Internacionales
25/10/1990|316
Elecciones en Brasil: La “tercera vuelta” del PT
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El hecho más destacado de las elecciones brasileñas celebradas hace tres semanas (a gobernador, senadores y diputados) fue el retroceso experimentado por el P.T. y el alto índice de abstenciones, votos anulados y en blanco, que en algunos Estados ha superado al 40%.
De acuerdo al O Estado de Sao Paulo (6/10) En estados politizados como Minas Gerais y Río Grande do Sul, se están contando votos en blanco y nulos en cantidades semejantes a las de los candidatos a gobernador que obtuvieron el primer lugar”. En Alagoas, Rondonia y Bahía, incluso los superaron. Estos porcentajes se elevan sustancialmente cuando se contabilizan los votos a senador y más todavía a diputados. La catarata de votos nulos y en blanco, y la abstención, expresa un repudio generalizado a los partidos políticos y al régimen político tomado en su conjunto. Este divorcio enorme entre el electorado, de un lado, y los partidos y las instituciones políticas, del otro, refuta por si sólo la conclusión de que los resultados electorales pudieran significar un "fortalecimiento de Collor".
Aunque los candidatos patrocinados por el gobierno se impusieron en la mayoría de los estados, ello no ocurrió así en Río de Janeiro, y es muy probable que pierda en el segundo turno en Río Grande do Sul, en Minas Gerais, y aun en San Pablo. Es decir que el oficialismo puede encontrarse con gobernadores adversos en un mapa político que representa al 70% del electorado del país.
Los “colloridos” perdieron incluso en Alagoas, el Estado al que pertenece Collor.
La evidencia de que el gobierno fracasó en el plano electoral como lo revela el abstencionismo y la situación en los principales estados, se ha pretendido disimular con la tesis de que el electorado “retornó a lo viejo", es decir, a los políticos tradicionales que fueron eclipsados en las elecciones presidenciales del año pasado por dos "emergentes" como Collor, de un lado, y Lula, del otro. Pero esto significa que Collor no ha logrado crear su propia base política y que deberá lidiar con un bloque heterogéneo y semioficialista en el Congreso, en circunstancias en que la crisis económica y social agrava las contradicciones interburguesas y regionales. Es decir que hay un debilitamiento del régimen político.
El retroceso del Partido de los Trabajadores
El PT sufrió en las elecciones un evidente retroceso "Es la mayor derrota electoral de nuestra historia", graficó Lula (Gazeta Mercantil, 4/10). Lo que la dirección del PT pretendió convertir en “el tercer turno de las elecciones”, que vengaría la derrota del año pasado, se convirtió en un enorme desbande del PT.
Sin embargo, ya en las presidenciales del año pasado, cuando Lula obtuvo la enorme suma de 31 millones de votos, se pudo observar una tendencia muy fuerte al retroceso electoral del PT. Es que en aquella oportunidad el PT había retrocedido en la mayoría de los municipios en que era gobierno, particularmente en San Pablo. El fracaso político del PT en estos municipios, impidió precisamente que Lula ganara las presidenciales, ya que en un distrito como la capital de San Pablo obtuvo el año pasado la mitad de los votos con relación a 1988, cuando ganó el Municipio. Esta tendencia se acentuó ahora aún más. "El PT deberá salir derrotado en casi todos los municipios que administra”, anunciaba O Estado de Sao Paulo un día antes de los comicios. No se equivocó, las derrotas fueron estrepitosas, incluso en el cinturón proletario paulista del ABC, cuna y bastión de la CUT y del PT.
Los intendentes del PT no han actuado en los municipios como miembros de un partido obrero sino como "hombres de estado" que ejecutan la política de ajuste con el mismo rigor que sus "colegas" burgueses. Enfrentaron las huelgas municipales con despidos y descuentos de los días parados; enfrentaron la crisis de los presupuestos municipales aumentando los impuestos y las tarifas y reduciendo los sueldos del personal y los servicios públicos municipales. Los municipios del PT llegaron a actuar como rompehuelgas contra sindicatos dirigidos por el PT — como con los trabajadores del transporte de la ciudad de San Pablo a fines de mayo de este año.
Ahora, pocos días antes de las elecciones, Erundina, alcaldesa petista de San Pablo, anunció un aumento del 40% en el transporte. En los mismos días, el intendente petista de San Bernardo do Campo enfrentó una huelga por salarios de los empleados municipales, despidiendo huelguistas “con justa causa", negándose a negociar con el sindicato y llamando a la policía “para mantener los servicios esenciales'' (ESP, 6/10). Desde las intendencias, el PT ejecutó una política de desmoralización de los trabajadores, que fue explotada políticamente por los partidos demagógicos de la burguesía. Para el registro, digamos que el intendente del PT de Campiñas, Jacó Bittar, se ha transformado en los últimos días en un emisario de Collor para convencer al PT y a la CUT a suscribir el “pacto social".
El retroceso electoral del PT traduce su enorme fracaso al frente de los gobiernos municipales y el impasse de un partido que tiene en la base a los trabajadores huelguistas y en la dirección y el gobierno a los rompehuelgas.
La candidatura de Plinio de Arruda
Plinio de Arruda Sampaio, candidato a gobernador de San Pablo, fue el candidato principal del PT en el contexto nacional. Obtuvo solamente un 9/11% de los votos, apenas un 30/40% del potencial de votos del PT en este Estado. Su derrota estaba cantada, y el propio Lula, que impulsó su candidatura, se vió obligado a criticarlo ácidamente en los últimos días de campaña por no salir a pelear el voto a las calles y a las puertas de fábrica.
