En Grecia, por la victoria del No a la Troika


Mi breve pero intensa gira de días pasados, desde Salónica hasta Atenas, a invitación del Partido de los Trabajadores de Grecia, me conectó con una verdadera catástrofe social. Se suceden ocupaciones de empresas y desesperadas gestiones obreras, asambleas populares contra los tarifazos y espacios de solidaridad contra el hambre y la falta de atención sanitaria. La desocupación es del 27% y escala al 67% entre los jóvenes. Los hospitales carecen de insumos y medicamentos. Diarias movilizaciones ocupan la plaza Syntagma.


 


Sólo en esa semana del 15 al 20 de junio, se fugaron de los bancos 4 mil millones de euros. Los depósitos bancarios, antes de la fuga de capitales, superaban en dos veces y media a los del corralito argentino, en un país con la cuarta parte de la población y del PBI. Mientras tanto, la “troika” -Banco Central Europeo, Comisión Europea y FMI- busca imponer un nuevo paquete leonino de ajuste: 23% de aumento en la electricidad, única energía en ese país sin gas; aumento del IVA hasta el 26%, rebajas jubilatorias, aumento de la edad a 67 años, eliminación de las “prejubilaciones”, continuidad de la suspensión de los convenios colectivos y nuevas privatizaciones a las ya ejecutadas en los puertos estratégicos de Tesalónica y Pireo. La contrapartida que ofrece es una extorsión: mantener el financiamiento externo para pagar la deuda por sólo seis meses. Quiere tener a Grecia con rienda corta.


 


El gobierno de Syriza se ha fijado el objetivo contradictorio de atenuar el paquete de ajuste, por un lado, y seguir pagando una deuda impagable, por el otro. La troika se niega a efectuar una quita que debería ser del 75%, y aún en ese caso Grecia debería liquidar los derechos laborales, reducir gastos sociales y jubilatorios y aumentar impuestos al consumo.


 


En situación igual o peor que la de Grecia se encuentran otros doce países, entre ellos Ucrania, Venezuela, Granada, Ecuador y hasta Puerto Rico o Rusia, con Argentina en las gateras. El epicentro de la crisis está en los países desarrollados -los emergentes son el síntoma. Un defol de Grecia iniciaría un nuevo período de bancarrotas.


 


El “acuerdo” negociado entre la troika y Syriza fue rechazado por 75 de los 180 miembros del Comité Nacional de la Coalición Radical. El temor de que esta división se reproduzca en el parlamento ha llevado a convocar a un referendo. El referendo no resolverá nada por sí, porque está diseñado para habilitar una continuación sin fin de las negociaciones, pero es necesario al movimiento popular asegurar una victoria contundente del No, que abriría otro escenario en la crisis.


 


La única salida -el envío a pérdidas de la deuda externa de Grecia- llevaría a la bancarrota a la UE. Grecia debe proceder al desconocimiento de la deuda externa en forma unilateral y a nacionalizar de inmediato la banca y el comercio exterior, para diseñar una salida viable.


 


Los trabajadores de todos los países deben unirse para defenderse de los ajustes que se les busca imponer y para que la crisis la paguen los capitalistas.