El salario mínimo, consigna nacional

ESTADOS UNIDOS

Fast Food Workers-PayEn SeaTac, una localidad próxima a Seattle (que fuera el centro industrial de la Boeing sobre el Pacífico), las autoridades locales aprobaron un salario mínimo de 15 dólares la hora luego de una ola de agitación social y política que hizo de este reclamo el gran tema de la campaña por la elección de alcalde y miembros del consejo municipal. Fruto de este proceso fue electa concejal una militante trotskista que formó parte de una coalición política organizada por la corriente Alternativa Socialista.

En los Estados Unidos rige un salario mínimo federal que está clavado en 7,25 la hora desde 2009, pero estados y municipalidades pueden fijar el suyo. A inicios de 2014, serán 21 (sobre 50) los estados con salarios mínimos por encima del federal, luego de una escalada de reclamos que tuvo su punto más alto en las huelgas en agosto y septiembre del año pasado, en las que pararon a millones de trabajadores de locales de comida rápida y de Walmart exigiendo un mínimo de entre 12,50 y 15 dólares la hora, respectivamente, y el derecho a la sindicalización. Un movimiento que no ha cesado.

Una de las grandes promesas de Obama, para su reelección, fue aumentar el salario mínimo federal primero a 9 dólares y, luego de las huelgas, a 10,10. La propuesta permitiría un ingreso de algo más de 2.000 dólares, cuando el alquiler de una vivienda para una familia tipo no baja de los 1.500. El rechazo de los republicanos dejó el punto en un impasse.

Una crisis de conjunto
Tradicionalmente, los puestos de trabajo en locales de comida rápida eran ocupados por adolescentes en su primera experiencia laboral. Luego del derrumbe económico y el salto en la desocupación, fueron ocupados por adultos jefes de familia y los jóvenes arrojados al paro o a las peores condiciones de precarización laboral. Mientras ese ingreso permitía vivir a uno o dos jóvenes de la familia, ahora debe sostener a una familia completa.
Es una expresión del empobrecimiento general de las masas. Por primera vez en la historia, y no sólo en los Estados Unidos, la generación actual de trabajadores tiene un ingreso inferior al que tenían las generaciones precedentes. Si en 2007, antes de la recesión, 26 millones estaban recibiendo bonos de alimentos, en 2013 lo hizo casi el doble -es decir: una tercera parte de la población activa.

Los que han salido a la huelga son el eslabón más débil de la cadena de explotación, pero podría estar anticipando un ingreso más impetuoso del proletariado norteamericano, que se está empobreciendo a niveles históricos. El costo de la hora de trabajo de GM, Chrysler y Ford está ahora al nivel de las terminales extranjeras ubicadas en el sur, luego de caer un 40% en relación a 2007.

Este derrumbe del salario real va de la mano del crecimiento extraordinario de la productividad en el trabajo: las horas por unidad de producto han caído un 30% en los últimos diez años y el empleo industrial se ha reducido, lo que expone las vías de “salida” del régimen social.

El debate
Si el salario mínimo federal se atuviera a la evolución de la productividad del trabajo desde 1968, debería haber llegado a 21,72 dólares en 2013. A la vez, el 52% de los trabajadores en locales de “comida rápida” reciben bonos de alimentación y, eventualmente, un subsidio federal para salarios bajos. “Los activistas sostienen que (aumentando el salario mínimo) el gobierno no debería tener que completar la remuneración de los trabajadores… este ‘subsidio oculto’ asciende a 7.000 millones de dólares sólo en la industria de la comida rápida” (The Economist, 14/12/13).

La propuesta de Obama de un salario mínimo federal de 10,10 dólares la hora llega tarde y divide a la burguesía (la Cámara de Comercio denuncia que conspiraría “contra el empleo”; un gigante de la distribución se ha pronunciado a favor, siempre que el mínimo no pase de ese nivel). Lo importante es que lentamente la clase obrera norteamericana irrumpe en la crisis mundial, un cambio que en perspectiva puede ser también político. Según encuestas, una mayoría -60%- busca una alternativa a la crisis en el desarrollo de “un tercer partido”.


Christian Rath