España: balance de las elecciones en Galicia y el País Vasco

Reelección de los gobiernos regionales y derrumbe de Podemos

Este domingo 12 de julio se realizaron en Euskadi y Galicia las votaciones autonómicas. Galicia cuenta con 2.697.000 electores, con una desindustrialización creciente y la crisis abierta de sectores tradicionales como la pesca. Euskadi, con 1.794.000 electores, es una antigua región industrial hoy en buena parte desmantelada. La votación era la primera prueba electoral tras la conformación del gobierno del Frente Popular (PSOE-Podemos), el confinamiento y la primera respuesta en este terreno al hundimiento económico. Por otra parte, en Euskadi y Galicia, el voto guarda relación con las aspiraciones nacionales vascas y gallegas.

Abstención

Las elecciones tuvieron una baja participación electoral. En Galicia, hubo un 41 por ciento de abstención más un 2 por ciento de voto blanco o nulo. En el País Vasco un 48 por ciento de abstención más un 2 por ciento de voto blanco o nulo, lo que significa una caída en la participación de aproximadamente siete puntos. Aunque en Galicia se habría producido un ligero crecimiento, tomada de conjunto, la baja participación expresa una desconfianza de la mayoría trabajadora hacia las instituciones “autonómicas” y el conjunto de los partidos que las sostienen. Esta tendencia se verifica también en otros países europeos (por ejemplo, en Francia en las elecciones municipales del 28 de junio se abstuvo el 60 por ciento; eso en unas elecciones consideradas siempre de alto interés por la población).

Los resultados del gobierno y la oposición

Las elecciones ratificaron a los gobiernos de ambas regiones. El PP retuvo Galicia con una pequeña caída en el porcentaje de votos y el Partido Nacionalista Vasco (fuerza tradicional de la burguesía de esa región que hoy sostiene varios acuerdos con el PSOE) logró un módico crecimiento. El PSOE quedó en tercer lugar en ambas elecciones, solo logra un diputado más en Euskadi y otro en Galicia. De conjunto, estas fuerzas mantienen su caudal electoral.

En cambio, se produjo un derrumbe de Podemos. La desaparición de esta fuerza del Parlamento gallego y su hundimiento en el País Vasco (caídas del 80% y más de 50% de los votos, respectivamente) es el fracaso de la fuerza que pretendió representar al profundo movimiento de los “indignados”, intentando domesticarlo en el marco de las instituciones monárquicas. Es también un fenómeno que se da en otros países con fuerzas que siguen la estela de Syriza en Grecia de darle la espalda a las promesas de ruptura con el régimen y de “nueva política”.

Se trata de un golpe a una fuerza que se ha integrado a la gestión del Estado capitalista, junto al PSOE, sin dar satisfacción a las reivindicaciones populares en un país hundido económicamente.

Dentro de las fuerzas derechistas, hay dos realidades diferentes. El ala que defiende un gobierno “a la alemana” a nivel nacional, o sea un pacto PP-PSOE, revalidó sus posiciones, al ganar en Galicia. En cambio, el ala más hostil al gobierno de Pedro Sánchez y más abiertamente franquista, encarnada en el País Vasco por el PP-Ciudadanos, recibe un golpe al perder allí casi la mitad de sus bancas.

Crecen los partidarios del derecho de autodeterminación

Probablemente canalizando la debacle de Podemos, en estas elecciones destaca el crecimiento de fuerzas políticas –el Bloque Nacionalista Gallego que triplica sus resultados y Bildu en el País Vasco que refuerza su papel de segundo partido en las instituciones– que se sitúan en el borde del régimen monárquico, pues defienden el derecho de autodeterminación contra la Constitución del 78. El Bloque Nacionalista Gallego y Bildu formaron parte de los 50 parlamentarios encabezados por Esquerra Republicana de Catalunya (con la Candidatura de Unidad Popular y Junts per Catalunya) que se negaron a recibir al rey en el inicio de la legislatura actual. Y han votado porque las Cortes examinen la actuación de Juan Carlos de Borbón, uno de los arquitectos del mantenimiento del régimen franquista. Son la crisis económica y del régimen como parte de la crisis de la UE las que alimentan de fondo estas tendencias centrífugas.

La salida: la construcción de una alternativa obrera y socialista

La experiencia de la pandemia con el mando único de los generales del ejército franquista y el presidente Pedro Sánchez ha sido desastrosa. Ahora, con cinco millones de desocupados, con el turismo parado, con el inicio de una avalancha de despidos y cierres en las metalúrgicas (como la de Alcoa en Galicia y Nissan en Catalunya), con la sanidad que se colapsa a la primera mientras se anuncian los peores rebrotes, y con la educación patas arriba, el gobierno del Frente Popular programa miles de millones de euros para el salvataje del capital y los acreedores de una deuda pública que supera el 100% del PBI y pagan ya los trabajadores y la población. Se viene un plan de recortes sobre recortes, de destrucción industrial, empeorar la reforma laboral y añadir otra reforma-recorte del sistema previsional.

Estas elecciones confirman que la crisis humanitaria, sanitaria, social y económica se combina con una crisis del régimen. Demuestran también que la mayoría de la clase no se siente representada por los partidos del Frente Popular. Más que nunca, es necesaria una fuerza política independiente del régimen, que luche por la ruptura con la UE imperialista y la Otan, y que proponga la Federación de Repúblicas Socialistas de la península ibérica.