Internacionales
17/7/2008|1046
Enorme paro general en Perú
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La movilización de 100.000 policías, el despliegue del ejército y la marina, las amenazas y la declaración de "ilegalidad" por parte del gobierno peruano no alcanzaron para frenarlo: el paro general del 9 de julio convocado por la CGTP fue enorme.
En el interior del país, en el sur y el norte, en las regiones andina y amazónica, la paralización fue total. En Cuzco, manifestaron 20.000 trabajadores; en Ayacucho, varios miles reclamaron el retiro de las tropas norteamericanas acantonadas en las inmediaciones de la ciudad y repudiaron la construcción de una base militar norteamericana en la zona. En las principales rutas hubo enfrentamientos cuando la policía intentó desalojar los piquetes de los huelguistas. En Lima fue menor que en el interior; superando las provocaciones, 25.000 manifestantes se concentraron en el centro de la ciudad.
Perú lleva 71 meses continuados de "crecimiento", cuyo centro es la explotación minera en manos de las multinacionales. Sin embargo, el siempre anunciado "derrame" nunca llegó: con salarios que están entre los más bajos del continente y trabajo en negro masivo, más del 40% de la población está por debajo de la línea de la miseria. La aceleración de la inflación, por el aumento de los precios internacionales de los alimentos y del petróleo, envió a nuevas capas de trabajadores a la miseria.
Los dos principales sindicatos campesinos, por su parte, convocaron a un paro nacional de 72 horas contra los decretos dictados por Alan García para "armonizar" la legislación peruana con el Tratado de Libre Comercio firmado con Estados Unidos. Estos decretos autorizan la privatización de la selva amazónica y la venta de las tierras de las comunidades indígenas para el cultivo de soja y la actividad minera.
En el estado amazónico de Madre de Dios, 4.000 campesinos enfurecidos por los decretos quemaron la Casa de Gobierno local. El gobierno envió fuerzas especiales que capturaron a dirigentes campesinos e indígenas de la zona.
El paro y las movilizaciones campesinas, que continúan, significan un golpe para el gobierno proimperialista de Alan García. Sin embargo, los partidos que se encuentran al frente de la CGTP (el PC ex moscovita y el maoísta Patria Roja) están muy desprestigiados luego del fracaso de la Izquierda Unida y de su apoyo (inicial) a Fujimori y, posteriormente, a Alejandro Toledo. Políticamente, el paro fue capitalizado por el ex candidato nacionalista y ex militar Ollanta Humala, uno de los pocos que respaldó el paro y que aparece como el principal opositor de un gobierno repudiado por los trabajadores y campesinos.