Internacionales
9/3/2000|657
España: Izquierda unida… para una política de derecha
Lutte Ouvriére, 11/2 (*)
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Los dos partidos reivindican el ejemplo de la izquierda plural de Francia, la que elogia la prensa ligada al PSOE. Unos y otros alaban su unidad, que pondría en jaque a la derecha y a su ‘estabilidad’ social. El País del domingo 6 de febrero explicaba asi la fórmula de Jospin: “exigirles a los comunistas fidelidad, pero permitirles mantener sus características”.
El pacto ha sido negociado por Joaquín Almunia, por el PSOE, y Francisco Frutos, por IU, dos dirigentes que han llegado recientemente a la dirección de sus organizaciones. Almunia reemplazó a Felipe González como secretario general del PSOE durante el verano (boreal) de 1997, después que los socialistas perdieran el poder. Apareció como el abanderado de un “hogar común” para la izquierda alrededor del Partido Socialista, dirigiéndose a IU y a los grupos renovadores disidentes. Hombre del aparato, ha debido, para sentarse en su posición a la cabeza del partido, enfrentar la competencia de Borrell, el que en las elecciones primarias había sido designado como eventual candidato a la presidencia del gobierno en caso de éxito electoral. Después de luchas internas, Borrell dejó su lugar.
En cuanto a Frutos, fue elegido secretario general del PCE alrededor de un año atrás, en lugar de Julio Anguita. Más recientemente, a causa de una grave enfermedad de quien todavía era coordinador general de IU, Frutos fue elegido candidato a la presidencia por IU, de la que además es representante. El acuerdo le ha permitido a los dos dirigentes aparecer como autores de un giro hada la unión de la izquierda, distinguiéndose uno y otro de sus predecesores y así afirmando su posición dirigente.
¿Qué aportaría la izquierda?
Por supuesto, la reelección de un gobierno de derecha del Partido Popular no aportaría nada positivo a los trabajadores españoles. Pero la pregunta es si un hipotético gobierno de la izquierda les resultará más favorable cuando se recuerdan los trece años de gobierno del PSOE, en el curso de los cuales aplicó una dura política antiobrera: reforma del derecho laboral, contratos precarios, reconversiones industriales salvajes y desempleo masivo, mientras las empresas obtenían beneficios locos y los escándalos de corrupción salpicaban a los políticos del PSOE.
¿El PSOE ha cambiado tanto degolpe, ha dejado de ser el partido de la corrupción y de la colaboración con las GAL (los comandos paramilitares anti-ETA) que IU denunciaba hasta hace poco? ¿O se trata de recrear nuevas ilusiones entre los trabajadores para llegar al gobierno?
Es evidente que las designaciones de candidatos y el reparto de las eventuales bancas han sido el eje de las negociaciones, mucho más que la consideración de las necesidades de la población trabajadora. La política llevada adelante por el PSOE ha decepcionado a muchos trabajadores y provocado una fuerte abstención entre los electores de izquierda. El PSOE tiene mucha necesidad de recuperar votos, entre otros los de IU. El PC, por su parte, espera mantener su presencia en las instituciones y convertirse incluso, gracias al PSOE, en partido gubernamental.
IU se alinea al PSOE
Una simple ojeada al programa acordado entre el PSOE e IU alcanza para eliminar la idea de que el pacto con el PSOE correspondería a un viraje a la izquierda de éste. Todo lo contrario. El acuerdo significa la misma política, que se llama hoy “pacto de estabilidad”, que llevan adelante desde hace años tanto los gobiernos de derecha como de izquierda, y que conduce a la reducción de gastos en los servicios públicos degradados, al congelamiento de los salarios, a la flexibilización, mientras las empresas se benefician con subvenciones que no son cuestionadas de ninguna manera en el acuerdo, como tampoco lo es el sistema fiscal que favorece abiertamente a los más ricos. Las privatizaciones serán mantenidas, de la misma manera que continuarán prosperando las agencias de trabajo temporario. Sin embargo, la supresión de unas y otras eran reivindicaciones clásicas de IU. Pero ahora se trata de reasegurar a los patrones.
En plena pre-campaña para las elecciones generales españolas del 12 de marzo, el Partido Socialista (PSOE) y la Izquierda Unida (IU), la coalición dirigida por el Partido Comunista de España (PCE), han alcanzado un acuerdo electoral. Esta alianza, que prevé la presentación de candidaturas comunes al Senado, un programa común de gobierno y el apoyo del PCE a la investidura del candidato del PSOE a la presidencia del gobierno, Almunia, podría llevar a un gobierno de los partidos de izquierda.
Si IU ha evolucionado, lo ha sido en el sentido de un alineamiento al PSOE, borrando por ejemplo lo que en su lenguaje podría parecer diferente. IU ya no cuestiona la pertenencia de España a la Otan, su gran caballito de batalla en el pasado. La reivindicación de una ley de 35 horas, cara a IU, también se ha transformado. IU reclama la adopción de medidas legales y reglamentarias que favorezcan las 35 horas. En resumen, es lo que ya existe hoy y que incita a los patrones a establecer las 35 horas, gozando de grandes subvenciones.
En cuanto al mínimo jubilatorio, que oscila alrededor de las 40.000 pesetas (250 pesos), se promete elevarlo sólo un poco, pero sin ningún compromiso formal respecto al nivel del salario mínimo (70.000 pesetas/460 pesos). El programa común le promete pocas cosas a los más desposeídos.
Un verdadero cambio para los trabajadores sólo podrá venir de una defensa firme de sus intereses de clase y de incitarlos a retomar confianza en sus propios medios de lucha, en su combatividad, único medio de frenar los ataques de la patronal y de no importa qué gobierno.