Internacionales

21/11/2019

El partido que llevó al poder a Bolsonaro busca homenajear a Pinochet

Esta mañana se conoció en nuestros pagos el pedido realizado por un diputado del Partido Social Liberal (PSL), partido con el que el mandatario Jair Bolsonaro llegó al poder y del cual se separó hace tan solo una semana, para que la Asamblea Legislativa de Sao Paulo realice un homenaje al dictador chileno Augusto Pinochet.


La iniciativa fue presentada por el diputado regional Frederico D'Avila, quien afirmó en sus redes sociales que el masacrador chileno “condujo su Gobierno de forma brillante, impidiendo que el escenario dictatorial y violador de derechos humanos cubano y soviético de la época se instalase en el seno de la sociedad chilena”. Las aseveraciones de D’Avila van en perfecta línea con las del mandatario ultraderechista de Brasil, quien había hablado en septiembre del pinochetismo como aquellos “que tuvieron el valor de detener a la izquierda en 1973” (Clarín, 21/11) y ha reivindicado a los represores de la dictadura que dominó Brasil por más de 20 años.


 



 


El repudio a la iniciativa de D’Avila llevó al anuncio de que sería impedido el homenaje por parte del presidente de la Asamblea Legislativa Paulista, Caue Macris (del PSDB). Se trata del mismo parlamentario que en octubre del año pasado agradecía en su instagram el apoyo del general Hamilton Mourão, vice de Bolsonaro, a la campaña del actual gobernador João Doria, también del PSDB. Incluso con estos antecedentes, Macris contó con el apoyo del PT de Lula da Silva y Dilma Rousseff para ser reelegido en marzo como presidente de esa cámara.


La exaltación de la figura de Pinochet aparece como un pronunciamiento contra la rebelión en Chile, que apunta contra el régimen montado por el pinochetismo y sostenido hasta el presente. La posibilidad de un “efecto contagio” del alza popular en el país andino –y de los que tienen lugar en Centroamérica y Ecuador y en la resistencia contra el golpe en Bolivia, en el que estaría implicado Bolsonaro-, asola como un fantasma a la coalición ultraderechista que gobierna Brasil, y que llegó allí sobre la base del golpe contra Rousseff. Sucede que en un cuadro de poderosas y sistemáticas crisis internas, de escándalos judiciales y de choques con su base social burguesa, Bolsonaro busca reafirmarse reventando los derechos de los trabajadores. Pero ni siquiera la imposición de reformas antiobreras como la jubilatoria, recientemente aprobada, ha logrado mejorar la situación de un Ejecutivo que debe hacer frente a una explosiva situación de deuda y la mayor devaluación en la historia del real.


Mientras los golpistas se cruzan elogios, la población trabajadora de Latinoamérica tiene planteado el desafío de barrerlos del continente.