evidencia la inviabilidad de estos partidos de “nuevo tipo” ajenos a la construcción leninista de partidos de combate integrados por militantes activos y no por “simpatizantes” afiliados.

Pero este no es el balance que saca la CST quien reivindica la necesidad de levantar las banderas del PSOL de sus orígenes (cuando fundaron este PSOL dijeron que querían levantar las banderas del PT de sus orígenes).

No olvidemos que la UIT-CI, la corriente morenista a la que está adherida la CST, estuvo durante largo tiempo, hasta hace un par de años, integrada al Frente Amplio en Perú. Una organización pequeñoburguesa caudillista, truchamente indigenista (partidaria “del buen vivir”), que votó la destitución golpista del presidente Martín Vizcarra y la asunción de un gobierno de emergencia donde el Frente Amplio conformó la presidencia de la Unicameral.

Las “ganancias” electorales orientan –y enceguecen- el accionar de estas corrientes que impulsan los “partidos amplios”. En Perú, obteniendo un cargo de diputado para su grupo “Uníos”. En Brasil igualmente con cargos estaduales y comunales. Las rupturas suelen asomar cuando las direcciones de estas construcciones oportunistas deciden “limpiar” sus filas de “izquierdistas”. En Perú rompieron cuando su diputado no fue colocado nuevamente en las listas electorales. Y ahora, en Brasil, sucede objetivamente lo mismo. Por eso la CST insiste en que la dirección mayoritaria del PSOL ha incorporado miles de afiliados en forma arbitraria y caprichosa asegurando su mayoría en el próximo congreso de septiembre y la nominación de las candidaturas expectables.

Las eventuales políticas de “entrismo” en organizaciones de masas realizadas por los revolucionarios, tienen por objetivo acelerar procesos de radicalización de una izquierdización en curso, para producir una ruptura de los sectores radicalizados hacia la revolución frente a los giros a la derecha. Pero estas corrientes hicieron un “entrismo” capitulador durante ¡20 años! El PTS, también tuvo similar orientación. Estuvo en el NPA francés hasta unos meses antes de que se rompiera (e incluso apoyando electoralmente a candidatos frentepopulistas de Mélenchon). Y en Brasil pidió reiteradamente su incorporación orgánica, como tendencia, al PSOL y presentó candidaturas en sus listas.

La “ambición” de cargos suele matar a las corrientes que hacen un culto a los “partidos amplios” no como una táctica coyuntural, sino como una construcción política adaptada a la democracia burguesa. Por eso cuando rompen –si rompen y no son asimilados por estas direcciones frentepopulistas- no salen más fuertes, sino más debilitados y desmoralizados. Así pasó con el “entrismo” morenista de 1957 a 1964 en Argentina, que rompió completamente deshilachado, luego del afianzamiento de las burocracias derechistas, y no lo hizo como parte de un proceso de luchas (contra el llamado de Perón a votar gorilas como Frondizi en 1958, votación que sacó un millón de votos en blanco provenientes en su mayoría de las barriadas obreras). Y lo mismo sucedió en Perú. Y ahora, en Brasil.

Saquemos todas las conclusiones de esta ruptura: es hora de construir partidos revolucionarios militantes y una Internacional Revolucionaria de los Trabajadores, REFUNDANDO la IV Internacional. Para luchar por gobiernos obreros y el socialismo.

Es hora de la independencia de clase, como la que se constituyó en la Argentina en torno al Frente de Izquierda Unidad.

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