El “partido de Besancenot”

Un político de “otro planeta”


 



Besancenot, de 33 años, se diferencia de los restantes políticos franceses, incluídos los de la “izquierda” (PS, PC), por su edad, su origen social (es cartero), su vestimenta y su lenguaje. “En la escena política, se tiene la impresión de que (Besancenot) viene de otro planeta” (ídem).


Besancenot está presente en todos los conflictos, donde es recibido por los trabajadores “como uno de los suyos” (ídem). No va para la foto. Prepara cuidadosamente sus intervenciones, elige las ideas, las palabras y las expresiones que va a presentar ante cada auditorio, estudia la historia de la empresa y la situación de la rama, “para lo que demanda notas a los economistas de la organización” (ídem). “Cuando él habla, no es un teórico ni un charlatán. Es siempre muy concreto y los muchachos lo entienden enseguida”, asegura Jérome Ferard, ferroviario de 29 años (ídem).


En los medios — en los cuales se ha vuelto “casi omnipresente por la izquierda” (ídem)— se presenta como el “delegado de las luchas”. Siempre se las ingenia para citar un ejemplo de trabajadores en lucha con los que se reunió inmediatamente antes de la entrevista. Ante la prensa, Besancenot se presenta y se expresa como “un trabajador como los otros”. Su equipo de prensa privilegia los medios populares de mayor lectura o audiencia de los trabajadores y las radios de los barrios, en lugar de los grandes medios.


Las encuestas le dan una intención de voto del 7%, casi el doble de los resultados de las últimas presidenciales. La votación se eleva al 12% entre los obreros y los menores de 25 años, y alcanza el 11% entre los empleados.


Vacío político


Besancenot aprovecha el vacío político creado en la izquierda francesa luego de las elecciones. No es cierto que “entre Sarkozy y Besancenot no hay nada”, como afirmó un ministro y el propio Besancenot rechaza. Pero lo que sí es cierto es que el PS ha “desaparecido” de la escena política. Una parte de su dirección ha sido cooptada por Sarkozy (como el actual canciller Kouchner) y hasta por el capital financiero internacional (Dominique Strauss-Khan, uno de sus principales dirigentes, ha pasado a dirigir el FMI). Lo que queda del PS está embarcado en una fiera disputa por capitanear el giro del partido hacia la derecha. El PS apoyó el ataque de Sarkozy al régimen jubilatorio de los ferroviarios porque, como declaró Ségolène Royal, “la reforma es necesaria”. Otro de sus principales dirigentes, Manuel Valls, ha lanzado una campaña para que “el PS le pierda el miedo al mercado”.


En estas condiciones, según el politólogo Vincent Tiberj, “el PS no tiene línea ni líder frente a Sarkozy (…) no encarna la alternativa y deja un espacio vacío que ocupa Besancenot”, (ídem).


¿Y el partido comunista? Está en demolición después de su último fracaso electoral. Es un partido integrado por personas mayores y jubilados; carece de fuerza militante en la juventud y está muy dividido. El PCF ha quedado virtualmente reducido a su puro aparato. Tiene 13.000 concejales en 700 distritos, electos en listas comunes o mediante acuerdos con el PS. Para el PCF es imprescindible mantener esas concejalías: el financiamiento del partido depende de ellas… pero no está en condiciones de renovarlas por sí mismo. El PCF es un rehén del PS.


La LCR


En este cuadro, la LCR está creciendo. Sus nuevos adherentes son, en su inmensa mayoría, jóvenes provenientes de sectores populares que trabajan en empleos tercerizados. La entrada de nuevos miembros cambió la composición social de la LCR. El número de adherentes con un empleo estable cayó del 72 al 57% y creció, proporcionalmente, el número de afiliados que trabajan en empresas privadas.


Una socióloga que estudió la composición social de la LCR constata que “se trata de un cambio de envergadura para esta organización que reclutaba hasta ahora en las capas medias y superiores (…) esta evolución (que) se acerca a la realidad social del país (…) es única en la izquierda: el PS se ha convertido en un partido ‘aburguesado’ de diputados y concejales; el PCF ve envejecer su población militante” (Le Monde, 26/12).


También cambiaron los métodos de reclutamiento. La misma socióloga explica que “el nuevo reclutamiento pasa más por las emisiones de radio, la televisión o las manifestaciones (que) por el contacto militante en los sindicatos y asociaciones” (ídem), es decir, de la acción colectiva y organizada de la LCR. “Es la imagen de Besancenot la que atrae a estos jóvenes, no la LCR ni su proyecto”, advierte el politólogo Tiberj (Le Monde, 12/12). Se trata de jóvenes sin experiencia política o sindical, cuya integración militante en un partido es más compleja y dificultosa.


El crecimiento, sin embargo, no ha resuelto el principal problema: su implantación en los grandes centros proletarios. La entrada de obreros sindicalizados es marginal; por eso el porcentaje de obreros en las filas de la LCR continúa siendo bajo: apenas el 5% de sus militantes.


Con esta nueva base social, rejuvenecida y más “popular”, de trabajadores precarios y empleados, la LCR se apresta a lanzar en su próximo Congreso (que se realizará en enero) el planteo de construir un “nuevo partido anticapitalista”. Ese nuevo partido ya no estará organizado, como la LCR, alrededor de un programa. Será, como lo definen los nuevos adherentes, “el partido de Besancenot”.


¿Operación de prensa?


Tratándose del “partido de Besancenot”, es de la mayor importancia conocer sus posiciones políticas. Más de una vez, Besancenot afirmó que no era trotskista. Cuando lanzó el planteo de la formación del “nuevo partido”, hace algunos meses, afirmó que pretendía construirlo “con guevaristas, libertarios, altermondialistas…”. El “nuevo partido” es una construcción ecléctica que concientemente rompe sus lazos con el trotskismo y con la clase obrera.


La pregunta es: ¿cómo compatibilizará la LCR su abandono formal del trotskismo con su pertenencia a una organización que se denomina IV Internacional y de la que es, precisamente, su principal sección?


Besancenot es un hábil comunicador y existe un vacío político en la izquierda francesa que la LCR está aprovechando. ¿Pero es sólo eso? Detrás de la promoción de Besancenot por los medios, hay un operativo de prensa enderezado a apurar el abandono del trotskismo por parte de la LCR y a dar nacimiento a un “partido popular”, sin referencia política o programática con la clase obrera y la revolución socialista. Es decir, a reforzar la orientación elegida por la dirección de la propia LCR.


 


 

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