En el mundo hay 8,5 millones de niños esclavos

Las novelas de Charles Dickens y Emile Zolá sobre las penurias de los niños trabajadores en el siglo XIX no asombrarían al millón de niños mineros (50.000 sólo en Perú), ni a las 400.000 nenas atrapadas en prostíbulos de la India (1% de la población). En Brasil, donde cada año 40.000 chicos son vendidos a los latifundistas, medio millón de nenas son esclavas en burdeles. La trata para explotación laboral o sexual es “un crimen de bajo riesgo y altos beneficios que mueve anualmente 23.500 millones de euros” (www.europapress 14/6).


Hay 8,5 millones de chicos esclavos. Muchos fueron secuestrados por las redes de traficantes. Otros —sobre todo niñas- entregados por sus padres para saldar deudas.(1)


Más de 150 años después de declararse la abolición de la esclavitud, el tráfico y la explotación de menores es una práctica en franco ascenso, que crece al ritmo de la pauperización de las masas y la crisis capitalista. Los juguetes que regala McDonald's los fabrican en China niños de entre 12 y 17 años. Trabajan entre 14 y 18 horas, tienen 15 minutos para comer y cuatro horas para dormir en la misma fábrica. Un régimen similar a los 100.000 niños chinos que emplea Nike, a los que hay que sumar 70.000 en Indonesia y 45.000 en Vietnam (www.rebelión).


La lista de multinacionales que lucran con la explotación infantil es interminable: Disney, Lego, Nike, Reebok, Converse, Adidas, Mattel, Nintendo, Chico, McDonald's, Sony, Zara, todas las de telefonía celular, Monsanto, Unilever, Advanta, Syngenta, Bayer.


En el mundo hay 218 millones de niños explotados de entre 5 y 17 años. 126 millones lo hacen en condiciones peligrosas; la mayoría, en zonas rurales, de sol a sol, y son diariamente envenenados por los pesticidas. En los centros urbanos, los usan en el servicio doméstico, talleres textiles, fábricas de alfombras, de ladrillos, puestos de comida, venta ambulante. Por supuesto, están al margen de cualquier protección social y es habitual que los golpeen. En Filipinas, miles de chicos trabajan en la industria pesquera, zambulléndose para ahuyentar a los peces y dirigirlos hacia las redes, mientras que otros están meses en alta mar, zambulléndose hasta quince metros de profundidad sin ningún equipo.


No menos de 300.000 menores de 15 años son obligados a servir como soldados, la mayoría en Africa, pero también en Colombia y Afganistán.


En Nicaragua desaparece un chico cada tres días: unos 60.000 trabajan en la venta ambulante o en el campo. En Ecuador, una encuesta gubernamental mostró que el porcentaje de niños que trabaja en las plantaciones bananeras (10 a 17 años) subió un 45 por ciento entre 1998 y 2001 (800.000 chicos). En Perú trabajan 2,5 millones de chicos, el 70% en el campo. En México, tres millones.


En Paraguay, de acuerdo con datos oficiales, trabaja el 23% de los niños de las zonas rurales y el 13% de las zonas urbanas. En 2001 existían 288.000 niños trabajadores; en 2004 ya había registrados 338.000.


La explotación infantil no se limita a los países pobres. Sólo en Italia, hay 400.000 niños trabajadores: más del triple de los 144.000 que calculaban los datos oficiales en 2002. En España, donde unos 10.000 niños son prostituidos, otros 180.000 trabajan, la mitad en el servicio doméstico. Los traficantes ingresan unos 10.000 chicos por año a Estados Unidos para trabajar en el campo o prostituirlos, pero “el número de norteamericanos sometidos a esta práctica dentro del país es mucho mayor, con un estimado de 200.000 a 400.000 niños prostituidos cada año”.


En la Argentina, los últimos registros (2004) sólo abarcaron siete provincias. El Ministerio de Trabajo calculó entonces que había “un millón y medio de niños trabajadores, un aumento del 600% respecto de 1998” (La Nación, 9/5/05). El 6,5% de los que tenían entre 5 y 13 años. El 20% de los que tenían entre 14 y 17 años.


En el mundo, uno de cada seis niños trabaja. En su etapa de decadencia, el capitalismo corrige y aumenta sus peores horrores. La alternativa a la barbarie –que no es una amenaza para un futuro indeterminado sino una realidad cotidiana para millones de niños– es el socialismo.