Internacionales
14/3/2023
El laberinto georgiano
El trasfondo de las protestas en el país caucásico.
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Protestas contra el gobierno georgiano
Georgia, una nación del Cáucaso con apenas 4 millones de habitantes, volvió a ser noticia en los últimos días debido a una serie de protestas opositoras contra un proyecto oficial que establecía mayores controles y penalidades a organizaciones que reciben financiamiento externo.
La norma en cuestión, finalmente retirada, creaba un registro con los grupos que reciben más del 20% de sus fondos desde el exterior. Estados Unidos y Bruselas apoyaron las movilizaciones, en las que se vieron flamear banderas de la Unión Europea (UE).
El proyecto fue presentado en el parlamento por Sueño Georgiano, la fuerza que gobierna el país desde 2012. Está orientada en las sombras por el hombre más poderoso del país, el oligarca Bidzina Ivanishvili, quien hizo su fortuna en Rusia desde los ’90 y fue primer ministro georgiano en 2012-2013. Su patrimonio ascendía entonces a 6.400 millones de dólares.
Sueño Georgiano desplazó del poder al Movimiento Nacional Unido (MNU), el partido que rigió los destinos desde la llamada revolución de las rosas, en 2003. El MNU, formación alineada con el Partido Popular Europeo, dio paso a un proceso de privatizaciones masivas (incluyendo la salud) en la ex república soviética e inició un camino de incorporación a la UE y a la Otan.
Las tensiones con Rusia llegaron a su punto más alto en 2008, cuando el gobierno georgiano invadió Abjasia y Osetia del Sur, dos regiones que habían proclamado su independencia a comienzos de los ’90, tras una guerra con Tbilisi. La invasión fue derrotada en pocos días y, a renglón seguido, el Kremlin -que apoyó militarmente a abjasios y osetios- reconoció la independencia de los dos territorios de marras. Al día de hoy mantiene 13 mil soldados apostados en esas zonas.
Hay que agregar aquí que en Georgia existe un tercer territorio que goza del estatus de república autónoma: Ayaria, de mayoría musulmana, ubicado -al igual que Abjasia- sobre el Mar Negro, cuya autoridad principal, sin embargo, es designada desde Tbilisi.
Los tiempos del MNU en el poder (hoy es la principal fuerza opositora) acabaron, como el del régimen de Eduard Shevardnadze en 2003, en medio de grandes movilizaciones de repudio. Su principal referente, Mijeil Saakashvili, se encuentra actualmente encarcelado, tras un juicio por una golpiza contra uno de sus opositores, mientras ejercía la presidencia. Desde la cárcel, denuncia haber sido envenenado.
Muchos consideran a Sueño Georgiano como una formación prorrusa, más aún a la luz de la ley que desató las últimas protestas, y que ha sido comparada a la ley de agentes extranjeros que Moscú impuso en 2012, profundizada con el inicio de la guerra en Ucrania. Pero la cuestión es más compleja, porque los gobiernos de Sueño Georgiano ratificaron la orientación principal de su antecesor en el poder, a saber: la integración a la alianza atlántica y al club de los 27.
En el caso de la UE, Bruselas aceptó en 2022 las candidaturas de Ucrania y Moldavia, pero rechazó la de Georgia, al considerar insuficientes sus reformas en materia de “desoligarquización” del país. No obstante, el actual primer ministro dijo este mes que ese rumbo es “irreversible”.
En cuanto a la Otan, la incorporación de Georgia, junto con la de Ucrania, terminaría de configurar un cerco sobre Rusia. Por eso, Putin lo ha marcado como una línea roja. Y, aunque hasta ahora no se ha llegado tan lejos como a un ingreso formal, la alianza atlántica hizo ejercicios militares con fuerzas locales en 2022. A su vez, Estados Unidos instituyó un programa de entrenamiento y asistencia de sus tropas.
A pesar de esta línea de aproximación a Occidente, el gobierno georgiano no rompe lanzas con Moscú. Si bien condenó la invasión de Ucrania, no se plegó a la campaña de sanciones internacionales. Algunos dicen que esto obedece a la dependencia de la energía del Kremlin y del turismo ruso.
La complejidad de la ubicación política de Sueño Georgiano tiene su correlato en la propia división del partido gobernante: nada menos que la propia presidenta de la república, Salomé Zurabishvili, apoyó las protestas opositoras.
La oposición, en tanto, reclama un rumbo decididamente pro-occidental y no descarta seguir movilizada con esa perspectiva.
Georgia es un territorio de ubicación estratégica, sacudido por brutales disputas interoligárquicas en la cúspide del poder. Moscú lo considera parte de su radio de influencia y el imperialismo lo codicia como una pieza clave en su línea de colonización económica y dominio político del ex espacio soviético. El estallido de la guerra en Ucrania lleva todas estas tensiones a un nivel más alto.
Las masas georgianas tienen planteado el desafío de abrirse un rumbo político independiente de los bloques en pugna.
https://prensaobrera.com/internacionales/los-discursos-de-biden-y-de-putin-escalan-las-provocaciones/