Elecciones norteamericanas: Evasores, lobbystas y ‘swingers’ en las internas republicanas

Tras realizar sus elecciones primarias en cuatro estados, el Partido Republicano sigue sin tener un candidato.

Estas elecciones llegan en un momento crítico para el Partido Republicano, a pesar de haber ganado las elecciones parlamentarias de 2010. Ocurre que lo consiguió desbordado por el Tea Party, sector fundamentalista de derecha -el cual no responde, por el momento, a las necesidades del ‘establishment’. En efecto, en las primeras elecciones primarias, la ultraderecha quedó desbancada. Los precandidatos más derechistas fueron quedando fuera: Palin, Caine, Bachmann y Perry abandonaron la contienda abatidos por Romney, un ex gobernador de Massachusetts caracterizado como un derechista de centro. Los dos que siguen en disputa, Romney y Grinwitch (la carta sustituta de la extrema derecha), se han embarcado en una pelea sobre sus evasiones de impuestos y los lobbies que integran, por lo que se han convertido en una escuela de la perversidad de la moralina podrida que distingue a la derecha norteamericana. La demora de los republicanos en definir a su candidato, como consecuencia de la feroz lucha faccional, favorece a Obama -e incluso lo realza como alternativa para enfrentar la bancarrota mundial. En estas condiciones, cierta prensa republicana muestra un cuadro de absoluta desmoralización: “Los republicanos merecen perder”, titula The Wall Street Journal (24/1).


“No le hagan el juego a la derecha”


El peor enemigo del presidente es la gran frustración de las expectativas de cambio que se habían generado con su elección en 2008. En los últimos meses, Obama ha recuperado terreno en las encuestas (un 46% de aprobación, seis puntos más que hace dos meses); sin embargo, el premio Nobel de Economía, Paul Krugman, acaba de advertir que “la recuperación de Estados Unidos de su recesión es tan lenta que casi no parece, para nada, una recuperación” (La Nación, 15/1). Y ésta es la visión optimista de un partidario de Obama.


El otro factor fundamental en la elección norteamericana es la cuestión de la inmigración. Mitt Romney, “que antes sonaba como un moderado en materia de inmigración, ha abandonado la farsa”, se preocupa The New York Times (12/1), ante el peligro de que los republicanos terminen de perder el apoyo de la comunidad hispana, así como el de amplios sectores del capital que requieren su mano de obra barata. Obama, por su parte, no ha cumplido con sus promesas de una reforma migratoria. Los demócratas ven el peligro de una masiva abstención de su electorado, como ocurrió en las elecciones de 2010 (agudizada ahora por el desarrollo del movimiento Ocuppy Wall Street, muy fuerte en la juventud, el cual militó activamente en las presidenciales de 2008).


Final abierto


Hay esperanzas, entonces, para los republicanos. Si, como es probable, gana las internas Mitt Romney, el Partido Republicano estará en mejores condiciones para disputarle la presidencia a Barack Obama, pero perderá la movilización de la derecha. Romney pregona un ajuste a la Merkel, que no es precisamente lo que reclama la burguesía norteamericana; el Banco Central acaba de establecer que la política de subsidios financieros seguirá hasta 2014.


Lo principal, sin embargo, es otra cosa: que la Unión Europea se desbanque antes de noviembre y que el bloqueo contra Irán, o la crisis en Siria, descontrolen la política mundial. Las elecciones norteamericanas tienen todo el aire espectral de los bailes de disfraces en los carnavales de Venecia. ‘The bets are off -las apuestas seguirán abiertas hasta las vísperas.