Arruda es el típico exponente del ala derechista y pequeñoburguesa del PT. Miembro del gobierno de Janio Quadros en 1961, hombre de la Iglesia y con "llegada" entre los legisladores burgueses "progresistas" y reaccionarios, Arruda fue el hombre que al día siguiente de la victoria de Erundina en el municipio de San Pablo, en 1988, se presentó en el Maksoud-Plaza Hotel ante los ejecutivos de la Ford, la Volkswagen, la Mitsubishi, la General Motors y el Lloyd’s Bank para declarar que “el PT es un partido legal, firmó la Constitución, sabe que vivimos en un régimen capitalista y va a gobernar dentro de la ley" (Jornal do Brasil, 20/11/88). ¿Por qué el PT eligió a este hombre como principal candidato?
Es que la estrategia política nacional del PT es constituir frentes electorales con partidos patronales “progresistas". En estas elecciones el PT pretendía reconstruir y ampliar, más allá del PSB o los Verdes, el frente con el PDT, el PSDB y con el PMDB, como ocurriera en el segundo turno de las presidenciales. El “perfil" del candidato Arruda en San Pablo —donde se preveía imposible el "frente amplio" debido a la competencia entre las ambiciones electorales de los “aliados"— estaba en función de viabilizar esta estrategia política en otros Estados de Brasil.
El frentismo con la burguesía “progresista” fue, sin embargo, violentamente rechazado por la base del PT en casi todos los Estados, y en particular en Pernambuco, Bahía, Río, Paraíba, Minas Gerais, y en Brasilia.
Esto hizo fracasar la política de la dirección de PT, que abandonó a su suerte a los candidatos partidarios procurando hasta último momento montarse en este fracaso para armar un frente popular, en particular en Bahía o Pernanbuco.
A la dirección del PT no le cuesta nada ahora atribuir el desastre electoral a la política de ir con candidatos propios, algo por lo cual ya había advertido que pediría rendición de cuentas al comienzo de la campaña. ¡Pero la política “frentista" de la dirección del PT significaba, por su lado, la autodisolución anticipada del partido, sin necesidad de perder elecciones! Por otra parte, el candidato que más fracasó fue el paulista Plinio, impulsado por la dirección del PT. En San Pablo, Lula se negó a ir como candidato “propio" del PT precisamente para no chocar en la campaña electoral con sus ex “aliados" del segundo turno de las presidenciales (en Rio de Janeiro, el candidato del PT, Jorge Bittar, definió su política electoral de esta manera: “voy a vender mi propio pescado” es decir que no chocaría con su rival y ex aliado, Brizola. Pero no tuvo más remedio que defenderse cuando éste lo insultó tres o cuatro veces). Por otro lado, Lula se había excluído para poder “presidir" un gobierno “alternativo” al de Collor, compuesto por personalidades pequeño-burguesas y democratizantes, lo que en realidad ha servido para crear una autoridad política “alternativa" al P.T. Todo esto revela que la tendencia a la autodisolución política del PT está muy avanzada, y en especial la tendencia a convertirse en mascarón burocrático.
Hoy existe acuerdo unánime que la ausencia de Lula perjudicó electoralmente al P.T. Pero nadie es capaz de explicar las razones políticas de esta autoexclusión, cuya finalidad era promover el Frente con la burguesía (una política que comparte, en principio, toda la dirección del PT) y establecer un marco de colaboración política con la burguesía, independientemente del P.T.
Electorerismo y “paz social”
El electorerismo cegó a la dirección del PT, porque la no presentación de Lula y el gobierno “paralelo” estaban relacionadas también con la pretensión de conservar a Lula como “candidato natural” a la presidencia, en 1994, en representación del Frente con los burgueses "progresistas". Ahora la derrota del PT pone en el lugar pretendido por Lula a Brizola, gobernador electo de Río, y quizás también a Oreste Quercia, actual gobernador de San Pablo, impulsor de la candidatura de Fleury que ya está en la “segunda vuelta”.
Ligado al electorerismo y al frentismo con la burguesía “progresista” y también a su rápida burocratización, la CUT —dirigida por el PT—aisló y hundió las fenomenales huelgas que se desarrollaron desde mayo contra el plan Collor: Ford, metalúrgicos de la CSN de Volta Redonda, electricistas, ferroviarios. Pocos días antes de las elecciones y con el auspicio explícito de Lula, el presidente de la CUT Jair Meneguelli se entrevistó con Collor en el primer acto del “pacto social” con los empresarios y el gobierno.
La dirección del PT llevó adelante una política de desmoralización del movimiento obrero en lucha en aras de “evitar la confrontación” con el Estado capitalista, (que rebajó entretanto en un 50% el poder adquisitivo de los salarios) y de un acuerdo electoral con los partidos patronales “populares”: candidateó al derechista Arruda, torpedeó las huelgas, fue al “pacto social” con Collor y puso en crisis al partido al pretender imponer un frente rechazado por las bases petistas. Un aspecto clave de esta política pro-burguesa de la dirección lulista del PT es la exclusión administrativa de la tendencia clasista Causa Operaría, que libra una batalla frontal contra el frente-populismo en el PT.
La dirección petista presentó siempre esta estrategia frentista con los partidos patronales como “un recurso para ganar". Pero ahora, en la derrota, todo un sector de la dirección del PT (Suplicy, Bittar, Erundina) sostiene la necesidad de apoyar al candidato superderechista del PMDB en la segunda vuelta paulista contra el mafioso Maluf. El “frente anti-malufista” pretende que, a cambio del apoyo del PT, el gobernador del Estado utilice el aparato oficial para apoyar económicamente a las administraciones municipales del PT.
El Partido de los Trabajadores se precipita a una crisis política que tendrá como nudo el completo fracaso de su estrategia de frentismo con los partidos “populares" de la burguesía y el rechazo de la base petista y de la CUT al “pacto social” con el gobierno hambreador de Collor.