En Alemania, los obreros hacen recular a las patronales

 En Alemania se está desarrollando nuevamente una movilización obrera contra la política oficial de ‘reducción del costo laboral’.


Los trabajadores de la IG Metall –el sindicato metalúrgico, el más importante de Alemania– paralizaron por 24 horas la producción en las plantas automotrices, siderúrgicas y electrónicas, y marcharon por cientos de miles en las principales ciudades contra el intento patronal de reducir al 80% el pago del salario de los días por enfermedad. La huelga paralizó mil fábricas, entre ellas Mercedes Benz, Audi, las grandes acerías del Ruhr (International Herald Tribune, 25/10).


El paro activo tuvo lugar el 24 de octubre, al celebrarse el 40º aniversario de la gran huelga general metalúrgica de 1956, que impuso el pago por los días de enfermedad al cabo de la lucha más prolongada (duró 113 días), tenaz y combativa de la posguerra.


A mediados de setiembre, el parlamento había aprobado una ley que autoriza esa rebaja, con el pretexto de ‘aumentar la competitividad de la industria alemana’.


La burocracia sindical no se opuso a su sanción parlamentaria, porque, dijo, sólo se aplicaría a los trabajadores nuevos (International Herald Tribune, 3/10). Pero las patronales anunciaron que desconocerían esa limitación y, por lo tanto, lo establecido en los convenios colectivos.


Inmediatamente, comenzaron manifestaciones de cientos de miles y “huelgas espontáneas” (L’ Humanité, 25/10) en las empresas que habían anunciado que aplicarían unilateralmente la reducción –Mercedes Benz, Opel, Siemmens. En lo que el Financial Times (21/10) califica como una “humillante derrota”, las patronales metalúrgicas tuvieron que dar marcha atrás y anunciar que respetarían los convenios vigentes y que ‘esperarían’ hasta la renegociación de los convenios colectivos, en 1997. Las negociaciones, que comenzaron inmediatamente, fracasaron por la cerrada negativa de las patronales, que han pedido oficialmente obtener una sustancial reducción del salario real.


La lucha por el pago al 100% de los días de enfermedad es una batalla ‘testigo’ para un conjunto de conquistas: el seguro de desempleo, las vacaciones, la jornada de trabajo, los salarios y, por sobre todo, el sistema de negociaciones colectivas por industria. Para imponerle este retroceso a la clase obrera alemana, las patronales han seguido una política consciente y premeditada de desempleo, al derivar las dos terceras partes de todas las inversiones a países asiáticos y de Europa oriental, donde los ‘costos laborales’ son bajísimos.


La envergadura de la respuesta obrera fracturó el frente patronal. En una inusual declaración pública, la cámara patronal de la industria química (BAVC) criticó la política “radical” de la patronal metalúrgica y de la central patronal, la BDI. “El punto de vista de la BAVC es compartido por un número creciente de empresas (incluso en la rama metal-mecánica)” (Financial Times, 21/10). Para estas patronales, el único camino para avanzar en la reducción del ‘costo laboral’ es el “consenso social”, es decir, la colaboración de la burocracia sindical. La división de la patronal alemana, dice el Financial Times, “refleja la preocupación de que el ruidoso asalto a los beneficios sociales pueda ser rechazado”.


En una Europa atravesada por luchas y manifestaciones obreras en todos los países (Francia, España, Gran Bretaña, Bélgica), la clase obrera alemana está ocupando el lugar de vanguardia que le corresponde, por importancia social y tradición histórica.