Luego de las últimas elecciones norteamericanas, el triunfo de Bush fue adjudicado al voto por los ‘valores morales’. Cómo podía ser esto así, de cara a un criminal de guerra y patrocinador de cárceles clandestinas y torturas, era algo que los autores de esa interpretación no se molestaron en clarificar. Daba la impresión de que se referían más bien a un voto por la perversión moral. Después de todo, qué otra cosa postulan los evangelistas de derecha y los neoconservadores de Estados Unidos, para no hablar de la bandas paramilitares que saludan con el brazo en alto.

 

El caso de Terri Schiavo, que se encuentra en estado semivegeativo desde hace 15 años, parece haber puesto las cosas donde corresponde. Nada menos que el 63% de los estadounidenses apoya la desconexión del catéter de alimentación de la señora Schiavo, o sea la eutanasia, mientras que solamente un perverso 28% insiste en que sobreviva como una planta. El pueblo yanqui parece tener muy en claro sus valores morales, al punto que los tribunales han resistido una exigencia de Bush y de una mayoría del Congreso para que se reconecte la alimentación de la mujer.

 

El Vaticano ha caracterizado lo que está ocurriendo como “la agonía de la humanidad”, confirmando que la opinión pública norteamericana está en lo justo.