El programa ´educativo´ de Bolsonaro

El espejo donde debe mirarse la Argentina.

Luego de su triunfo, Bolsonaro ha dado a dado conocer los lineamientos de la reforma educativa que quiere aplicar su gobierno.  La misma consiste en un decálogo de medidas privatizadoras, elitistas y oscurantistas, que condensa los planteamientos del Banco Mundial junto a los prejuicios oscurantistas de la Iglesia Católica y los cultos evangélicos. Como sucede en este tipo de reformas reaccionarias, se apunta especialmente contra los docentes, afectando sus derechos laborales y la libertad de cátedra. Si se la lee con cuidado y se deja de lado las provocaciones que son propias del lenguaje fachistoide, surge que la reforma de Bolsonaro no dista en lo sustancial de la que el macrismo quiere aplicar ahora en la Argentina. La llamada ´secundaria del futuro´ y la UNICABA que Larreta quiere aprobar el próximo 22 de noviembre en la Legislatura para eliminar los institutos de formación docente bien podrían traducirse al portugués y convertirse en iniciativas parlamentarias del ultrarreaccionario Bolsonaro.


Privatización


Según los trascendidos, el programa ´educativo´ de Bolsonaro tendría todos los componentes de la privatización educativa que impulsan el Banco Mundial y la OCDE. El punto de partida sería el arancelamiento universitario, que como ya se sabe, siempre es justificado en nombre de la igualdad que supondría que paguen los estudiantes de mayores recursos. El problema es que el piso de ese arancelamiento irá bajando con el tiempo, para convertirse en generalizado. Al final del camino, sólo quedarían excluidos de pagar quienes consigan un certificado de pobreza. El arancelamiento universitario completaría una política elitista extrema en la educación superior de Brasil, que a pesar de los gobiernos del PT siempre tuvo una política de ingreso hiper-restrictiva, con exámenes de ingreso y cupos, similares a los que Argentina conoció bajo la dictadura videliana.


Pero la privatización no se limitaría a la educación superior. El programa de Bolsonaro incluiría las llamadas ´escuelas charter´ que funcionan mediante la distribución de vouchers educativos. Este sistema, que fue puesto en marcha por Pinochet en Chile, representa un fuerte impulso a la educación privada, que mediante la captación en el mercado de los vouchers se terminan apropiando de una parte sustancial del presupuesto educativo del Estado. El sistema fue diseñado para superar los límites que el capitalismo impone a la generalización de la educación privada. Es que como el capital termina condenando a una porción mayoritaria de la población a vivir en la pobreza, la deja sin posibilidad de pagar para acceder a la educación. Para superar este límite se diseñaron los vouchers, que representan la porción del presupuesto estatal por estudiante. Estos pueden ser llevados por las familias a las escuelas privadas, que se apropian por esa vía de los fondos públicos. Las familias con mayor poder adquisitivo pueden agregar a ese vouchers un pago adicional, recibiendo un mayor ´servicio´ educativo. Los defensores de este modelo afirman que la competencia entre las escuelas por captar a los estudiantes y sus vouchers benefician la calidad educativa. Sin embargo no fue lo que ocurrió. Las familias que no pudieron agregar un pago adicional recibieron para sus hijos una educación de formación dudosa (Folha de San Pablo, 30/1).


La otra pata de la privatización sería la generalización de la educación a distancia, una modalidad impulsada con fervor por las empresas tecnológicas que encuentran así un mercado para las llamadas ´plataformas educativas´. La educación a distancia permite incrementar la ´productividad´ del docente, multiplicando la cantidad de estudiantes que puede atender. Desde el punto de vista del negocio educativo, este aumento de la productividad comporta una mayor tasa de explotación que va en detrimento de la propia formación impartida. La educación a distancia ha sido fuertemente cuestionada por los pedagogos, que mostraron su carácter autoritario, en tanto no permite el debate colectivo de un curso presencial. No es casual que el país que más la impulsó originalmente fue China, y lo hizo luego del levantamiento estudiantil de Tiananmen en 1989. El propósito fue desarticular a un movimiento opositor al régimen restauracionista.


Represión y oscurantismo


Para que no queden dudas de su carácter represivo, los funcionarios que asumirán el área educativa destacaron que la educación a distancia permite controlar de manera más estricta los contenidos dictados por los docentes. El nombre que eligieron para denominar el plan va en esa misma dirección: “escuela sin partido”. Como ocurriera en nuestro país en oportunidad de la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado, el gobierno quiere regimentar la formación impartida por los docentes y eliminar todo vestigio de libertad de cátedra.


Dentro de las medidas represivas anunciadas, se destaca el llamado a los estudiantes y sus familias a ´controlar´ a los docentes. El propio Bolsonaro defendió que se filme a los docentes cuando éstos intenten ´adoctrinar´ a los estudiantes. Las filmaciones serían usadas para denuncias judiciales en su contra. El ataque a la docencia se enlaza con el negocio educativo y su transformación en una fuente de lucro para el capital. Sucede que la competencia entre colegios que se pregona supone un mercado de trabajo entre la docencia, que conduce a la ´libertad de contratación´. El estatuto docente coloca un límite a esta competencia, al asegurar igualdad de derechos y de salario a los docentes de un mismo distrito.


Según la doctrina Bolsonaro, sería susceptible de ser denunciado por adoctrinamiento un docente que aborde la educación sexual contrariando los prejuicios religiosos. De manera explícita se quiere prohibir la palabra “género”  y expresiones tales como “orientación sexual”. Los bolsonaristas no se andan con chiquitas. El general Aléssio Ribeiro Souto, designado para elaborar la reforma educativa, cuestionó la teoría de la evolución señalando que “si la persona cree en Dios y tiene su posicionamiento, no es el papel de la escuela alterar ese tipo de cosas”. Así, se podría enseñar que el mundo es cuadrado o que es el sol quien gira alrededor de la tierra. Un retroceso pedagógico y científico de dimensiones.


La similitud con lo que sucede en nuestro país surge a ojos vistas. No sólo los bolsonaristas locales han lanzado escraches contra los colegios donde se dicta educación sexual. El propio gobierno ha salido a reafirmar que no se modificará la actual ley de educación sexual  aprobada por el kirchnerismo que le permite a la Iglesia impartir en sus colegios una educación sexual oscurantista y discriminadora. En los hechos esta orientación clerical ha impactado en los colegios de gestión estatal, donde la aplicación de la ESI está frenada. En una encuesta realizada en la Ciudad de Buenos Aires el 80% de los estudiantes afirmó que no recibió educación sexual en todo el año.


Bolsonaros locales


La reforma ´educativa´ de Bolsonaro abreva en los mismos papers del capital financiero internacional, que buscan transformar la educación en una fuente de lucro para las empresas, de modo tal que contrarreste la caída de la tasa de beneficio del capital. Este negocio capitalista implica un retroceso pedagógico de dimensiones, al buscar reducir la formación a las salidas laborales descalificadas que ofrece mayormente el capital en su etapa de descomposición. Es lo que dice el llamado “plan maestro” del macrismo, que ha sido pactado con todos los gobernadores del PJ. El fachista Bolsonaro no es un rayo en cielo sereno, sino la expresión más avanzada de una política reaccionaria aplicada en nuestro país por todos los gobiernos. La lucha por la defensa de la educación pública reclama una acción independiente de los trabajadores y el movimiento estudiantil.