El “sionismo de izquierda” encubre la masacre de Jenín

Durante su reciente ofensiva, el ejército sionista llevó adelante una masacre espantosa en el campo de refugiados de Jenín. La población civil fue bombardeada con helicópteros, tanques y artillería antiaérea; cientos de muertos quedaron sepultados por los escombros; hubo asesinatos a sangre fría; los heridos se desangraron en el terreno porque los médicos y las ambulancias fueron tiroteados; cuando el ejército entró en el campo, los soldados se libraron al robo y saqueo de la propiedad palestina: en los propios diarios de Israel aparecen denuncias de robos de dinero, joyas, relojes, computadoras y todo tipo de elementos valiosos por parte de los soldados sionistas. Para los sionistas de izquierda, sin embargo, en Jenín no hubo una masacre.


“No hubo una masacre en Jenín”, tituló un editorial el diario israelí Haaretz, de tendencia izquierdista. “En Israel del 2002 -afirma-, prácticamente no hay forma de encubrir atrocidades. Testimonios de comandantes y combatientes en Jenín, muchos de los cuales eran civiles reclutados de la reserva sólo para el operativo, refutan totalmente lo alegado sobre una supuesta masacre.” “Fue una lucha intensa… y en esas circunstancias, también los civiles sufrieron daños. Es terrible, lamentable, producto de la naturaleza de la lucha. Y puede que haya que examinar si realmente se hizo todo lo necesario para impedir bajas civiles. Pero decir que la lucha en Jenín fue una ‘masacre’ es un error de parte de los ingenuos y una difamación de parte del resto.”


El diario marca el tono de las declaraciones de los sionistas de izquierda.


Moria Shlomot, secretaria general del movimiento pacifista israelí Paz Ahora, dice: “Me parece que lo que hubo fue un combate difícil en una zona habitada, y por eso hay tanta destrucción y muertos del lado palestino y no pocos muertos del lado israelí”.


Mónica Pollack, encargada de Relaciones Internacionales en el partido opositor de izquierda, Meretz, declaró: “Sé que la guerra nunca es agradable y que en la guerra no se reparten flores. Pero también hay que pensar qué se denomina masacre (…). No puedo creer que haya habido una en Jenín, porque sabemos quiénes son nuestros soldados, nuestros hijos, nuestros hermanos, y que son incapaces de cometer esas atrocidades. Sabemos qué órdenes reciben los soldados, contrarias a todo este tipo de situaciones”.


Cualquiera de estas declaraciones podría haber sido suscripta perfectamente por cualquier ministro del gabinete.


Pollack, del Meretz, establece un frente único con el gobierno, al oponerse a la investigación de la masacre de Jenín por la ONU. Textualmente, afirma que “yo no pongo las manos en el fuego por nadie y eso incluye a Arafat. Es la última persona a la que le creería algo (…) hay que tomar en cuenta el uso cínico que se está haciendo de parte del liderazgo palestino de su propia población (…) hay que ver los dos lados de la moneda”. “Esa visión objetiva, necesaria para ayudar realmente a solucionar el conflicto actual *dice*, no existe de parte de la comunidad internacional que hoy acusa a Israel. Es imposible criticar sólo a un lado.”


En Israel, la izquierda sólo merece ese nombre si defiende incondicionalmente el levantamiento nacional palestino contra la opresión sionista. Esta es la política de la IV Internacional en Palestina, honrosamente defendida por los militantes de la Liga Obrera Socialista.


Todas las citas han sido extraídas del diario israelí Haaretz.