El Lula de Sudáfrica

"Estamos sobre un polvorin"

No es una comparación forzada. Aunque Nélson Mandela no es obrero metalúrgico y su partido, el Congreso Nacional Africano (CNA), no sea un PT. Pero el hombre fue el caudillo histórico de la rebelión negra contra el “apartheid”. Pasó treinta años en la cárcel y a mediados de los noventa prometió que “otro mundo era posible”, en Sudáfrica, sin alterar las bases sociales del régimen capitalista “blanco”. En tal condición fue ungido como Presidente en 1994, al frente del CNA (dirigido históricamente por el Partido Comunista).


¿Cuál es el balance? Una década después, “las miserables condiciones de vida no han mejorado” (El País, 14/4). Algo que incluso suena poético cuando se examinan los datos concretos: 42,1% de la población está desocupada (80% en algunas zonas rurales); la brecha entre ricos y pobres ha aumentado desde 1994, como también las diferencias entre blancos y negros; 20.000 personas mueren asesinadas por año por el aumento de la criminalidad, y 800.000 (sí, ochocientas mil) no podrán concurrir a votar en las próximas elecciones… “por estar gavemente enfermas de sida” (ídem), enfermedad que padecen cinco millones de personas.


Algunos negros (¡de la camarilla dirigente del CNA!) “se están haciendo millonarios”, confiesa el arzobispo Demond Tutu, Premio Nobel de la Paz y socio de toda la vida del ahora ex presidente Mandela. “Temo –agrega el pastor– que podamos estar sentados sobre un polvorín” (ídem).


En esto terminó el “otro mundo es posible” de colaboración con el gran capital. Algo que se planteó mucho antes de los “Foros de Porto Alegre”, dirigido por la derecha “antiglobalizadora”, y mucho antes también de la experiencia más cercana del “Foro” en el poder en el país más grande de nuestro continente. Mandela no es Lula, pero lo que ambos ofrecieron y sus resultados están ahí para quien los quiera ver y… aprender.