Elecciones de medio término en México: balance y perspectivas

El 6 de junio se realizaron las elecciones de medio término en México. 93 millones de ciudadanos estaban en condiciones de emitir su voto, de los cuales lo hizo el 52%, cifra bastante alta en elecciones de este tipo, ya que en las anteriores votaron solo el 48% de los habilitados para hacerlo. Aunque los medios opositores al oficialista Morena pronosticaban la conquista de Va por México (coalición opositora del PRI, PAN y el PRD) de cinco de las quince gubernaturas de Estado en juego, esta fuerza apenas obtuvo 3 mientras que Morena y sus aliados alcanzaron doce de ellas.

En la Ciudad de México, Morena sufrió un importante retroceso en la mayoría de las alcaldías (división administrativa de la capital mexicana), cayendo ante la coalición derechista. En las elecciones presidenciales de 2018, Morena obtuvo un contundente 52%. Podemos afirmar entonces, que asistimos a un retroceso considerable de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en su propio distrito, del que fue jefe de gobierno entre 2000 y 2005, y que a su vez lo catapultó a la presidencia de México. Un factor que influyó en los guarismos, lo constituye la catástrofe del ramal 12 del Metro, como consecuencia de la baja inversión y sobrefacturación en esa obra, en la que murieron más de veinticinco personas, circunstancia aprovechada por Va por México en el último tramo de la campaña electoral. Es que el centroizquierda no perdía en la Ciudad de México desde el año 2000.

Los guarismos en la elección legislativa nacional significaron también un retroceso para la coalición oficial tomada de conjunto (Morena y aliados) ya que de los 313 escaños que tenía en 2018, pasaría a obtener aproximadamente 280, según el primer conteo rápido realizado por el INE (Instituto Nacional Electoral), y según la misma fuente la oposición derechista (Va por México) aumenta sus escaños de 136 (2018) a 197. De este modo, Morena no obtiene los dos tercios necesarios para realizar una reforma constitucional, aunque sí obtiene una mayoría simple.

Es probable también que el retroceso de Morena obedezca a la defensa ostensible que realizara del candidato del estado de Guerrero, Félix Macedonio Salgado, acusado de abusar de una mujer. Este fue reemplazado por su hija Evelyn Salgado Pires, obteniendo una victoria electoral con un porcentaje que oscila entre el 42,6% y el 45,3% contra el opositor del PAN que logró entre el 38,1% y 41% según el conteo rápido del INE, cuando en 2018 Morena arrasó con el 63,11% en ese estado. Esta candidatura mereció un repudio expreso de organizaciones de mujeres.

Causas del resultado electoral

Más allá de estos hechos puntuales, el retroceso de Morena es inseparable del desinfle de las expectativas populares en el gobierno. López Obrador ha contemporizado con todos los factores de poder, empezando por el imperialismo norteamericano, con el cual se han ratificado los acuerdos de libre comercio (T-MEC) que reservan a México un status semicolonial. La memoria colectiva sobre el desempeño de sus antecesores que cargan en su haber con la entrega del petróleo y recursos naturales, el aumento de la pobreza, la reforma jubilatoria y masacres como la de docentes y estudiantes durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, impidió que el retroceso de Morena fuera mayor.

Al pasar revista a dos años de mandato de López Obrador, no se puede perder de vista que AMLO contribuyó con Trump a actuar como tapón contra los migrantes utilizando toda su fuerza represiva para impedir que pasaran la frontera. Morena legisló a favor del trabajo tercerizado mediante la ley de outsourcing, flexibilizando el trabajo de la clase obrera; en el contexto de un 60% de trabajo informal, la mayoría de la clase obrera mexicana percibe salarios miserables, entre 160 y 300 dólares mensuales. La desocupación en México tiene como principales víctimas a las mujeres trabajadoras con una cifra astronómica de 5.700.000 desocupadas. Telmex (empresa telefónica) se ha negado a firmar un nuevo convenio colectivo, tomando a diez mil nuevos trabajadores y trabajadoras, poniendo como condición que los mismos no ingresen al sistema jubilatorio.

