En el Día Internacional contra las Violencias, el pasado 25 de noviembre, treinta mil personas salieron a las calles de París y cincuenta mil en toda Francia bajo la consigna “Nous Toutes” (Nosotras también).

La marcha fue convocada por un grupo de más de 400 periodistas, en un artículo que reclama “pasar del testimonio a la acción” para acabar la violencia sexual. En este plantean que “la violencia contra las mujeres es sistémica y debe tratarse como tal en nuestros periódicos, en nuestros sitios de noticias y en nuestras antenas” (Le Monde, 23/11), lo cual se ve reflejado en las víctimas de acoso, abuso y violencia física, pero también en la diferenciación salarial o en el acceso a los puestos laborales. En la convocatoria participaron sectores del movimiento obrero, que reclaman "tomar las medidas necesarias para garantizar la seguridad y proteger la salud física y mental de las trabajadoras" (ídem, 19/11).

La convocatoria denuncia el crecimiento de la violencia de todo tipo sufrida por las mujeres: 225 mil de entre 18 y 75 años declaran haber sido víctimas violencia física o sexual por parte de sus parejas, desde 2016 la tasa de femicidios es de uno cada tres días y más de 250 mujeres son violadas por día en todo el país (El País, 25/11). Esto ha llevado al nacimiento de un movimiento masivo. Pero también las francesas se han visto incentivadas por movimientos como el #MeToo en Estados Unidos durante el año pasado, o las luchas en América Latina.

El movimiento de mujeres francesas cobra masividad en medio de importantísimas movilizaciones y bloqueos contra Macron y el aumento de combustibles, protagonizadas por los “Chalecos Amarillos”. Y de luchas en el movimiento estudiantil y en el movimiento obrero.

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