El movimiento estudiantil vuelve a irrumpir en la política chilena

Con una marcha de 120 mil personas

“Por una educación pública, gratuita, de calidad, sin lucro y sin deuda”. Ésa fue la consigna central de la manifestación de 120 mil personas en Santiago de Chile, y decenas de miles más en otras ciudades, este jueves 19. Con ella, el movimiento estudiantil ha vuelto a irrumpir, fuertemente, en la vida política del país. Fue la primera gran marcha contra el gobierno del derechista Sebastián Piñera, que la reprimió sin miramientos: hubo gases, hidrantes, decenas de heridos –uno de ellos de gravedad− y 180 detenidos, de los cuales no menos de 50 son menores de edad (Nodal, 20/4).



La marcha fue convocada por la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech), la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (Aces), la Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios (Cones), el Colegio de Profesores y el movimiento No+AFP, que exige el final del sistema privado de jubilaciones y pensiones. 



Sin llegar a los niveles de 2011, es la primera vez que las organizaciones estudiantiles logran una convocatoria masiva, superior a las de fines de 2016. A partir de la asunción de Michelle Bachelet los dirigentes universitarios comenzaron una ronda de negociaciones interminables y se subordinaron a las pautas y a la agenda del gobierno, todo a cambio de un paquete de promesas y la “gratuidad”, que sólo alcanza a una franja de estudiantes.



Sin embargo, el ministro de Educación, Gerardo Varela –de extrema derecha y declaradamente pinochetista−, arremetió incluso contra aquellas concesiones y se manifestó en favor del arancelamiento universitario. En declaraciones recientes dijo de la enseñanza superior: “Esto es un bien económico. De hecho, cuesta 18.500 millones de dólares a los 17 millones de chilenos que no están yendo a clases y pagan por 1 millón que sí va. Eso lo hace un bien económico” (ídem).



De ahí que sus manifestaciones sobre la necesidad de “perfeccionar ciertas leyes” sean en verdad un anuncio de arancelamiento completo; del mismo modo, con el eufemismo de la “diversidad de colegios”, se propone permitir el funcionamiento de colegios secundarios con fines de lucro. En respuesta a todo eso salieron a la calle 120 mil personas.



Además de aquella consigna central, los manifestantes exigieron dar “solución inmediata al endeudamiento de los jóvenes que pidieron el Crédito con Aval del Estado” (El Mercurio, 20/4). Esos créditos se ofrecieron en su momento a estudiantes que no podían pagar el arancel universitario, y se comprometían a devolverlo cuando terminaran su carrera. Eso derivó en un endeudamiento usurario en perjuicio de estudiantes y profesionales recién recibidos. También se exigió una “educación no sexista en las universidades y colegios” (ídem).



Varela, que además de derechista es un provocador en toda la línea, había dicho que sus hijos son “campeones” porque “él les compraba varios preservativos” (ídem). En respuesta, miles de estudiantes universitarias se agruparon detrás de un cartel que decía: “Las campeonas nos compramos los condones solas. Educación sexual y no sexista ¡Ahora!”.