Morena y AMLO han querido fingir una política de soberanía energética suspendiendo contratos con empresas privadas mexicanas y extranjeras en beneficio de Pemex y la Comisión Federal de Electricidad, pero frente a las cautelares judiciales en contra se han quedado paralizados. Morena endeudó a México en los primeros 26 meses de gobierno en 22 mil millones de dólares más, superando al anterior gobierno. López Obrador es un pagador salarial de la deuda pública que suma 571 mil millones de dólares y no ha cuestionado un solo dólar de la misma hipotecando a México y a sus trabajadores. Su política de salud ha sido nefasta. Ha ninguneado, al estilo de Trump y Bolsonaro la pandemia, siendo responsable de millones de contagios y decenas de miles de muertes. Y agreguemos que en el Estado de Chiapas, gobernado por Morena, 93 maestros normalistas fueron encarcelados por luchar por reivindicaciones propias y de sus estudiantes.

Por último, un balance no puede pasar por alto las manifestaciones de violencia criminal con el saldo de noventa candidatos asesinados, una expresión de la puja tanto entre contendientes de las dos alianzas, como también dentro de cada una de ellas, para eliminar a sus competidores en función de los beneficios obtenidos por el control de los puestos políticos en pugna. También los carteles rivales han actuado para lograr una incidencia en los negocios narcos asociados a los poderes políticos locales y estatales. Esta elección ha revelado que México se ha convertido en un narco Estado y en pequeños narco Estados, como manifestación especial de la descomposición de su régimen político capitalista semicolonial.

Perspectiva y desafíos

La oposición a López Obrador ha sido monopolizada por la derecha, de modo tal que asistimos a un escenario dominado por los partidos patronales. En el norte de México, donde funcionan las maquiladoras, candidatos y candidatos obreros y combativos, opositores de la burocracia sindical “charra” han terminado siendo cooptadas por Morena, integrando sus listas de candidatos y actuando como colectoras y tributarias de candidaturas patronales. Lo mismo ha ocurrido con familiares de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa. Se perdió una oportunidad para poner en pie candidaturas obreras independientes que hubieran permitido que emergiera una alternativa desde el lado de la clase obrera. Tampoco pudo presentarse el Frente de Izquierda que nucleaba a algunas corrientes de ese espacio por no haber reunido las exigencias legales.

La perspectiva que se abre en México luego de las elecciones, es convulsiva. Todo indica que el choque entre las aspiraciones y demandas apremiantes de las masas y la política del gobierno se va a profundizar, con más razón en el marco actual de la crisis mundial capitalista. Esto pone a la orden del día la necesidad de enarbolar un programa común de la clase obrera: derogar el outsourcing y pasar a todos los trabajadores a planta permanente; un salario equivalente a la canasta familiar; la prohibición de los despidos y el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario contra los despidos; la defensa de los convenios colectivos de trabajo; la disolución del aparato represivo y terminar con las mafias narco; imponer el desconocimiento de la deuda pública fraudulenta; expulsar a la burocracia sindical de las organizaciones gremiales estatizadas y convertirlas en organizaciones de acción directa y defensoras de nuestros intereses; que la salud sea estatal y gratuita, expropiando a las clínicas privadas bajo gestión obrera; nacionalizar el petróleo y los recursos fundamentales del país bajo gestión de los trabajadores y financiar con sus ingresos un desarrollo industrial integral; defender los derechos de la mujer trabajadora, en defensa del aborto legal, seguro y gratuito. El punto de partida y la condición para llevar cada una de las luchas y reclamos a la victoria y abrir un nuevo rumbo para los trabajadores y el país es la más absoluta independencia del gobierno y de los partidos patronales.

El desafío de los revolucionarios en México es contribuir a forjar un nueva dirección de la clase obrera en el curso de la próxima etapa que apunte a transformarla en alternativa de poder. En ese marco, debe construirse un partido revolucionario, que le dé una expresión política consciente a esta perspectiva en términos de programa, propaganda y organización.