El trabajo sucio del Foro de San Pablo

En la reunión anual del Foro de San Pablo, que acaba de concluir en La Habana, el dirigente histórico del PT de Brasil, Lula, se refirió a la guerra de Afganistán. “Este Foro (dijo Lula) no puede dejar de definir nuestra posición sobre la paz. Estamos contra el terrorismo, que no ayuda a la lucha de la izquierda y de los pueblos, pero no podemos aceptar que en nombre del combate a esos abusos, se haga una verdadera práctica del terrorismo de Estado, fomentando guerras, bombardeando Afganistán o amenazando a otros países como Libia e Irak” (Granma, 6/12). Claro que condenó al terrorismo norteamericano sólo ahora, cuando la guerra está terminando.


La posición del Foro de San Pablo cuando la guerra estaba por iniciarse fue otra. El comunicado del “Grupo de Trabajo del Foro de San Pablo”, su virtual dirección, aprobado en una reunión realizada en Managua a fines se septiembre, dice textualmente: “El Grupo de Trabajo del Foro de San Pablo se pronuncia en pro de que los Estados Unidos adopten una política prudente, que permita establecer con toda claridad la identidad de los responsables de estos incalificables hechos así como el agotamiento de todos los recursos de la diplomacia y los medios no bélicos de presión sobre la o las naciones que, eventualmente, alberguen a los presuntos responsables, el juicio justo a éstos y, sobre todo, limitar el castigo y las medidas de presión a quienes se encuentre culpables o presuntos responsables” (“Declaración de prensa del Grupo de Trabajo del Foro de San Pablo”, Managua, 26 de septiembre de 2001, en la página web del PT de Brasil).


En pocas palabras, ¿el FSP le reclamaba a Estados Unidos precisamente lo que hizo Bush? Este le exigió a los talibanes la entrega de los “presuntos responsables” y, una vez que “agotó los medios diplomáticos y no bélicos de presión”, lanzó los bombardeos. ¿Y cómo hubiera podido, en estas condiciones, “limitar el castigo” sólo a los “presuntos responsables” y no masacrar a toda la población afgana?


Pocos días después, en Lisboa, el mismo Lula no tuvo empacho en declarar que “estamos torcendo para que el gobierno norteamericano detenga a los culpables del terrorismo (…) cualquier país democrático debe ser solidario con los norteamericanos” (Folha de Sao Paulo, 6/10).


La “nueva” posición del Foro no es tal, porque no tiene que ver ya con Afganistán, donde la guerra está concluyendo y el trabajo sucio ya fue hecho, sino con el temor de muchísimos sectores del imperialismo de que Bush extienda la guerra a Irak. Lula habla en nombre de estos “nuevos” temores, que son los de Colin Powell, Jospin, Blair, Schroeder y Putin.