El presupuesto de guerra de Obama

Acosado por una deuda nacional que ya alcanza los 13 billones de dólares, Obama ha presentado una proyección del presupuesto norteamericano para 2011 que viene con recortes… claro que no para los gastos militares.

Así es. El presupuesto de gastos discrecionales no dirigidos a la seguridad (vivienda, educación, transporte) será congelado por tres años. Mientras tanto, se calcula que, en los próximos diez años, el gasto militar, exceptuado de los recortes, se incrementará en 500 mil millones de dólares. Los ahorros de Obama se harán, entonces, a costa de la educación, la vivienda y el transporte, que tendrán sólo el 11% del presupuesto.

Lo que se ahorre de una retirada en Irak, se gastará en Afganistán. Se trata, para el secretario de defensa Robert Gates, de profundizar la política de ganar las guerras de hoy sobre el equipamiento para posibles conflictos del mañana. El gasto en seguridad nacional, alrededor del 23% del presupuesto, representa el doble del resto de los gastos discrecionales no dirigidos a ella. En 2011, eso incluirá 708 mil millones dólares sólo para el Pentágono. El departamento de Defensa prevé aumentar la inversión en 96 de sus programas de armas, totalizando un gasto de 295 mil millones de dólares. Uno de ellos, el de los aviones militares de carga C-17, sumará 65 mil millones de dólares, a un costo de 330 millones de dólares por avión. El Congreso incluyó 2.500 millones de dlares en el presupuesto de 2010 por diez C-17 que el Pentágono no había solicitado. Para quien le pueda resultar extraña esta política bastará recordar que Gates, nombrado por Obama, proviene de la administración Bush (The Economist, 6/2).

Mientras el Nobel de la paz aumenta el presupuesto para la guerra, la situación interna se torna más sombría: el 31 de diciembre de este año, la mayor parte del paquete de estímulo de Obama vencerá. Los gobernadores de casi todos los Estados ya anunciaron que deberán hacer fuertes recortes para afrontar sus déficit fiscales. En Massachusetts, se eliminarían los vales de vivienda a familias sin hogar; California reduciría 1.500 millones de dólares de la financiación a jardines de infantes y la universidad; Nueva York reduciría los pagos a los prestadores de salud (Information Clearing House, 5/3).

Las cifras del presupuesto 2011 se basan en la proyección de que la tasa de desempleo caerá del 9,7 al 8,5 % en 2012. Pero esta ampliación del consumo y los pagos de impuestos proyectada es inalcanzable. Estados Unidos necesita generar unos 1,5 millones de empleos nuevos cada año simplemente para absorber a los recién llegados al mercado de trabajo. Congelando el gasto por tres años, está en cuestión si se va a poder cumplir siquiera eso.

De todas formas, el índice de desempleo oculta algo más: no cuenta a todos los que están subempleados o a los que, desalentados, dejaron de buscar trabajo; sumados, el 16,5% tiene problemas laborales. Según las proyecciones de una Conferencia de Alcaldes de EE.UU, la situación no tiene una solución de corto plazo: en Dayton, Ohio, no se espera ver un repunte significativo del empleo hasta el año 2015; en Hartford, Connecticut, hasta 2018; y en la industrial Detroit, Michigan, no hasta después de ¡2039!. A pesar de que, según un informe del Departamento de Agricultura, 49 millones de norteamericanos -el 16% de la población- no contaron con comida suficiente en el año 2008, el presupuesto prevé el congelamiento del monto de los cupones de alimentos, que actualmente usan 36 millones de norteamericanos.

En síntesis, según la proyección del presupuesto de 2011, el desempleo y el hambre de los norteamericanos se extenderán y los gastos en educación y vivienda se reducirán, para que con su ahorro el gobierno pueda comprar más armas. Lo que se dice un gobierno progresista…