El PT, primero: Traición en los muelles brasileños

La Cámara de Diputados de Brasil aca­ba de aprobar una ley de “modernización portuaria” que liquida las conquistas histó­ricas de los trabajadores al abolir el registro de estibadores controlado por los sindica­tos, autorizar la “libre contratación” de trabajadores y aprobar la privatización de las terminales portuarias. Lo hizo en apenas dos minutos, en una sesión extraordinaria celebrada pocas horas antes del comienzo del receso parlamentario de invierno y me­diante un procedimiento especial ¡que auto­riza la votación sin quórum!!!

La burguesía salió a festejar de inmedia­to la aprobación de la ley, a un extremo tal que a partir de ese momento el Congreso fue habilitado por todos los representantes patronales para resolver con autoridad una eventual caída de Collor. “Si el Congreso ha sido capaz de aprobar la ley portuaria —dice la burguesía— con ello ha demos­trado que tiene la suficiente responsa­bilidad” y 'madurez' para resolver la cri­sis”. El voto a la ley portuaria constituye, por lo tanto, un auténtico “certificado” del “patriotismo” de Estado y de clase de to­dos los integrantes del Congreso brasileño.

La campaña de intoxicación lanzada por la patronal contra todos los estibadores para obtener la aprobación de la ley obligó a un hombre como Barbosa Lima Sobrinho, que no es portuario sino miembro de la Academia Brasileña de Letras y presidente de la Asociación Brasileña de Prensa, a recordar que “los salarios de los portua­rios responden por apenas el 1,5% de los costos operativos de carga y descarga ’, que “los portuarios norteamericanos ganan en 15 minutos lo que un portuario brasileño gana en un día de trabajo”, que “los sindicatos tienen la responsabilidad de proveer la mano de obra en todos los puertos del mundo”, que “los costos operacionales de los puertos brasileños son menores que los de los puertos más importantes del mundo” (y da las cifras que lo prueban), y que el atraso de los puertos no es responsabilidad de los traba­jadores sino del gobierno “que no respon­de a los requerimientos sobre el destino que da a los impuestos destinados a la mejoría de los servicios portuarios” (Folha de Sao Paulo, 21/6).

En suma, lo que los grandes pulpos pretenden con la ley que acaba de aprobarse no es “bajar los costos” sino— al igual que en Argentina— abrir camino a la monopolización de la actividad portuaria, liquidar las organizaciones sindicales en los puertos y abaratar, todavía más, la fuerza de trabajo obrero.

Traición del PT

La sanción de la ley implica una derrota para los trabajadores portuarios, que ha­bían declarado una huelga nacional que se venía desarrollando con enorme energía (no solo se paralizaron los puertos sino que, además, se realizaron grandes manifesta­ciones, como la de Santos que reunió 15.000 trabajadores) y que tendía a profundizarse (en Santos, precisamente, se votó reclamar la huelga general de solidari­dad en todas las ciudades portuarias). El PT votó esta ley con el acuerdo de la burocracia sindical, traicionando a los trabajadores.

El proyecto original enviado por Collor al Congreso —dos gotas de agua con el decre­to menemista de “desregulación portua­ria” — establecía la privatización de las terminales portuarias y la “libre contrata­ción “de la mano de obra por las empresas. Frente a este proyecto, los sindicatos declararon la huelga general indefinida.

En el Congreso, la comisión encargada de estudiar la ley—presidida por el diputado oficialista José Reinaldo— redactó un pro­yecto “sustitutivo” del oficial, que estable­cía la creación de un “consejo de gestión de mano de obra obrero-patronal" y al­gunas limitaciones a la privatización de los puertos. Con ello pretendía conciliar los intereses de los armadores, de los usuarios de los puertos (exportadores e importadores) y de los trabajadores. En medio de la huelga, bs armadores —respal­dados por el bloque de diputados oficialistas— vetaron al “sustitutivo” de Reinaldo e impusieron su reemplazo por el proyecto original del gobierno.

En medio de la crisis política, y cuando la huelga amenazaba radicalizarse (Folha de Sao Paub, 18/6), los partidos patronales de la oposición destacaron a un diputado del PT, Aloizio Marcadante, a entablar “nego­ciaciones” con los armadores y la burocra­cia sindical para levantar la huelga.

Las “modificaciones” que resultaron de la negociación fueron el establecimiento del retiro “voluntariamente” (el cual no sería pagado por los patrones sino median­te un impuesto a la carga y descarga de mercaderías, es decir, por los consumido­res) y de una “comisión de gestión de la mano de obra” de mayoría... patronal. Las “modificaciones” al proyecto collorido no “modificaron” nada y consu­man el proyecto más reaccionario, el de los armadores navieros.

El PT traicionó descaradamente a los portuarios al votar una ley que liquida sus conquistas históricas. Esta traición pinta por entero su política contrarrevolucionaria y su descomposición irreversible.

Pero la última palabra aún no está dicha. Al cierre de esta edición de Prensa Obrera en varios puertos se estaba discutiendo el relanzamiento de la huelga para la deroga­ción de la ley.