Armenia: Un millón de personas desfilan bajo el estado de sitio

El 28 de febrero de 1988 en Sumgait, en el Azerbaiyán soviético, más de 500 armenios fueron masacrados en un pogrom al que no fueron ajenos los dirigentes locales del PC.

En el primer aniversario de estos hechos, una “manifestación monstruo” (Le Monde, 2/3) recordó a las víctimas armenias. “Desde el alba hasta bien entrada la noche, varios centenares de miles de armenios de todos los medios y todas las edades desfilaron ininterrumpidamente frente al monumento que recuerda a las víctimas del genocidio de 1915. Centenares de ramos de flores fueron dejados a sus pies por innumerables organizaciones, fábricas, escuelas y sindicatos”.

La manifestación, la primera después del terremoto que destruyó el país en diciembre pasado, fue absolutamente espontánea. “Sin que hubiera una verdadera convocatoria —explica el corresponsal de Le Monde— el rumor público decidió él mismo la concentración”. Pese al “estado de sitio” (implantado en noviembre) la burocracia se vio obligada a autorizar “una ceremonia de recordación sin discursos ni banderas” ante la irresistible presión popular.

“Aunque toda manifestación política está oficialmente proscripta, era difícilmente imaginable que este movimiento, que suscitó el año pasado tan grandes movilizaciones, no aprovechara la ocasión para recordar su existencia a Moscú”. Así fueron apareciendo —pese a la prohibición— decenas de banderas que convirtieron a la “movilización monstruo” en una requisitoria a la burocracia.

“Libertad a Karabaj”, “Justicia para las víctimas de Sumgait”, “Juicio honesto a los responsables del pogrom” eran las leyendas de las banderas. Con el desarrollo de la manifestación aparecen otras, más “osadas”: “levantamiento del estado de sitio”, “reconocimiento de la responsabilidad de los dirigentes azeríes en el pogrom”. Los manifestantes reclamaron insistentemente por “la inmediata liberación de los miembros del Comité Karabaj”, que fueron detenidos en enero sin que se hubiera formulado contra ellos cargo alguno y enviados a Moscú a la espera de un juicio futuro, sin fecha conocida.

Todo esto tuvo lugar pese a las medidas policiales de la burocracia y al terremoto que mató a más de 100.000 personas.

Entre el pueblo “no se espera nada bueno para Armenia de Gorbachov y la perestroika”. El “renovado” régimen burocrático de Gorbachov continúa siendo, como bajo el terror stalinista, una cárcel de pueblos. La satisfacción de los reclamos nacionales y democráticos de los pueblos de la URSS está enteramente ligada al éxito de la revolución política que expulse a la burocracia y regenere al Estado obrero soviético.